22 de marzo de 2011

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RAMÓN PINTÓ
Y LA “CONSPIRACIÓN DE LA MINA DE LA ROSA CUBANA”

 La Conspiración de la Mina de la Rosa Cubana fue uno de los varios movimientos separatistas que se organizaron en Cuba a mediados del siglo XIX, algunos de ellos de carácter anexionista. Tomó el nombre de una mina llamada “La Rosa Cubana”, de la región de San Fernando de Camarones, en Palmira, propiedad de uno de los integrantes del “Consejo Cubano” que, conjuntamente con una Junta Cubana establecida en Nueva York, promovían esta conspiración.

A algunos de sus organizadores, acaudalados comerciantes y hacendados, los movía el temor de una futura y posible determinación española de poner fin a la esclavitud. No era ajena tampoco la simpatía del gobierno norteamericano, pero a la postre ésta no se materializó ante la  peligrosa perspectiva de un conflicto abierto con España.

Apresados algunos de sus dirigentes y condenados a muerte, a prisión y al destierro, un joven español residente en La Habana, de carácter liberal y bien conocido en los círculos económicos de la Isla, asumió la dirección del movimiento en Cuba.

Ramón Pintó  había nacido en Cataluña el 20 de junio de 1803. Comenzó a estudiar  para sacerdote, aunque muy pronto abandonó el convento para intervenir en la política, destacándose  por sus ideas liberales. Al caer Cádiz en poder de los franceses poniendo fin a la efímera vida de la Constitución y reimplantándose  el absolutismo en España, Ramón Pintó marchó a Cuba.

En la Isla se hizo cargo de la educación de los hijos del barón de Kessel, siendo designado posteriormente administrador y apoderado de sus cuantiosos bienes, lo que le permitió adquirir relaciones en los centros económicos y culturales de la colonia. Fue presidente del Liceo de La Habana y fundador y colaborador del “Diario de la Marina”, haciéndose cargo de la dirección de  la conspiración anexionista que se fraguaba.

Las perspectivas no eran halagüeñas y se recomendó el aplazamiento de la invasión que se preparaba en territorio norteamericano. Peor aún, se abandonó completamente la idea de una invasión ante la tibieza demostrada por el gobierno de los EEUU. La conspiración quedó al descubierto y fueron detenidos varios de los implicados, entre ellos Ramón Pintó, al que no le valió ni el ser amigo personal del Capitán General del Goberno Español, Gutiérrez de la Concha. Fue juzgado y condenado a la pena de muerte en garrote vil, sentencia que se cumplió en la explanada de la Punta el 22 de marzo de 1855. 


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