Homenaje a Pepito
(El cubano, el de los cuentos)
Marlene María Pérez Mateo
Pepito es el personaje por antonomasia de los cuentos cubanos. Cuando Jorge Manach (1898-1961) publicó “Indagación del choteo” en la Revista Avance en 1928, aun no había salido a la palestra pública nuestro ya mencionado amigo. Aunque lo que en el ya citado ensayo se explica (y de hecho muy bien explicado) es la génesis de este tipo de fenómeno popular que ha dado como resultado entre otras muchas el surgimiento de este socarrón sujeto. Sin rostro, edad, raza ni biografía propia, pero con un origen sólido, diverso y carismático.
Este criollo polifacético no tiene autor preciso pero tampoco anónimo. Quien lo mencionara por primera vez es tan incógnito como todo lo que rodea la revoltosa vida de pilluelo. Su embrión estuvo quizás en Liborio, el bobo de Abela y el reyecito criollo; es decir, en el mundo de la caricatura cubana del siglo XX. Un universo de personajes sarcásticos, burlescos e irónicos pero a la buena. El humorismo de prensa plana, testimonio plástico de la picaresca nacional. Una nueva forma del dicharachero, un “up date” que a decir de la “vox populi” ha llegado a una especie de inmortalidad.
Pepito es parte del cuento cubano del ciudadano de a pie. Sus historias pasan de boca en boca, donde hay quien le añade y le quita pero en esencia el mensaje es el mismo e incólume. Él corre con nuestra suerte. Se reinventa, modifica y así va pasando sin penas pero con la gloria de su permanencia. Con él viajan otros personajes casi siempre sin nombre propio pero con una relación justificada que le identifica: la maestra de Pepito, la madre de Pepito, la abuela de Pepito, los padrinos de Pepito…..es decir si es “algo” de Pepito vale mención.
Los chicos, los adultos, los obreros, los intelectuales abiertamente o susurrando entre dientes, le siguen la pista y se encargan de su difusión “calladamente sonora”.
El inicio de una platica casual puede ser:
-Déjame decirte lo nuevo de Pepito.-
-¿A que Pepito tú te refieres?- Es la clásica respuesta del segundo en el diálogo.
-El de los cuentos.-
Entonces luego de una relajación (pues todos tenemos un José en la familia que puede estar en problemas) automáticamente llega la sonrisa al rostro y nos preparamos anímicamente para una de las buenas de este pillín archiconocido.
Conocer muchos chistes de Pepito es índice de ser muy jovial, lo contrario, alguien irresistible, más comúnmente descrito como: pesa’o. Los relatos sin Pepito no suenan igual ya que en sí mismo se ha definido como una categoría o subespecialidad dentro del género. Aunque existen historias de vaqueros, de gallegos, de holgazanes, del negrito (herencia del Teatro Bufo de Arquímedes Pou), nuestro socarrón se lleva la palma.
Pepito viaja con el tiempo y con lo que en el momento esté en boga; es a su manera su “status quo”. Me lo imagino ahora en busca de una computadora para teclear o agenciándoselas para hablar a través de la red telephonia celular.
Hay narraciones “Pepinescas” que no se pueden decir, escuchar y mucho menos repetir, pues caen en lo soez y fuera de tono. En su gran mayoría los breves relatos son ingenuos e ingeniosos.
Pepito es el símbolo antropomórfico de eso que para bien o para mal tiene el cubano en buena cantidad y que le ha acompañado por siglos en su existencia: el humor. La guasa como válvula de escape y, a decir de Sigmon Freíd, es el mecanismo psicológico más típico de los inteligentes.
Sin cinematografía, sin ser televisado y a falta de estar en los periódicos, Pepito sigue su rumbo quiera Dios siempre por buenos y mejores derroteros. Quien sabe si esta vez al saber que he escrito sobre él, de muy buena gana, en esta hoja bitacórica, si lo lee o alguien se lo dice, me deje al final algún comentario.
Marlene Maria Pérez Mateo
Marzo 2011
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