Talín
Ana Dolores
García
Talín (en estonio Tallinn) es la capital de la república
de Estonia y, a la vez, su principal ciudad y puerto. Nuestro crucero la
encontró en una fría mañana casi estival a orillas del golfo de Finlandia,
porque es puerto obligado de los cruceros que hacen el recorrido por el Mar
Báltico. La visita resultó inolvidable y solo es de lamentar el corto tiempo
que te ofrecen los cruceros para admirar una ciudad. Conocer Europa viajando en
crucero es nada mas que asomarte a lo que te espera en cada desembarco. Talín
tiene mucho que disfrutar, recorrer y admirar, por eso no nos alcanzó el tiempo
para deambular por el espléndido casco medieval que es el centro de la ciudad y
de sus atracciones. Complemento de la visita fue el breve recorrido en ómnibus por
los barrios mas modernos para poder dar así una ojeada exterior a los edificios
oficiales.
La historia conocida de Tallin se
desarrolla a través de varios milenios, incluso antes de nuestra era cristiana,
cuando la costa sur del golfo de Finlandia estaba poblada por tribus ugrofinesas. Comenzó
a aparecer gráficamente en un mapa del año 1154 como una fortaleza bajo el nombre
de Kaluria. A partir de entonces se
hicieron notorios su importancia estratégica y el apetito de dominio que despertaba
en las incipientes naciones vecinas.
El Reino de Dinamarca fue tal vez el
primero, ya que en 1219 ocupó toda la parte norte del territorio estonio. Pocos años
después, en 1227, llegaron los alemanes, que conquistaron Talín y se establecieron
allí con la ayuda de los Hermanos Livonios de la Espada, una orden religioso-militar,
también alemanes. Nueve años después,
los estonios se sublevaron y vencieron a los invasores germanos, por lo
que la orden militar de los livonios decidió devolver Talín a los daneses
(1236). Durante siglos, daneses y germanos se entretuvieron en eso: entrar y
salir de Talín, alternando con teutones y las breves sublevaciones de los propios
estonios.
Hasta que llegaron los suecos a mitad
del siglo XVI, incorporaron Estonia a su dominio y la defendieron del acoso del
zar Iván el Terrible y sus sucesores. La dominación sueca duró más de siglo y
medio hasta la Gran Guerra del Norte, -1710-,
en que se impuso la superioridad del imperio ruso. Estonia pudo conservar cierta independencia
económica y cultural al crearse el Ducado de Estonia, y su importancia creció
ampliamente al conectarse Talín por ferrocarril, en 1870, con San Petersburgo,
la ciudad de los zares.
Así y todo, Estonia pudo proclamar su
independencia el 24 de febrero de 1918, si bien esta duró apenas veinticuatro
horas porque al día siguiente fue ocupada por los alemanes. Allí permanecieron
durante toda la Primera Guerra Mundial y, al marcharse estos, comenzó la lucha
contra los bolcheviques.
No deja de ser una movidísima historia
la de este pequeño país. Por algo nuestra guía contaba que por aquellos tiempos
los vecinos de Talín lo primero que hacían
cuando se levantaban era mirar para los edificios oficiales y ver qué bandera ondeaba sobre ellos.
Mención especial merece el relato de
nuestra joven guía sobre el tiempo vivido bajo la bota soviética. Mis compañeros
de viaje la escuchaban con cierto asombro. Yo no, porque lo que contaba era
exacto a lo que viví en Cuba sin haber sobrepasado, incluso, la primera década
del castro-comunismo. Cuando aproveché un aparte con ella y me identifiqué, sentí
la compasión y simpatía que la animaban cuando concluyó la conversación con una
frase de consuelo, -(que me había dicho también el guía que nos enseñó Berlín)-, «La esperanza es lo último que se pierde».
Estonia es
también un país musical, y fue Talín, precisamente, quien dio nombre a “La
revolución cantada” que precedió al desmorone del muro de Berlín y la
liberación consecutiva de las naciones forzadas a integrar la llamada unión
soviética.
Veinte años después de la "Revolución cantada", frente al "Campo de las Canciones" en Talín |
Allí, en su “campo
de las canciones”, el Lauluväljak, por años y años se venía produciendo un multitudinario
festival anual en el que sus participantes cantaban a coro y al unísono durante
más de cuatro horas. A partir de 1986 esas canciones empezaron a tomar cada vez mas un cariz
libertario, canciones patrióticas estonias prohibidas por el régimen soviético.
Así fueron reivindicando la independencia de Estonia. Una revolución cantada,
pacífica que, al combinarse con otros factores que se producían en Europa, lograron el derrumbe del comunismo europeo. Estonia es hoy un país
libre y próspero y Talín su orgullosa capital. Una república parlamentaria,
miembro de la Unión Europea.
Texto y fotos: adg
Gracias Loli por recordar esta preciosa ciudad/puerto. Es verdad lo que dices que el tiempo que dan los "cruceros" en un puerto o ciudad no alcanza para conocerla.
ResponderEliminarGracias tambien por recordarnos que la voluntad de un pueblo puede darle su libertad sin derramamientos de sangre o ingerencia extranjera y que la "Esperanza es lo ultimo que se pierde"
Oilda
Lola, muchas gracias por compartir su visita a Estonia con el blog, Talín una bella ciudad; disfrute esta narración enormemente.
ResponderEliminarPuchy y Oilda, me alegro que pudiera trasmitirles la buena impresión que me produjo Talín, tanto la pátina medieval de sus calles, fortalezas e iglesias, -tan bien cuidadas y mantenidas impolutas-, como la constancia de su pueblo en su afan de independencia, culmen de la cual fue esa ejemplar "revolución cantada".
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