Patriotismo con rabo de puerco
-Por José Hugo Fernández
La Habana, Cuba, marzo (www.cuanet.org). -Aleida Guevara, la hija de Che, se ha estado paseando por los carnavales brasileños vestida con una bandera cubana y en una carroza con forma de tanque de guerra, con la que, al parecer, se propuso simbolizar a Cuba. Qué pena. Una burguesa leninista (o trotskista, da igual), cuyo único trabajo concreto consiste en ser la hija de Che, es todo cuanto queda de su herencia subversiva.
Y por si fuera poco, asume la payasada en tiempo de carnaval para representar a nuestra isla.
Hace poco otros paisanos de su misma ralea, más o menos, costearon la instalación de una valla lumínica en Miami y de un anuncio en las páginas impresas de The Miami Herald, para exigir la liberación de los tan graciosamente llamados cinco héroes. Mientras, en La Habana nos divertíamos de lo lindo con los reportes del noticiero de televisión sobre la hazaña de tales sujetos, pertenecientes a no sé qué tipo de organización denominada Alianza Martiana.
Casos como el de nuestra nueva estrella del carnaval de Brasil y el de estos intrépidos luchadores del anuncio publicitario, se están viendo cada vez con mayor frecuencia en estos días, siempre fuera de las fronteras cubanas, lo que es decir lejos del alcance de una buena trompetilla. Pero de cualquier modo, como una patente constancia de que la única tradición nacional -legado de España- que la dictadura no ha conseguido pulverizar es la vocación por el ridículo.
Sean economistas, periodistas, escritores, presentadores de radio y televisión, artistas varios, blogueros, estamos asistiendo al apogeo de esa plaga, tanto en los Estados Unidos como en Europa. Se diría que son el rastrojo de las viejas guerrillas, después que su historia pasó de cruenta a purulenta.
Son como esos descendientes anómalos que, según una antigua leyenda latinoamericana, suelen nacerle como castigo a las familias de conducta descarriada. Frutos del esperpento, una subespecie de patriotas con rabos de puerco.
Lo peor que tienen, su trasnochada ideología y su comportamiento falsario y grotesco, constituye, después de todo, lo más auténtico que nos pueden mostrar.
En fin, una raya más para el tigre. Y una nueva confirmación de algo que descubrió el pueblo cubano desde hace mucho tiempo, muchísimo antes de que lo comprendan los cubanólogos. A saber, que aquí nadie necesitará ponerse violento para tumbar a la dictadura totalitaria, pues ella se está tumbando sola.
Ilusración:
http://josancaballero.wordpress.com
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