23 de abril de 2011

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Por tu dolor sin testigos,
por tu llanto sin piedades,
Maestra de soledades,
enséñame a estar contigo.
Que al quedarte tú conmigo
partido ya de tu vera
el Hijo que en la madera
de la Santa Cruz dejaste,
yo sé que en ti lo encontraste
de una segunda manera.
 Yo en mi alma, Madre, lavada
de las bajas suciedades,
a fuerza de soledades,
le estoy haciendo morada…

Pero en tanto que Él asoma,
Señora, por las calladas,
-¡por tus tocas enlutadas
y tus ojos de paloma!-
recibe mi angustia y toma
en tus manos mi ansiedad.
Y séame, por piedad,
Señora del mayor duelo,
tu soledad sin consuelo
consuelo en mi soledad.

José María Pemán
Poema-oración ante el dolor y soledad de María (Fragmentos)


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