25 de diciembre de 2010


NAVIDAD,
TIEMPO DE AMOR Y DE PAZ

La Navidad es un tiempo de amor y de paz en el que recordamos y celebramos el misterio del nacimiento de Jesús en Belén, “cuya palabra es la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo, y a cuantos la reciben y creen en su nombre les da poder de ser hijos de Dios”. Pues bien, le encontramos en compañía de su madre virgen, santa María, y de su padre legal, san José, en un portal cueva de Belén. Un ángel proclamando: “Gloria a Dios en las alturas y paz a los hombres de buena voluntad”. Unos sencillos y humildes pastores contemplándole y unos reyes magos ofreciéndole incienso, oro y mirra.

Los Evangelios no señalan el día, mes y año de su nacimiento, porque no son biografías, sino semblanzas de los dichos y hechos de Jesús. Dionisio el Exiguo, monje excita del siglo VI, lo fija en el año 754 después de la fundación de Roma. Sin embargo, los historiadores bíblicos consideran que hay un error de cálculo de seis o siete años en esta fecha. Fijan su nacimiento en el 748 o 747, seis o siete años antes, en base a que el rey Herodes muere en el año 750. Anteriormente, había recibido la visita de los reyes magos y mandado matar a los niños inocentes de Belén, hechos que debieron tener lugar dos o tres años antes de su muerte.

En los primeros siglos del Cristianismo, los cristianos celebraban la Navidad en los día 6 ó 7 de enero, fecha que la Iglesia ortodoxa sigue celebrando. En el siglo IV, la Iglesia católica la traslada al día 25 de diciembre con el fin de sustituir la fiesta pagana del astro Sol naciente por la del nacimiento de Jesús, Sol naciente moral que ilumina la vida y da calor a la humanidad en el camino de su salvación hacia una nueva vida. Los antiguos celebraban este día, solsticio de invierno, con gran alegría y fiesta al ver que las noches comenzaban a menguar y los días a crecer, comprendiendo así que la luz, el calor y la vida continuaban en el universo.
La piedad y la cultura cristiana han expresado de diversas formas y maneras la Navidad instalando nacimientos, pesebres y grutas del misterio del nacimiento del niño de Jesús. San Francisco de Asís fue el iniciador de esta hermosa costumbre cristiana representando el primer Belén viviente, en Greccio, Italia, en 1223. Desde entonces, las parroquias, monasterios, conventos y familias cristianas de este mundo lo representan en sus iglesias y viviendas por medio de figuras llenas de encanto.

José Barros Guede, A Coruña
revistaecclesia.com
Colaboración, Ramón H Ramos

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