El “balconing” de Assange
19 Agosto 12 - Londres - Celia Maza - Corresponsal
La Razón, Madrid
Hacía un calor bochornoso que no se llevaba bien al
otro lado de la valla. Ante la atenta mirada de una fila de agentes de Scotland
Yard, se amontonaban a partes iguales periodistas venidos de todo el mundo y
simpatizantes de Anonymous, que desde el pasado jueves llevan acampados ante la
Embajada de Ecuador a la espera de las palabras de su líder. Contemplaban el
balcón como si fuera a haber una aparición del mesías. Al fin la puerta se
abrió. Julian Assange salió con el pulgar levantado, tranquilizando a los que
estos días se han preocupado ante una posible depresión derivada de sus dos
meses de cautiverio. El tiempo había hecho mella en su piel, que ayer parecía
aún más blanca si cabe.
Con camisa larga, corbata y pelo corto, el fundador de Wikileaks se presentó ante el mundo como prisionero político y comenzó a pronunciar un discurso en el que no hizo mención de las alegaciones sobre delito sexual por las que las autoridades suecas piden su extradición.
Tras agradecer a todos sus fieles el haber estado como testigos la noche del jueves en la que los agentes de Scotland Yard «a punto estuvieron de violar la Convención de Viena» –cuando, según él, amenazaron con entrar al edificio por la escalera de incendios– el pirata informático se centró en Estados Unidos, el que parece ser su verdadero enemigo.
Con camisa larga, corbata y pelo corto, el fundador de Wikileaks se presentó ante el mundo como prisionero político y comenzó a pronunciar un discurso en el que no hizo mención de las alegaciones sobre delito sexual por las que las autoridades suecas piden su extradición.
Tras agradecer a todos sus fieles el haber estado como testigos la noche del jueves en la que los agentes de Scotland Yard «a punto estuvieron de violar la Convención de Viena» –cuando, según él, amenazaron con entrar al edificio por la escalera de incendios– el pirata informático se centró en Estados Unidos, el que parece ser su verdadero enemigo.
En un mensaje directo a la Casa Blanca, el australiano
instó a Barack Obama a «hacer lo correcto» y poner fin a lo que considera una
«caza de brujas contra Wikileaks. «Estados Unidos debe disolver la
investigación del FBI. Debe jurar que no procesará a nuestros empleados ni a
nuestros simpatizantes. Estados Unidos debe comprometerse ante el mundo a que
no perseguirán a los periodistas por arrojar luz sobre los crímenes secretos
cometidos por el poder», decía mientras sus seguidores aplaudían cada una de
sus palabras, pese a que el sonido no era nítido y se mezclaba con el ruido del
helicóptero de Scotland Yard, que desde arriba intenta ver lo que pudiera
escaparse a los agentes que estos días rodean el edificio, a la espera de que
el periodista ponga un pie en la calle.
Al más puro estilo Evita pidiendo a Argentina que no
llorase por ella desde el balcón, Assange abogó por la «libertad de expresión y
la salud de nuestras sociedades» y dio las gracias a Ecuador y al presidente
Correa por el «coraje» mostrado al haberle concedido el asilo político. Un
asilo que el Reino Unido no reconoce, por lo que no está dispuesto a darle el
salvoconducto que necesita para salir del país.
Contra la «caza
de brujas»
El «pirata» informático australiano pidió también la
«liberación» del soldado estadounidense Bradley Manning, encarcelado «desde
hace 815 días sin haber sido sometido a un juicio», según recordó por haber
filtrado supuestamente secretos militares, y a quien Assange calificó de
«héroe» y de «ejemplo para todos nosotros». «Hay unidad en la opresión, por lo
que de la misma manera debe haber unidad y determinación para hacerla frente»,
matizó. Tras lo cual se cerró el balcón de la Embajada a la espera, nadie sabe
cuándo, de que vuelva a abrirse para escribir el próximo capítulo de una
historia que parece un culebrón y que por el momento no augura un final feliz,
al menos a corto plazo.
Caretas, fans y prensa
«Julian, amigo, el pueblo está contigo». Juan Carlos
era uno de los muchos ecuatorianos que ayer se acercaron hasta la embajada para
mostrar su apoyo al periodista. «Ecuador es el país que más asilo político
concede a la gente de Latinoamérica, sobre todo a Colombia». También se
agolparon con sus caretas numerosos seguidores de los activistas cibernéticos
Anonymous y otros fans incondicionales de Assange, pero sobre todo había muchos
periodistas británicos y extranjeros.
Un caso perfecto de “Haz lo que digo, no lo que hago”. Con que hipocresía Assange demanda de los Estados Unidos mientras que se esconde bajo la protección de Ecuador pretendiendo ser un prisionero político e ignorando las ordenes de extradición a Suecia a confrontar cargos de mala conducta y delitos contra las mujeres.
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