23 de marzo de 2015

La traición de la memoria

 
La traición de la memoria

Wendy Guerra

En unos años la amnesia enmudecerá la memoria política y social de mi país sentimental, ese pedazo de tierra con el que todos cargamos en el alma.

Pocos recordarán con exactitud lo que fueron capaces de hacer en nombre de un Estado, de un sistema, en defensa de algo  y en contra de alguien, la omisión será una torturante pesadilla; el silencio intentará borrar a los intérpretes de las peores óperas en las que nos enfrentaron.

En un acto de camuflada protección o conveniente selección de la memoria, dejarán de existir los autores de los gestos que compulsaron lo peor de estos años de historia. Ya puedo avizorarlo.

Nadie protagonizó los actos de repudios del 80. Nadie arrastró por las calles a Sonia, mi compañera de aula en la escuela Rafael Espinosa, cuando Moya, su padre, anunció que se iría del país con sus hijas. Nadie tiró un huevo a una fachada. Ningún cubano dejó de firmar un simple papel para que una madre sacara a su hija de Cuba, y la salvara entonces de la orfandad en una pequeña y asfixiante ciudad de provincia. Nunca alguien delató a un compañero ante el "plantel" por su amor a otro joven del mismo sexo, enviándolo así de cabeza a la UMAP, nadie creó ni dirigió la UMAP ¿Existieron Las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP) o eso también es una invención de nuestra mente porque nadie reconoce que las fundó? Nadie dictó la orden para que se quemaran los títeres de varios teatros guiñol del país tratando de borrar una "conducta impropia" e inconveniente en el hombre nuevo que se amasaba en los "años duros".

Quién asume su responsabilidad al firmar un decreto para que Celia Cruz y muchas figuras de nuestra cultura, o simplemente muchos ciudadanos cubanos fueran nombrados 'Persona non grata' e impedir así su derecho de regresar a esta isla a besar y despedir a sus padres o hermanos, un poco antes de morir. Nadie lo asume. Quién decretó la larga condena social y moral por asistir a la iglesia cada domingo. ¿Quién firmó o presionó, manipuló firmas para ejecutar fusilamientos? Nadie desfiló, nadie gritó una consigna.

¿Quiénes levantaron la mano para expulsar a un colega de un centro laboral solo por pensar diferente? ¿Quiénes determinaron empujarlo a la calle, sin sueldo ni ocupación, sin espacio social, dejándolo simplemente "Fuera de Juego" camino a otro país sin familia ni amigos?

Nadie. Nadie. Nadie.

Tampoco hubo alguien que censurara nuestros originales, las noticias internacionales, el nombre de un desertor. Nadie hizo una sola prohibición a cantantes, actores o intérpretes de Jazz o cualquier música en inglés. Nadie nunca quiso borrar el nombre de un cantautor por decir las verdades de una forma alturada y sin temor ante un auditorio prendido y eufórico. Nadie te cerró el paso por tener talento y defenderlo. Nadie escribió anónimos infames que cambiaran fatídicamente tu vida privada. Nadie utilizó la política para romper un matrimonio, una familia, un mundo. Nadie nos abandonó por buscar un paraíso dejándonos aquí, en lo que para él era el infierno, nadie condenó nuestras ideas hasta enmudecerlas. Nadie encarceló a un escritor convirtiéndolo en "el enemigo". Nadie cambió tu vocación a la fuerza, en nombre de las necesidades de una nación que luego no supo qué hacer con tus conocimientos de Esperanto. Nadie habrá sido guerrillero o entrenado para ir a la guerrilla, nadie dirá que su padre estuvo en la guerrilla, nadie dirá que sus abuelos asaltaron un cuartel, nadie dirá que fue asaltante sino asaltado, nadie habrá disfrutado de las bondades del socialismo, nadie dirá que sus padres los llevaban a una casa en la playa en Varadero en premio a sus esfuerzos, nadie habrá sido héroe nacional del trabajo, premio nacional o campeón de ninguna competencia relacionada con el Campo Socialista.  Nadie habrá prohibido las palabras  perestroika y glásnost.

Nadie habrá quemado las revistas y los libros más críticos en los 60, 70 u 80. Nadie habrá colocado una lista de libros imposibles de entrar en el aeropuerto de La Habana. Nadie cerró aquí el paso a un performance o a una exposición. Desaparecerán las fotos abrigadas en la nieve Soviética, nadie habrá estudiado en Los Camilitos, e incluso, se omitirán de los currículos los estudios cursados en la Escuela Vocacional Vladimir Ilich Lenin. Olvidaremos el ruso impartido por radio y  desecharemos lo mejor o lo peor de las doctrinas aprendidas en estos 17 Instantes de una Primavera eterna. Nadie conservará una matrioska. ¿Se olvidará el sabor del Vodka?  Nuestros hijos ya no llevarán el nombre de los héroes. ¿Olvidaremos las canciones políticas?  Velozmente aprenderemos el inglés que nunca nadie canjeó por el idioma de Mayakovski en nuestras escuelas. Nadie habrá sido pionero, ni jefe de destacamento, ni funcionario, ni informante, ni delator, ni aduanero, ni presidente del CDR. Nadie frecuentó a un ministro en estos años.  Nadie te tiró la puerta en la cara por pensar y escribir diferente a lo convenido. Nadie te condenó por disentir. Las personas que apoyaron las batallas de ideas desde los medios de difusión, asaltarán los archivos y borrarán sus rostros de las imágenes en blanco y negro.

-¿Te acuerdas de ...?

- No, no me acuerdo, para que no se acuerden.

"Si perdiera la memoria, que pureza".

Se entregarán otras medallas. Condecoraciones del exilio de primer y segundo grado (dependiendo del empleo y la longitud de esa ausencia) ya "estar en cuba a las dos de la tarde no habrá sido nunca un acto de fe". Nadie habrá escrito en contra de los que nos quedamos simplemente viviendo en el lugar donde nacimos. Nos encontraremos en los bares de la Habana Vieja (exiliados e inxiliados) y nos abrazaremos como si las infamias, las faltas de respeto, los textos críticos y los insultos personales (de uno y otro lado) no hubiesen sido balas semejantes a los explosivos oficialistas que también habrán sido extirpados de nuestros recuerdos.

Se corregirán las autobiografías. Se venderán las condecoraciones, los uniformes y los panfletos obligatorios en la Plaza de Armas. Nadie reconocerá haber firmado leyes desde el otro lado del mar para asfixiar todo lo que nos condujera a respirar, alimentar e informar a los simples ciudadanos que aquí nos quedamos. Nadie habrá votado por un Presidente del Poder Popular.  Nadie. Absolutamente nadie estampará su nombre, su huella digital sobre el daño. Todos habrán querido un reencuentro, una reconciliación... y... sobre todo, un diálogo entre cubanos.

No creo en el pase de cuentas y no creo que la amnesia sea lo mejor.

Hay que reconocer, aceptar, perdonar y avanzar, huir del dolor hacia delante pero sin abandonar o renunciar la memoria personal, enfrentarse ante espejo de tu biografía. Hasta qué punto somos consientes del papel que hemos jugado cada uno de nosotros. ¿Cuáles han sido las consecuencias de nuestros gestos?

¿Nuestra fábula no tendrá moraleja y nuestra épica no tendrá ejecutores? Aquí la Caperucita no tiene lobo, Blanca Nieves no tiene Madrastra y La Cenicienta no cuenta con las Hermanastras que se llevan el peor papel de la historia. Campanilla no ha intentado separar a Wendy de Peter Pan.  ¿Nadie ha intervenido en ninguno de estos sucesos? ¿No hay protagonistas en esta trama? ¿No hay villanos ni personajes que secunden la infamia?

Nos está traicionando la memoria.

De su blog Habáname
Remitido por Leonor Agüero

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