15 de noviembre de 2009


Para hacerse cruces

Estrasburgo declara
que el crucifijo atenta
contra la libertad religiosa.


Nacho Uría

Según la sentencia [del Tribunal Europeo], el mantener los símbolos religiosos conculca "los derechos fundamentales de igualdad y libertad de conciencia". Pues muy bien.

¿Cómo se llamará a partir de ahora Sta. Cruz de Tenerife?
¿La Cruz Roja tendrá que desaparecer?
¿Se borrará la cruz de San Jorge del escudo del Barça?
¿Qué hacemos con Penélope Cruz -se admiten sugerencias-?
¿Y con la fiesta de las cruces de Granada?
¿Jurarán los ministros sus cargos delante de un cuadro de Voltaire y un ejemplar de El País, diario global en español?
¿Podrá mi cuñada seguir haciendo punto de cruz?
¿Tengo que dejar de bailar las canciones de Celia Cruz?
¿Se prohibirá echar las monedas a cara y cruz?
¿Podrán los asturianos exhibir su bandera azul con la Cruz de la Victoria?

Europa, que cada día da más motivos para sentirla ajena, no ha aclarado todas estas preguntas y se ha limitado a decir que la cruz es una agresión para todo el que no sea cristiano. A continuación, se ha ido a dormir la siesta.

La cuestión del crucifijo en la escuela se ha planteado ya en otros países europeos. En Italia, por ejemplo, la judicatura ha considerado el crucifijo como "una síntesis, inmediatamente perceptible y aceptable, de los valores civilmente relevantes, valores sobre los que se sostiene e inspira nuestro orden constitucional, fundamento de nuestra convivencia civil (...) Valores que han impregnado nuestras tradiciones, el modo de vida, la cultura del pueblo italiano". Por eso van a recurrir la sentencia.

La Cruz, que sigue siendo escándalo para los judíos y locura para los gentiles, como dice San Pablo en su primera Carta a los Corintios. Al menos en Occidente, el crucifijo tiene dos sentidos incuestionables: para los cristianos es símbolo de amor sin límites, entrega, generosidad, apertura. Para el no creyente es -debería ser- un símbolo omnipresente en la historia y en la cultura que ha configurado el mundo en el que vivimos y que ha contribuido decisivamente a los valores que sostienen la democracia.[...]

A partir de ahora, para muchos escolares de la más que nunca vieja y decadente Europa el crucifijo empezará a ser un gran desconocido, un signo opaco e incomprensible. Pero esa ignorancia no saldrá gratis, sino que vendrá acompañada de una tremenda pérdida, para ellos y para toda la sociedad porque la supresión de los crucifijos -ya sea por sentencia judicial o por c...- significa el empeño de vaciar a una sociedad de su sustancia, de provocar una ruptura con su Historia y de excluir a los creyentes de la vida pública.

Conmigo que no cuenten. Más bien lo contrario.

Del blog de Nacho Uría,

Opiniones Impertinentes
http://www.nachouria.com
Foto: Crucifixión (1954), Salvador Dalí
www.dalequedale.com/.../salvador-dali.jpg
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