A Separation
Las películas multipremiadas me dan desconfianza.
Quizá porque me intimidan, ya que es como si me patotearan, como si me dijeran:
¿no serás tan bobo como para no adorarnos, para no respetar nuestras
condecoraciones?
Hace tiempo que tengo una copia de La separación de Asghar Farhadi, pero cada vez que intentaba verla no pasaba
del segundo minuto. Me parecía un capítulo iraní de Nosotros y los miedos. Hoy decidí verla para hacer este comentario.
Y es una suerte haber pasado al minuto tres.
De a poco comprendí que esa primera escena, que repelía porque la
interpretaba como el planteo, esconde astucia y es sólo la patada inicial que
acciona el juego. Una pareja le peticiona un divorcio a un juez que no se ve,
porque es la cámara, o sea nosotros. Ella quiere aprovechar una oportunidad que
tiene de hacer una vida mejor para su hija en otro país. Él no quiere irse con
ellas porque lo retiene su padre que sufre Alzheimer. Lo que se llama un
conflicto perfecto porque ambas partes o fuerzas tienen razones valederas. No hay aquí alguien
acertado y otro equivocado. El tironeo que incluye a la hija es movilizador e
inquietante como todo lo que seguirá.
Más que La
separación, este film debería tener uno de esos largos títulos que
ostentaban los capítulos de las novelas del siglo XIX. Algo así como
“Insospechables derivaciones con intrincados vericuetos y sorprendentes
revelaciones de un intento de separación conyugal”. La pareja sale del juzgado,
ella se va a la casa de su madre y él se ve obligado a contratar una mujer para
que cuide al padre. Y allí comienzan las derivaciones, los vericuetos y las
revelaciones. Primero uno se interesa porque los conflictos se desarrollan en
una sociedad, la iraní, de la que uno tiene poca o nula información. Se
diferencia de otras películas iraníes que he visto porque hay aquí celulares,
computadoras, CDs y LCDs. Una sociedad contemporánea, moderna y sin embargo con
peculiaridades que le son intransferibles.
Después el argumento va cargándose casi sin que
nos demos cuenta (y eso es maravilloso) de lecturas sociales, de diferencias de
clases, de problemas de género, de adherencias religiosas y de sutilezas
filosóficas. Las sociedades pueden que sean distintas pero el hombre es hombre
en todas partes. El orgullo, la mentira, la traición, la manipulación, la
culpa, el resentimiento, el prejuicio, el afecto, el respeto, la religiosidad o
su carencia son inherentes a esa bestia que llamamos hombre. Y entonces uno se apasiona. Y se deslumbra.
Porque la película se vuelve una proeza única e irrepetible como los milagros.
Tiene el suspenso de un thriller, nos mantiene en vilo como un drama de juzgado
y guarda la profundidad de los mejores films de Bergman. Tiene algo del Caché – Escondido (2005) de Haneke y del
Rashomon (1950) de Kurosawa, porque lo que se ve guarda
siempre un doblez, una subtrama secreta, otra posible interpretación. Y en un
momento me voló la cabeza porque me traía ecos de las obras bellas, perfectas,
imperecederas de Lope de Vega por aquello de la importancia de la palabra, del
buen nombre, del honor.
En resumen una película que merece todos los
premios que recibió y más. Una experiencia cinematográfica madura,
deslumbrante, apasionante. Un drama que se vuelve una tragedia contemporánea
que ríete de los griegos. Imperdible.
Un
abrazo, Gustavo Monteros, http://cronicas-de-cine.blogspot.com/
Nota: “La
Separación” Ganó el Oscar 2012 a la
Mejor película en Lengua no Inglesa. Además, es poseedora de otros 53 premios y
18 nominaciones en diversos festivales cinematográficos mundiales.
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