Vecina ilustre
Marlene María Pérez Mateo
“… se hacen versos de la grandeza,
pero sólo del sentimiento se hace poesía”
José Julián Martí y Pérez
Luisa Pérez de Zambrana, poetisa cubana favorita de Martí, llegó a mi sentir en el itinerario de lo bello de la vida, para mi fortuna desde lo más temprano de la infancia, bajo el amparo estelar de Tula Avellaneda. Supe de su encuentro en Teatro Chacón hacia 1860, donde ambas gigantes de las letras cubanas se honraban, una al ser coronada con laureles y otra al ser la portadora de tal reconocimiento.
Leí los poemas de Luisa poco después. El primero “La vuelta al bosque” y luego su biografía. Supe de la trágica vida familiar de este buen ser humano: uno tras otro fue perdiendo sus seres queridos. Hace muy poco he venido a reparar sobre la vecindad del lugar natal de Pérez de Zambrana con la Virgen de la Caridad. Se trata de la finca Mergarejo, colindante con las minas del Cobre, en Santiago de Cuba. Su deceso tuvo lugar a finales de 1922 en el poblado habanero de Regla, una querida profesora me apuntó esa referencia días atrás. Uniéndolas, es claro de concluir la coincidencia o la casualidad como cómplices, haciendo patente la presencia de estas devociones marianas de tanto arraigo en la vida de esta romántica cubana por excelencia.
Dolores no le faltaron ni lírica tampoco a Luisa en su hacer. Es fácil entender cuan permeado estaba Martí de la obra de esa clásica de las letras. No rindió su pluma por derroteros de lo grotesco y el resentimiento.
Válido resulta que sea ella misma quien cierre este artículo con su propia voz:
Virgen, a quien los náufragos un día
hallando ya en las aguas sepultura,
aparecer sobre las olas vieron
como un ángel de blanca vestidura.
hallando ya en las aguas sepultura,
aparecer sobre las olas vieron
como un ángel de blanca vestidura.
También nosotros somos ¡madre amada!
náufragos que tu amparo reclamamos,haz que delante de nosotros siempre
flotar tu blanca túnica veamos.
náufragos que tu amparo reclamamos,haz que delante de nosotros siempre
flotar tu blanca túnica veamos.
Marlene María Pérez Mateo
27 de diciembre de 2011
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