22 de marzo de 2015

El deseo, ¿es traicionero?


 
El deseo, ¿es traicionero?
 
Cuenta una antigua historia que un picapedrero pasó por la casa de un rico mercader. Quedó maravillado con el poder y las riquezas que tenía aquel señor y, ni corto ni perezoso, deseó convertirse en un hombre adinerado. La magia escuchó su petición y le transformó. Así, el picapedrero se dedicó a disfrutar de todos los lujos y comodidades que el dinero ofrecía.

Llegó el verano y el sol brillaba con fuerza en lo alto del cielo, inmutable ante la mirada del hombre de negocios en el que se había convertido el picapedrero. Agotado por el calor y asombrado por el poder y la fuerza del astro rey, deseó ocupar su lugar. Dicho y hecho, por arte de magia se convirtió en sol, y se dedicó a alumbrar el mundo entero. Pero, de repente, una enorme nube negra se interpuso entre él y la Tierra, impidiendo el paso de su luz. “Que poderosa es esa nube de tormenta”, pensó. “Desearía ser nube”. Y así sucedió.

Descargó tormentas a lo largo y ancho del planeta, pero sentía que algo le faltaba. El viento le empujaba de aquí para allá y al poco tiempo comenzó a sentir celos de su ligereza. Quiso tener su fuerza y su libertad y, tras desearlo, se convirtió en brisa. Soplaba y soplaba, y los árboles y casa cedían a su voluntad. Tan sólo había una cosa que no lograba mover: una enorme roca. “No hay nada más sólido y poderoso que esa gran piedra”, pensó. “Desearía convertirme en una igual”.

Al cabo de poco tiempo, siendo roca, escuchó el sonido de un martillo y un cincel que atravesaban su dura superficie a golpes. Sorprendido, se preguntó: “¿Qué puede ser más poderoso que una roca?”. Y cuando miró vio ante él a un picapedrero.

Reproducido del Blog http//cafedialogo.wordpress.com
Copiado de Ramón H Ramos, FB

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