El caramelo
es un alimento
preparado generalmente a base de la cocción de azúcares. Se puede consumir
tanto líquido, -como en el caso del caramelo que se añade por encima del flan-, o como sólido, dejándolo deshacer en la boca. En este caso se
le suelen añadir sabores de frutas, hierbas u otros aromas.
Nacieron a raíz de la
necesidad del hombre por encontrar un alimento ligero que le sirviese de sustento
para sus largos viajes, algo pequeño pero que además le produjese energía.
También está íntimamente ligado al descubrimiento de lo dulce y sobre todo de
la miel. Los primeros dulces, fueron creados con pulpa de fruta, cereales y
miel.
Ya en tiempos de Noe,
los viajeros preparaban una pasta dulce y jugosa con pulpa de fruta y cereales
pulverizados. Incluso los antiguos egipcios preparaban sus caramelos mezclando
miel y fruta, y moldeándolos de muy diversas formas. Pero es de la India de donde
procede el descubrimiento de usar azúcar para elaborarlos, allí se produjo por
primera vez azúcar sólido.
El nombre de caramelo
procede del descubrimiento de la caña de azúcar, también llamada “caña de miel”
y que en latín la denominaban “canna melis”, lo que finalmente dará lugar a la
palabra “caramelo”. Con la “caña de miel” se desarrollaron nuevas y mejores
técnicas de repostería, el problema fue que durante siglos fue un producto de
lujo no alcanzable por cualquiera.
Se sabe que
en la Baja Edad Media se les encuentra en las mesas de la clase social más
acomodada, siguiendo el ejemplo de Italia, probablemente porque desde Venecia y
Génova se introducía antes que por ninguna otra puerta el azúcar de caña de los
árabes. Se trataba de especias (granos de anís o de enebro, clavos... aunque
también piñones o almendras) bañadas en el dulce, que se utilizaban de una
manera a medio camino entre la golosina y la medicina, teniendo en cuenta que
solían tomarse como supuesto remedio contra las pesadas digestiones que
provocaban las comidas de la época. De tal manera, los comensales acostumbraban
a llevarse a la cama algunos de estos dulces en pequeñas cajitas para facilitar
el sueño.
En época renacentista esta especie de bomboneras –(o
carameleras, en rigor, aunque el término caramelo no aparecerá hasta el reinado
de Enrique IV)- ya eran tan cotidianas que algunos caballeros las llevaban
consigo incluso al campo de batalla. Precisamente con la que sería esposa de Enrique IV, María de Médicis, llegó
a París el confitero italiano Giovanni Pastilla, que pondría muy de moda sus
caramelos -pastillas- en la Corte.
Fue entonces cuando los niños de la nobleza
bautizaron todo este tipo de golosinas como bonbon (a la manera infantil, “bon, bon”), algo
así como nuestro “rico, rico”.
Parece más obvio que de ahí saliera el “bombón”
castellano, aunque para nosotros esta palabra está limitada a la conocida
golosina de chocolate, palabra que los portugueses comparten como bombom, los
franceses cambian por chocolat y los italianos por cioccolatino.
Fuentes: wikipedia, funversion.universia.es & elbocho.com
Es curioso señalar que en
países como Venezuela,
los caramelos reciben el nombre de "chupeta" y en casos como Perú
reciben el nombre de "chupete", mientras que en Colombia se les
denomina popularmente colombina o bon bon bum; este último nombre debido a la
marca de caramelos colombiana. En los Estados Unidos de Norteamérica reciben el
nombre de lollipop, también llamados así en ciertos países de Hispanoamérica.
Fuentes: wikipedia, funversion.universia.es & elbocho.com
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