22 de agosto de 2011

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LA SALA DE ÁMBAR DEL
PALACIO DE CATALINA

Tal vez el más extraordinario palacio heredado por Rusia de sus antiguos zares sea el de Catalina, situado en Tsarskoie Sielo, en las inmediaciones de la ciudad de San Petersburgo. 

La verdadera magnificencia del Palacio de Catalina, además de su dimensión y su mobiliario, se encuentra en la decoración de sus numerosos salones, en los que se reflejan los gustos favoritos de sus sucesivos propietarios.  Desde el lujo alambicado del barroco hasta la más exquisita refinación clásica.  

Ente estos salones destaca la Sala de Ámbar, calificada por los entendidos como una de las maravillas del mundo. Su historia comienza entre los años 1701 y 1709, cuando unos orfebres alemanes formaron varios paneles con partículas  de diversos colores de ámbar, cuyo precio por aquel entonces era doce veces superior al oro. 

El ámbar es una resina fósil producida por un cierto tipo de pino que existía en Escandinavia, en la costa del Mar Báltico hace 50 millones de años. Esta resina pegajosa escurría del tronco y las ramas lentamente, y cuando se espesaba aprisionaba   insectos, hojas, plumas, ranas o semillas. Con el paso del tiempo endurecía y se transformaba en ámbar. Lo interesante de esas “inclusiones” es que ellas conservan su forma tridimensional, constituyendo una importante fuente de estudio de especies ya extinguidas.

El ámbar siempre fascinó desde los tiempos más remotos, no sólo por la creencia en sus poderes medicinales y mágicos, sino también artísticamente por la belleza de sus diferentes matices dorados y de otros colores, su ligereza, facilidad  de manipulación y por sus famosas “inclusiones” prehistóricas. 

En 1717, el Rey de Prusia Federico Guillermo I envió como regalo a Pedro I, zar de Rusia, preciosos paneles de ámbar que fueron la base de la maravillosa decoración del un aposento del Rey en el Tercer Palacio de Invierno. 


En 1755 el italiano Bartolomeo Francesco Rastrelli, arquitecto de la corte rusa, fue comisionado por Isabel Petrovna, la esposa del zar Pedro I, para la ampliación del Palacio de Catalina. Rastrelli trasladó a éste la Sala de Ámbar, complementando los paneles con mosaicos y esculturas florentinos. Quienes la vieron quedaron fascinados. Tres de las cuatro paredes quedaron completamente revestidas desde el piso hasta el friso con mosaicos de ámbar, confiriendo al aposento un impresionante aspecto de insólita belleza  proporcionada por una gama dorada que iba desde el color del limón al topacio.

Durante la Segunda Guerra Mundial  los palacios en las cercanías de San Petersburgo fueron los primeros en ser bombardeados por los alemanes. Desde el inicio de la guerra, los sovieticos venían transportando sus valiosos tesoros a lugares distantes y seguros. La sala de ámbar también tenía su plan de evacuación, pero no hubo tiempo. Los alemanes, que ya habían planeado apoderarse de los tesoros rusos,  y poseían listas con la localización exacta de los más valiosos objetos, no tuvieron dificultades en ubicar la bellísima sala y la trasladaron al castillo de Könignsberg,  donde se perdió su rastro. Desde entonces nunca más se supo qué fue de ella. Hay que considerar también que en 1944 Alemania fue a su vez bombardeada por los aliados, y el Palacio de Königsberg no escapó de ello, siendo incendiado.  

Después de la guerra, los  soviéticos  procedieron a minuciosas búsquedas para encontrar el paradero del valiosísimo ámbar, pero todo fue en vano. Se decía que la sala había sido  desmontada antes de los bombardeos alemanes a San Petersburgo, o que fue totalmente quemada y detruida durante ellos. Otros aseguraban que los mosaicos habían sido llevados en grandes cajas a buques  que después habían sido hundidos. Y mientras había quienes opinaban que esas cajas habían sido  escondidas en minas bajo tierra, otros llegaban a la conclusión de que los propios soviéticos fueron los responsables de su destrucción cuando invadieron Alemania.

En 1979, ante el fracaso de la búsqueda, el gobierno soviético determinó la reconstrucción de la Sala de Ámbar.  Basándose tan sólo en las fotos existentes, utilizando técnicas avanzadas, los mejores maestros, 6 toneladas de ámbar puro, cerca de 8 millones de dólares, extenuantes esfuerzos, y la contribución de grandes sumas de dinero de varias empresas alemanas, finalmente en el año 2003 la nueva Sala de Ámbar fue inaugurada por el presidente ruso Vladimir Putin y el canciller alemán, Gerhard Schröder. La inauguraron en el final de los festejos del trescientos aniversario de la ciudad de San Petersburgo.

Idea desarrollada de un pps enviado por Joe Noda
Fuentes: pps y Palacios y Parques de Tsarskoie Sielo

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