Safo, la décima musa |
Lesbos
En los años dorados de la cultura griega, allá por el siglo VI a.C., algo especial ocurrió en Lesbos, una isla en el mar Egeo. Ahí florecieron las artes y el pensamiento y entre los artistas de ese lugar y de ese tiempo, destacó Safo, una brillante mujer de la que como manantial brotaba la poesía.
Se cuenta que alrededor de ella, se reunían decenas de mujeres que ahí compartían sus historias de amor y desamor, convirtiéndolas, bajo la enseñanza de Safo, en dulces versos que disfrutaban intensamente.
En los himnos, odas y elegías que abundaron en la obra de Safo, hay homenajes a jóvenes que formaron parte de su séquito. Tan profunda fue la huella que esta mujer dejó en la cultura helénica, que después de su muerte, fueron acuñadas monedas con su efigie y doscientos años después, Platón se refirió a ella como la décima musa.
Todo iba muy bien en la historia para esta mujer, pero se apareció Anacreonte, un poeta griego que nació años después de la muerte de Safo. Se ve que le encantaba el chisme ya que sin tapujos, se dedicó a proclamar que, por la ternura con que escribía sus versos, seguramente Safo había tenido relaciones amorosas con sus discípulas.
El chisme prosperó y con el tiempo esta fama se extendió a todas las mujeres de la isla de Lesbos y así lesbiana se convirtió en palabra para nombrar a las mujeres que tienen preferencia sexual por otras damas.
En verdad, no hay más indicio de la homosexualidad de Safo que el chisme de Anacreonte, y si fue o no fue cierto ¡qué más da!, total era su vida y sus circunstancias; lo grave fue que por este prejuicio, en el año 1071 la Iglesia Católica ordenó que se quemara toda su obra que se encontraba en Roma y Constantinopla.
Así, tristemente, salvo un poema y algunos fragmentos, la obra de esta poetisa se ha perdido. No obstante, memoria de su historia se guarda en lesbiana, una palabra que nació de una isla, una historia y un chisme.
Reproducido de http://capsuladelengua.wordpress.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario