5 de diciembre de 2009



Jean Baptiste Vermay

Se hizo sentir en la ciudad no solo por sus obras,
sino porque se ganó la estimación pública.


Oleos de Vermay en El Templete


Por: Maria Teresa Villaverde Trujillo
Aunque poco se conoce con certeza de la vida del pintor francés Jean Baptiste Vermay, se sabe que nació el 15 de octubre de 1786 en Tournan-en-Brie, una población situada muy cerca a París. Aún muy niño –11 años de edad- sus padres lo matricularon en la Escuela de Pintura del entonces famoso maestro Jacques-Louis David, en Paris.
Vermay dio clases a Hortensia de Beauharnais, entenada del emperador Napoleón quien a su vez lo declaró exento del Servicio Militar dedicándose entonces por entero al arte. Ya había obtenido una Medalla de Oro por su cuadro La muerte de María Estuardo en la Exposición de Pintura de París, compitiendo junto a su maestro David y los condiscípulos Gros, Gerard y Girodet.

Pero con la derrota definitiva de Napoleón en Waterloo cambia radicalmente la vida del pintor. Viaja a Alemania e Italia. Emigra a Estados Unidos, y de ahí a la isla de Cuba, adonde llega con algunos de sus lienzos, el aval masónico y recomendaciones de un pintor genial, Goya.

Se relaciona con el obispo Juan José Díaz de Espada y Landa quien compra algunos de sus óleos situándolos en algunos templos habaneros y le encarga terminar las obras pictóricas iniciadas por el italiano José Perovani en la Catedral de La Habana.


Mas tarde ofrece clases en la sección educativa de la Sociedad Patriótica de Amigos del País. En un aula del convento de San Agustín se funda la Academia Gratuita de Pintura y Dibujo de La Habana, la que después pasó a llamarse Academia de Bellas Artes San Alejandro en honor a Alejandro Ramírez -intendente general del Ejército y Real Hacienda- a quien se le debe su fundación y progreso. El pintor Vermay fue nombrado director.






Mas importantes aun son los tres lienzos realizados por Vermay y que permanecen en el EL TEMPLETE, edificio neoclásico inaugurado el 19 de marzo de 1828, el que junto a la sombra de una frondosa Ceiba fue testigo de la primera misa y sesión del cabildo en la villa de San Cristóbal de La Habana.

Víctima de una epidemia de cólera, a los cuarenta y siete años de edad, fallece el pintor francés en La Habana, el 30 de marzo de 1833,


Vermay reposa aquí. Su lumbre pura
del entusiasmo iluminó su mente,
un alma tuvo cálida y ardiente
de artista el corazón y la ternura.
Ese pintor, sembrado en nuestro suelo
dejó de su arte el germen poderoso
y en todo pecho blando y generoso
amor profundo, turbación y duelo».

(Jose Ma. Heredia)





«...Como siempre dice mi madre: la ficción histórica refuerza una verdad irrebatible. El pintor francés Juan Bautiste Vermay al fundar la Academia de San Alejandro impulsó el verdadero concepto de lo que era pintar. A partir de aquel momento la pintura en Cuba comenzó a ser tomada como algo en serio. Y durante algo mas de siglo y medio El Templete ha albergado tres de sus muchas pinturas. Estas tituladas: La primera misa, El primer cabildo, (ambos de 1826) y La inauguración de El Templete (de 1828) obras que lo inmortalizaron hasta conocérsele como el intérprete de un mito: el de la fundación de la villa de San Cristóbal de La Habana.

Los restos del pintor desde su fallecimiento en 1833 habían estado resguardados en la Necrópolis de Colón, en la ciudad de La Habana; pero ya su sueño eterno reposa en urna de mármol, y en el lugar sagrado que por propio derecho le había pertenecido desde siempre : dentro del edificio El Templete


Alexander M. Trujillo

Publicado en la Revista Digital La Habana Elegante
(Noviembre 15, 2007)

Octubre 2008
ashiningworld@cox.net


Fotos: Google
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2 comentarios:

  1. Poco se sabe de este pintor del que se guardan óleos en El Templete.

    Te felicito María Teresa por recopilar datos escondidos en nuestra Historia y sacarlos a la luz junto con la biografía del pintor. Muy interesante, al igual que la bella presentación que de tu estampa realiza Lolita.
    Un abrazo a ambas

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  2. Gracias por expresarnos tu opinión tan halagüeña. Realmente a María Teresa no se le escapa nada, y en cada una de sus Estampas nos ofrece algo que, o desconocíamos o que habíamos olvidado. Hasta se hizo difícil ampliar las fotos.
    Cariños,
    Lola

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