4 de febrero de 2014

El caimán lampiño


El Caimán Lampiño


Orlando González Esteva

Cuba, a la orilla de sí misma, mira el horizonte. 

Un cable procedente de Chicago certifica un hallazgo sin precedentes: la presencia de un caimán debajo de una escalera eléctrica del aeropuerto de esa ciudad.

 El portavoz de la policía señaló que el animal, algo estropeado por el entorno hostil y la desnutrición, tiene un pie de longitud y que un agente lo había capturado recurriendo a una escoba, un recogedor y un cesto de basura.

 No se sabe de dónde procedía ni desde cuándo vivía en el aeropuerto pero aún se le medica, sobrealimenta y se hacen gestiones para hallarle un destino más seguro que la Terminal 3 de la instalación.

El reptil fue avistado por viajeros que, no reconociéndolo apto para compartir con ellos las comodidades de una nave aérea y notándolo desorientado, pusieron en sobre aviso a las autoridades. 

 Tan pronto leí la noticia corrí a un mapa del mundo y busqué a Cuba. Afortunadamente continuaba en su lugar.



Los animales no cesan de ser noticia. Y cuando hablo de animales no excluyo al hombre, a quien se le ocurren cosas tan extraordinarias como poner a competir una tortuga y una liebre pero no corriendo, como fabuló Esopo, sino esquiando.

Un cable procedente de China atestigua que una tortuga venció a una liebre en una competencia de esquí para animales no humanos celebrada en la provincia de Henán. Entre los competidores había perros, gatos y hasta un par de aves de corral.

El evento tuvo lugar en una pista donde las personas colocaron a sus mascotas sobre esquís y las socorrieron y aclamaron durante la ardua empresa. La manía de saltar de la liebre fue la culpable de su fracaso: no hubo manera de que sus entrenadores la convencieran de que permaneciera quieta sobre el esquí.

A la clase media china le ha dado por esquiar. Las estaciones dedicadas al deporte prosperan en varias regiones del país. Pekín es candidata para organizar los Juegos Olímpicos de Invierno del año 2022 y hay que alistarse.

Luego dicen que Cuba es el país de la siguaraya. A no ser que lo digan por la influencia china en más de un aspecto de la cultura nacional. Número de suerte: 6. Jicotea.

La competencia de la tortuga y la liebre chinas podrá despertar la envidia de otros pueblos; no, del cubano.

El libro “Cuarteta y décima” de Samuel Feijoo, publicado por la Editorial Letras Cubanas en 1977 y reeditado en junio de 1980 en la habanera calle de Benjumeda, recoge un sinnúmero de testimonios de este cariz: 

Yo vi una rana dulcera
vendiendo dulce maní ,
y también vi una lombriz
que era maestra de escuela.
Una pulga costurera
y un piojo afeitando un grillo;
una banda de piojillos
persiguiendo a unos ladrones,
¡y a un bando de camarones
sacarle a un puerco un colmillo!
 
Que una tortuga y una liebre esquíen nos tiene sin cuidado. No somos menos animales como ellas.

 
Tampoco nos extraña que la tortuga haya aventajado a la liebre. La jicotea, tortuga de agua dulce, se le escapó al diablo. Entre los libros de Lydia Cabrera figuran “Cuentos de Jicotea” y “Los animales en el folklore y la magia de Cuba”, un bestiario donde la jicotea brilla con luz propia y, además de piropeársele, se le adjudica a Changó y se asegura que “el agua en que vive desbarata daños, mata las brujerías”.

Qué falta le hace a Cuba un baño con agua de jicotea.


Fred Astaire, el gran bailarín norteamericano, desafiaba la fuerza de gravedad sin sufrir percance bailando no sólo sobre las paredes interiores de una habitación sino sobre su cielo raso, con la cabeza hacia abajo y los pies hacia arriba. Los escépticos de siempre hacían burla de su hazaña y de quienes la aplaudían, atribuyendo su ligereza a un truco cinematográfico, pero quien ha visto a Cuba bailar y sonreír sobre el abismo del que pende desde hace varias décadas sabe que la ligereza obra milagros.
 
Una noticia procedente de Moscú recuerda el talento de ambos, Cuba y Astaire, describiendo el éxito turístico de una casa invertida recientemente inaugurada. El visitante descubre que los muebles están sobre él, con las patas empotradas en el cielo raso, al estilo de varios países que no hay como enderezar (Cuba entre ellos), y que en los estantes hay botellas de vodka y cajas de cereal que no le caen encima. Todo está dispuesto de manera que el turista ande de cabeza y hasta sienta una pizca de vértigo, producto de una leve pero bien calculada inclinación del suelo.

Tómese en serio la gracia. Esconde un deseo de subvertir el orden y, de actuar como magia simpática, desestabilizaría a Rusia, devolviendo el poder a zares o bolcheviques. Los refranes no pifian: todo empieza por casa

La construcción de una casa al revés en Cuba es ociosa. Lo inusitado y, por consecuencia, atractivo, sería construirla al derecho, a ver si lo demás se endereza.

****Orlando González Esteva nació en Palma Soriano, Cuba. Reside en Estados Unidos desde 1965. Sus poemas, que al decir del escritor Octavio Paz hacen “estallar en pleno vuelo a todas las metáforas”, aparecen publicados en Mañas de la poesía, El pájaro tras la flecha, Escrito para borrar, Fosa común, La noche y los suyos y Casa de todos.

Es también autor de los siguientes ensayos de imaginación: Elogio del garabato, Cuerpos en bandeja, Mi vida con los delfines y Amigo enigma. González Esteva ha ofrecido lecturas de versos, charlas y talleres en Estados Unidos, España, Japón, Francia, México y Brasil, y ha desarrollado una intensa labor cultural en los medios literarios, artísticos y radiofónicos de Miami.

Reproducido de martinoticias.com

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