19 de junio de 2012

MORINGA



¡Moringa!

Ana Dolores García

La palabrita suena rara y hasta fea.   Pero no, no pensemos mal. A lo mas parecido que nos llega es a dinga y mandinga, pero no tiene nada que ver con eso, aunque es un nombre muy familiar en países desérticos y víctimas de hambrunas. La moringa, que para los cubanos nunca fue conocida, pronto se va a incorporar a su dieta diaria pues ha sido objeto de una profunda reflexión del sumo coma andante.

Específicamente la “moringa oleífera”, según pronostica y aconseja  el ahora Compañero Fidel, que está estudiando sus cualidades nutritivas, va a resolver las actuales deficiencias de la dieta cubana. Se trata de  un árbol  originario de norte de la India que crece en casi cualquier tipo de suelo, incluso en condiciones de sequía.

Una buena noticia para los cubanos es que sus hojas y flores se pueden comer crudas o cocidas. Y si se tienen huevos de ave, hasta se puede hacer una tortilla con ellas. Se dice que tienen un gusto algo picante, entre el berro y el rábano. (Se cierran los ojos y se lo imagina uno). Por supuesto,  se pueden comer también en ensaladas con algo de aceite.

Aún mas, da un fruto en forma de vainas que estando verdes se pueden cocer y tienen un gusto parecido a las “chau-chas” (¿?). Se hierven con un poco de sal, se abren y se le extraen las semillas ya listas para consumir. ¡Si hasta tienen sabor parecido al  garbanzo y se pueden tostar! Es por ello  que en Cuba se está estudiando el agregarlas a los granos de café antes de molerlos en el caso de que escaseen los garbanzos o los chícharos.

Es un muti-uso como los actuales teléfonos móviles de las series “i”.  Se trata de una de las especies vegetales con mayor contenido de aceite, lo que la convierte en un importante recurso para fabricar biodiesel de calidad. Y eso es muy conveniente si es que en un futuro próximo no se puede seguir contando con Chávez ni con la ayuda  petrolera de Venezuela. Lo malo sería que  no alcanzara el tiempo, porque la planta tarda  siete meses en florecer.  

Su tronco se puede utilizar para leña, muy recurrida en Cuba a falta de gas natural o de carbón, ya sea este mineral o vegetal. Y ¡ojo! si se cansan de mascar hojas, los cubanos pueden compartirla con el ganado vacuno (¿cuál?), el porcino que tiene en la bañera o algún pollito que  quede en el patio.  Por su parte y negocio, (¡atención, cuentapropistas!) las tiendas que venden medicina natural sostienen que tiene altas propiedades curativas para un montón de enfermedades y dolencias además de satisfacer el hambre.

Nada: a sembrar moringa y a mascar moringa. Si lo del cinturón de café, el cultivo de la fresa, la cría de cocodrilos en la ciénaga, las clarias, Ubre blanca y otras miles de ideas  no dieron resultado, esta vez el gran mentor ha acertado: siete años más, y el hambre empezará a ser cosa de un pasado largo y vergonzoso.

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