Alice
Cunnigham Fletcher
Por
Marlene María Pérez Mateo
Mi
encuentro con la vida e historia de la Doctora Susan Lafleshe Picotte por medio
de un libro biográfico, primera mujer médico en la comunidad de nativos
indo-americanos, fue el catalizador de muchos otros acertados momentos de
cercanía con personas, hechos y lugares.
Me
remito a uno de ellos, sobrecogedor e inesperado. Una cubana en el siglo XIX
dedicó sus esfuerzos profesionales y propios a la antropología y etnología de
los más antiguos pobladores de este continente Americano: los aborígenes.
Alice
Cunningham Fletcher nació en La Habana un 15 de marzo de 1838. Su familia se
había establecido en Cuba para lograr recuperar la salud su padre de familia. No
logrado su objetivo, regresaron a Massachuset donde Alice se formó y educó hasta llegar a la Universidad
de Harvard donde se graduó en 1879.
Su
motivación hacia los aborígenes norteamericanos nació muy temprano en su
carrera y se extendió durante toda su vida
hasta su muerte en 1923. Trabajó
como comisionada de educación en Missisipi, Ohio y Alaska. Fue la
primera mujer en ocupar posiciones presidenciales en múltiples entidades académicas,
sociales, culturales y profesionales.
Sus
estudios no fueron hechos desde la distancia ni basados en datos fríos y
burocráticos. Trabajó y vivió entre los Omahas y los Milkos. El rescate y
preservación de la música en las
comunidades aborígenes en lo cual fue pionera, es para los entendidos la
materia que más invita a su recordación.
El
respeto y el aprecio por la multiculturalidad queda como el mayor legado de
Alice Cunnigham Fletcher.
Marlene María Pérez Mateo
Marzo
2011
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