8 de mayo de 2012

ESCENAS DE MIAMI, LA MADRE, LA HIJA Y FELIPE EL ÑATO



Escenas de Miami
La madre, la hija y Felipe el ñato


Por Antonio Conte

Marta Elena llegó de Cuba este mayo a visitar a la hermana María Luisa. Abrazos y lágrimas, y después de la emoción inicial, almuerzo en La Carreta de la 40, Dolphin Expressway hasta Miami Beach, pasando por Ocean Drive. De Collins hasta la 79, derecha en Biscayne Boulevard buscando Aventura Mall. Marta Elena se quedó en babia.  Nunca había visto algo así, solo en películas, que no es lo mismo ni se mira igual.

María Luisa compró chucherías en GAP para empezar el sucusucu del pacotilleo: tres pulóveres para ir tirando y tenis p´a dar patín por Miami en Payless Shoes. Al otro día peregrinaron a la Ermita de la Caridad del Cobre, donde rezaron para que la virgen les permitiera estar juntas para siempre.

María Luisa vive en Westchester: 87 Avenida y 16 Calle. Marido no hay desde hace nueve años. Guardó el carro en el otro barrio fulminado por un infarto un domingo de noviembre, mientras Dolphins y Patriots guapeaban cada yarda en el estadio de los delfines. Maestra retirada, María Luisa no vive como Carmelina, pero escapa con la pensión que le dejó Julián y la suya.

El sábado aterrizaron en el International Mall, y la huésped llevó carta de cómo es la trova de la sociedad de consumo. Compraron tres blumers de Victoria´s Secret por 30 dólares, dos shorts, sunglasses, sandalias, una sombrillita contra el sol y un traje de baño para cuando tocara ir a la playa. Dieron vueltas por los comercios, cines y cafeterías, pero no alcanzaron a verlo todo. "Esto es un mundo de atracciones bajo varios techos" -dijo Marta. Se atracaron de hamburguesas, pizzas, helados y fueron felices.

Felipe Ascencio me invitó a conocer a una vieja amiga que llegó de Cuba. No la veía desde hacía 25 años. Nos recibió Marta Elena. No está mal la temba gracias a su delgadez, regla número uno para que las masas no se salgan de cauce. Se abrazaron los viejos amigos, y hasta hubo un beso furtivo en la comisura, de esos que parecen equivocados, pero no. Apareció la maestra y nos sentamos. Jugo de mango, flan de coco, café y empiece a hablar de lo que siempre hablamos los cubanos: el malecón, la juventud que solo piensa en espantar la mula, Coppelia, el Prado, que está mas sucio que el ca.., que aquello se cae la semana que viene y bla bla bla. Sonó un timbre en  la PC instalada en un ángulo de la sala. Era un invento criollo o no se sabe de quién, que permitía hablar sin pagar un kilo, aunque no era Messeger, Hotmail, Yahoo ni Skype.

- Tía, pásame a mima.

- Habla, que ella está aquí.

- Mima, dicen Yumiara y Yuneska que los vestidos tienen que ser bien pegados al cuerpo, que es lo que se usa, y los zapatos de punta larga; los tenis, tú sabes.

- Sí mija, ¿cómo están?

- No te olvides de los zapatos de Yeyo, te llevaste la plantilla, tráele dos jeans, no importa la marca, él no está en eso, y algún pulovito. Pero los tenis que sean naikes. Allá hay unas tiendas que se llaman Coño y Barato y Varsán, donde las cosas salen regalá, allí puedes comprar blumers, ajustadores y algunas blusitas frescas para el trabajo. Y el video, dice Felo que cuestan veinte fulas, pero que tengan puertos, y si traes dos, mejor, uno para nosotros y otro para que las niñas vean sus cosas allá abajo. Y lo más importante, la laptop para que hagan las tareas.

- Pero bueno...

- Felicia la vecina quiere que le traigas un televisor con plasma de 27 pulgadas, ella después se arregla aquí conmigo. La pobre está jo.. con la diabetes. Y si puedes le traes también un ventilador, que esto está en candela.

- ¿Tú crees que allá dejen entrar todo eso?

- Sí. Y lo pagas con pesos cubanos. Mañana te mando un correo por si se me olvidó algo. ¿Y cómo te sientes?

- Bien, esto es muy bonito, ya te dije. Aquí está Felipe que vino a verme con un amigo. ¿Te acuerdas de él? Cuando se fue ya estabas grande.

- ¿Felipe el ñato?

- No chica, este no es ñato.

- No se quién es. ¿A dónde te va a llevar tía hoy?

- A la Ermita de la Caridad, a ver si Cacha me da los números de la lotería.

- Mima, si tú nunca has jugado ni a la bolita.

- Pero ahora sí, porque si la virgen no me da los números, ¡no sé de dónde ca.. voy a sacar el dinero para comprar todo lo que me estás pidiendo!

Marta Elena es una mujer discreta, de lenguaje pausado y articulado perfectamente. Felipe y María Luisa no salían de su asombro. Mi amigo, disimuladamente, se rascó la nariz. La señora, entonces, lanzó la estocada final:

- Perdonen, caballeros, pero allí la gente se cree que aquí no llueve agua, sino billetes. ¡Y de a cien! ¡Qué manera de jo.!

Recogido de cafefuerte.com

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