11 de mayo de 2012

LAS GRACIAS DERRAMADAS SOBRE LA IGLESIA CUBANA




Las gracias derramadas
sobre la Iglesia cubana


Por Miguel Ángel Fernández González

…No ha sido tan sólo la peregrinación de Nuestra Patrona, el único acontecimiento que ha venido preparando todo este caminar de los católicos cubanos para la celebración de los 400 años de Presencia Mariana en nuestra amada Isla, sino que a esto se han sumado seminarios y catequesis parroquiales sobre la figura de la Virgen María en medio de la Iglesia.

Este año ha traído también consigo la conmemoración de un acontecimiento de especial relevancia para algunas comunidades específicas: la Parroquia de San José de Jatibonico y Arroyo Blanco y la Orden Agustiniana.

Se trata de la celebración del centenario del nacimiento del primer beato originario de Cuba, el diácono y mártir agustino fray José López Piteira, nacido el 2 de febrero de 1912 en Jatibonico, actual provincia de Sancti Spíritus, diócesis de Ciego de Ávila, (hace un siglo provincia y diócesis de Camagüey). Su síntesis biográfica fue publicada por vez primera coincidiendo con el día de su beatificación en Roma, el domingo 28 de octubre de 2007, la cual puede consultarse siguiendo el enlace: www.zenit.org/article-25258?l=spanish.

En el marco de las celebraciones conmemorativas de dicho centenario, el día 2 de febrero pasado, tuvo lugar una Misa de Acción de Gracias en la parroquia madrileña de San Germán de Constantinopla, a petición de parte de quienes en su devoción particular, pretenden honrar la memoria del primer beato cubano precisamente en la capital de España, muy vinculada a su trayectoria religiosa y al último y traumático período de su existencia terrenal, ya que junto a otros cincuenta compañeros agustinos, fue asesinado in odium fidei en la madrugada del 30 de noviembre de 1936, hace poco más de 75 años, en la localidad madrileña de Paracuellos de Jarama.

Reposan sus restos mortales, junto a los de otros miles de víctimas, de entre las cuales 119 ya han sido beatificadas por la Iglesia, en alguna de las siete fosas comunes que componen ahora el Camposanto de Nuestra Señora de los Mártires de Paracuellos, situado entre la ladera de dicha población y las márgenes del río Jarama.

También es recordado en la memoria de la Orden Agustiniana en el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, así como por otros miembros de dicha congregación que mantienen por distintos motivos algún tipo de cercanía con Cuba, patria natal del beato, al igual que por otros tantos devotos jatiboniquenses o no, que desde distintos lugares tanto dentro de Cuba, como en las distintas comunidades eclesiales del Exilio Cubano, mantienen viva la llama de su memoria por su personal recuerdo y rogativas de intercesión hacia la figura de nuestro primer beato.

Destacan entre ellos el octogenario padre Eduardo Ángel Aguirre García, también natural de la parroquia de Jatibonico, exiliado en distintos países desde hace más de 50 años, quien ahora vive en una Residencia de sacerdotes en San José de Costa Rica.

Precisamente, hace año y medio que la Orden Agustiniana, por medio de Ediciones Escorialenses, publicó un libro que recoge los principales hechos acaecidos durante sus 24 años de vida, titulado “Beato José López Piteira, Agustino, Primer Beato Cubano”, escrito por el padre Miguel Ángel Keller OSA, durante sus años de estancia misionera en La Habana, del cual se reeditaron 500 ejemplares en la propia Cuba.

Tras haber invitado monseñor Mario Mestril Vega, obispo de la diócesis de Ciego de Ávila, a monseñor Juan García Rodríguez, arzobispo de Camagüey, para presidir el 2 de febrero la celebración del centenario del beato, hubo que aplazar la misma por coincidir con las Fiestas Patronales.

Finalmente, en la tarde del jueves 16 de febrero, tuvo lugar en la parroquia de San José de Jatibonico una solemne Eucaristía de Acción de Gracias, en la cual monseñor Mario cedió su lugar como celebrante principal a monseñor Juan García.

Toda la ceremonia constituyó un auténtico tributo local a la vida del beato nacido allí hace justo un siglo. También resultó muy emotiva la bendición por parte de monseñor Mario de una talla en madera de la imagen de fray José, hecha por el escultor local, Héctor Remedios, catecúmeno que recibió los Sacramentos en la Vigilia Pascual. Este artista atribuye, en gran parte, su camino de conversión a la fe católica, la devoción que ha despertado en él su conocimiento de la vida del mártir y beato.

Otro momento sumamente emotivo de la Celebración Eucarística tuvo lugar durante el ofertorio cuando varios niños de la catequesis presentaron distintos objetos que rememoraban la identidad cristiana y cubana del beato, seguido de una representación del escenario de su muerte y el último instante de su vida, cuando, ante el pelotón de fusilamiento, prorrumpió el grito de “Viva Cristo Rey”.

Todo lo acaecido en el marco de dicha celebración es un reflejo de las vivencias y del peregrinar de una sencilla Comunidad Parroquial en Cuba, que resume lo que los cristianos católicos cubanos han venido haciendo en los últimos meses a modo de preparación de los acontecimientos vividos bajo el lema con que la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba quiso otorgarle a la Visita Apostólica: “Junto a la cruz de Cristo esperamos al Papa”.

Ciertamente es un gran privilegio para todos los cristianos, contar con la ayuda, intercesión y auxilio durante nuestro diario peregrinar terrenal, de todos aquellos que son contados entre los “amigos de Dios”, bien sean santos, beatos o mártires, quienes bien merecen el nombre de “preferidos del Altísimo”.

Para quienes provenimos de la Isla Caribeña, ya vivamos dentro o fuera de ella, poder contar con la intercesión de uno de aquellos que "han pasado por la Gran Tribulación y han lavado sus vestiduras y las han blanqueado en la Sangre del Cordero" (cf. Ap 7,14), es un grandísimo y auténtico privilegio, con toda la Gracia y la Gloria que conlleva el tener semejantes intercesores ante el Trono del Padre en el Cielo, junto al Hijo y en presencia de María, Nuestra Madre Celestial, Reina de los Mártires.

Con estas celebraciones de los 100 años del nacimiento del Beato José López Piteira, tanto los jatiboniquenses, como el resto de los cubanos, queremos dar gracias a Nuestro Buen Dios por las gracias derramadas sobre la Iglesia cubana.
Reproducido de Zenit.org
Colaboración de Sonia Agüero

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