CUBA, LA TIERRA DE LO DESCONOCIDO.
-Lic. Amelia M. Doval
-El cubano promedio (habitante de la isla sin perspectivas de vida) desconoce, por falta de información, una primera Cuba que vende o renta espacios habitables con la única condición que no sea nacido en esas tierras. Desconoce la "brillante idea", por parte del gobierno, de construir campos de golf aunque la población se amontona en espacios reducidos o barriadas extrapobladas como la conocida Alamar (a la mar de problemas que uno se precipita cuando llega allí).
Desconocen que se pueden adquirir en usufructo tierras por 99 años mientras ellos no son propietarios de las suyas ni pueden comerciar libremente. El cubano aparentemente desconoce, según una encuesta recientemente realizada, que Estados Unidos no tiene fronteras con Australia y sólo ha habido dos guerras mundiales, por más que el añejo expresidente se esfuerza en hablar de una tercera destrucción.
El pueblo de la isla no conoce la existencia racional del ser humano que se puede permitir el lujo de planificar vacaciones, viajar al extranjero, reunir su dinero o simplemente escoger entre todos los canales de televisión cuáles son los que bolsillo y preferencia se pueden permitir. Estos mismos habitates desconocen, en su gran mayoria, el privilegio de hospedarse en un hotel, viajar a Varadero o quedarse por un tiempo en la capital, pues todos son delitos condenados por las leyes que tampoco son del dominio público.
El 90 % de los que abren sus ojos cada mañana en la isla desconocen el sabor de un hamburguer, las múltiples variedades de queso, ni han sentido en su paladar la posibilidad de apreciar el jamón de diferentes maneras. Los cortes de la carne son desconocidos casi en su totalidad y las sazones se reducen en su máxima expresión.
Una cifra casi total de la población acepta el arroz, lo frijoles, la carne de puerco y los tostones como la única variedad universal del lujo alimenticio que se puede llevar a la mesa de agraciados comensales. Cuando esa misma población consigue, por medios inexplicables, salir al exterior, abre la boca y los ojos con la intención de robarse el mundo en una mirada porque no pueden entender la cantidad de productos y comidas que aún le falta por conocer.
Esa misma población desconoce que existe en el mundo el concepto de la libertad, del respeto, la posibilidad de ser inocente y opinar diferente a lo establecido por el gobierno. Es también una sorpresa para ellos la libertad que se siente cuando se asume la responsabilidad detrás de un timón. El respeto por la salud ajena, los animales, los ancianos y las mujeres que hay alrededor del universo, les sorprende grandemente. La voluntad de ayudar a los más necesitados es una sorpresa para quienes miran a su alrededor y temen llegar a los 60 años porque la vida se reduce a ser abuelos.
Para los cubanos que mal viven en la isla el conocimiento acapara un reducido espacio de la mente, el prisma visual es estrecho y los sueños son de corto alcance. Ese hombre o mujer nacido en Cuba no sabe de cruceros ni casinos de juegos, salidas a los centros comerciales ni alquiler de autos, mucho menos de hipotecas de casa. Los conocimientos más elementales se reducen a encontrar quien venda de bolsa negra los productos necesarios, conseguir un método para salir del país aunque sea de misión, resolver unos zapatos, el pan de cada día, encontrar alguien que le alquile unas películas o le preste la serie de novelas que se pasan en Miami grabadas por alguien y dejadas en un viaje.
Es solitaria la vida de los 11 millones de habitantes, solitaria su desgracia porque apenas reconocen su incapacidad para deshacerse de los lazos de opresión, comienza la genuina batalla con el desconsuelo y la frustación. Cuba es un pueblo de desconocidos.
Lic Amelia M Doval
Miami, Fl
dovalamela@yahoo.com
Desconocen que se pueden adquirir en usufructo tierras por 99 años mientras ellos no son propietarios de las suyas ni pueden comerciar libremente. El cubano aparentemente desconoce, según una encuesta recientemente realizada, que Estados Unidos no tiene fronteras con Australia y sólo ha habido dos guerras mundiales, por más que el añejo expresidente se esfuerza en hablar de una tercera destrucción.
El pueblo de la isla no conoce la existencia racional del ser humano que se puede permitir el lujo de planificar vacaciones, viajar al extranjero, reunir su dinero o simplemente escoger entre todos los canales de televisión cuáles son los que bolsillo y preferencia se pueden permitir. Estos mismos habitates desconocen, en su gran mayoria, el privilegio de hospedarse en un hotel, viajar a Varadero o quedarse por un tiempo en la capital, pues todos son delitos condenados por las leyes que tampoco son del dominio público.
El 90 % de los que abren sus ojos cada mañana en la isla desconocen el sabor de un hamburguer, las múltiples variedades de queso, ni han sentido en su paladar la posibilidad de apreciar el jamón de diferentes maneras. Los cortes de la carne son desconocidos casi en su totalidad y las sazones se reducen en su máxima expresión.
Una cifra casi total de la población acepta el arroz, lo frijoles, la carne de puerco y los tostones como la única variedad universal del lujo alimenticio que se puede llevar a la mesa de agraciados comensales. Cuando esa misma población consigue, por medios inexplicables, salir al exterior, abre la boca y los ojos con la intención de robarse el mundo en una mirada porque no pueden entender la cantidad de productos y comidas que aún le falta por conocer.
Esa misma población desconoce que existe en el mundo el concepto de la libertad, del respeto, la posibilidad de ser inocente y opinar diferente a lo establecido por el gobierno. Es también una sorpresa para ellos la libertad que se siente cuando se asume la responsabilidad detrás de un timón. El respeto por la salud ajena, los animales, los ancianos y las mujeres que hay alrededor del universo, les sorprende grandemente. La voluntad de ayudar a los más necesitados es una sorpresa para quienes miran a su alrededor y temen llegar a los 60 años porque la vida se reduce a ser abuelos.
Para los cubanos que mal viven en la isla el conocimiento acapara un reducido espacio de la mente, el prisma visual es estrecho y los sueños son de corto alcance. Ese hombre o mujer nacido en Cuba no sabe de cruceros ni casinos de juegos, salidas a los centros comerciales ni alquiler de autos, mucho menos de hipotecas de casa. Los conocimientos más elementales se reducen a encontrar quien venda de bolsa negra los productos necesarios, conseguir un método para salir del país aunque sea de misión, resolver unos zapatos, el pan de cada día, encontrar alguien que le alquile unas películas o le preste la serie de novelas que se pasan en Miami grabadas por alguien y dejadas en un viaje.
Es solitaria la vida de los 11 millones de habitantes, solitaria su desgracia porque apenas reconocen su incapacidad para deshacerse de los lazos de opresión, comienza la genuina batalla con el desconsuelo y la frustación. Cuba es un pueblo de desconocidos.
Lic Amelia M Doval
Miami, Fl
dovalamela@yahoo.com
__________________________
Muy bueno este artículo de mi querida amiga Amelia Doval titulado "CUBA, LA TIERRA DE LO DESCONOCIDO".
ResponderEliminarYo creo que todo lo que le ha sucedido a nuestros pobres hermanos que han nacido con la tiranía de los Castro, se puede resumir en este párrafo sacado del libro escrito por Milán Kundera.
Milán Kundera
“Para liquidar a las naciones (…) lo primero que se hace es quitarles la memoria. Se destruyen sus libros, su cultura, su historia. Y luego viene alguien y les escribe otros libros, les dá otra cultura y les inventa otra historia. Entonces la nación comienza lentamente a olvidar lo que es y lo que ha sido. Y el mundo circundante lo olvida aún mucho antes”.
Milán Kundera
El libro de la Risa y el Olvido
Un abrazo,
Martha Pardiño
Cierta, muy cierta la cita que nos has traído de Milán Kundera. Eso lo saben bien los constructores del comunismo. No conformes con destruir lo que encuentran también destruyen el recuerdo, y así liquidan a la nación. Gracias Martha por tu comentario.
ResponderEliminar