Plato para todos los días
Esther Rodríguez Monnet
Póngase a cocinar a fuego vivo
un buen trozo de amor
en agua de ilusiones y esperanzas
que le dan mas sabor.
Cuando esta se evapore, se le agregan
cien gramos de pasión,
un miligramo apenas de locura,
dulzura y alegría, a discreción.
Y cuando se disipe la fragancia
de este primer hervor,
añádase abundante tolerancia
y especias de paciencia y buen humor.
Cuézase a fuego lento
en un litro de agrado y comprensión;
(no ponerle vinagre al condimento)
y agregarle una libra de perdón.
Y se tendrá por fin, ya sazonado
con un poco de sal espiritual
un plato bien servido y presentado
del menú conyugal.
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