El mártir
- Ana Dolores García
La llamada “conspiración de la escalera” fue supuestamente descubierta a fines del año 1843, cuando una negra esclava llamada Polonia, de un Ingenio en Sabanilla del Encomendador propiedad de Esteban Santa Cruz, denunció a éste que la dotación se estaba preparando para sublevarse en la Navidad de ese propio año.
En aquel tiempo, la población de color en la Isla de Cuba ascendía a más del 58% del total, por lo que no resultaban infundados los temores de una gran sublevación al estilo de la de Haití en años anteriores. Habían ocurrido ya sublevaciones de importancia en ingenios de la zona occidental y se palpaba además una cierta inestabilidad política entre los criollos del país, alimentada por ideas reformistas, anexionistas y abolicionistas.
La delación de la esclava Polonia fue informada a las autoridades españolas, cuyas medidas de represión fueron inmediatas y terribles. En el propio ingenio de Sabanilla del Encomendador se ejecutó a 16 esclavos y se castigó severamente al resto azotándolos sin piedad. Cada vez tomó más fuerza la idea de un escarmiento general y la represión de extendió a otros ingenios y zonas donde los esclavos eran azotados hasta obtener su confesión y más delaciones, mientras permanecían atados de pies y manos a una escalera. El año 1844 pasó a ser conocido por los esclavos como “el año del cuero”.
Pero los elementos más reaccionarios y esclavistas no se limitaron a castigar a esclavos proclives a sublevarse, y comenzaron a pensar en que una sublevación tal, forzosamente tenía que estar organizada por hombres libres, negros libertos o incluso blancos de ideas abolicionistas, entre los que se mencionaba en primer lugar a David Turnbull, Cónsul Británico en La Habana.
Basados en delaciones obtenidas por medio del suplicio, se implicó en esta supuesta conspiración a Plácido, así como a otros conocidos hombres de color de Matanzas: Andrés Dodge, dentista, José Miguel Román, músico, y Santiago Pimienta, propietario de esclavos. Fueron sometidos a juicio y sin más pruebas condenados a muerte. Juan Francisco Manzano, que también había sido detenido, logró librarse de dicha pena.
Plácido y sus compañeros fueron ejecutados en Matanzas el 28 de junio de 1844.
Ana Dolores García © 2005
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