El Vía Crucis
Al Vía Crucis (en
latín), o "Camino de la Cruz", también se le llama Estaciones de la
Cruz y Vía Dolorosa. Se trata de un camino de oración que busca adentrarnos en
la meditación de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo en su camino al
Calvario.
La costumbre de rezar el
Vía Crucis o Estaciones de la Cruz posiblemente comenzó en Jerusalén. Ciertos
lugares de La Vía Dolorosa (aunque no se llamó así antes del siglo XVI), fueron
reverentemente marcados desde los primeros siglos. Hacer allí las
Estaciones de la Cruz se convirtió en la meta de muchos peregrinos desde la
época del emperador Constantino (Siglo IV).
Según la tradición, la
Santísima Virgen visitaba diariamente las Estaciones originales y el Padre de
la Iglesia, San Jerónimo, nos habla ya de multitud de peregrinos de todos los
países que visitaban los lugares santos en su tiempo. Sin embargo, no existe
prueba de una forma fija para esta devoción en los primeros siglos.
Desde el siglo XII los peregrinos escriben sobre la "Vía Sacra", como una ruta por la que pasaban recordando la Pasión. No sabemos cuándo surgieron las Estaciones según las conocemos hoy. Tampoco está claro en qué dirección se recorrían ya que, según parece, hasta el siglo XV muchos lo hacían comenzando en el Monte Calvario y retrocediendo hasta la casa de Pilato.
Por la dificultad
creciente de visitar la Tierra Santa bajo dominio musulmán, las Estaciones de
la Cruz y diferentes manuales para rezar en ellas se difundieron por Europa.
Las Estaciones tal como las conocemos hoy fueron aparentemente influenciadas
por el libro "Jerusalen sicut Christi tempore floruit" escrito
por un tal Adrichomius en 1584. En este libro el Vía Crucis tiene doce
estaciones y estas corresponden exactamente a nuestras primeras doce. Parece
entonces que el Vía Crucis, como lo conocemos hoy surge de las representaciones
procedentes de Europa.
Pocas de las Estaciones
en los tiempos medievales mencionan la segunda (Jesús carga con la cruz) ni la
décima (Jesús es despojado de sus vestiduras). Por otro lado algunas que hoy no
aparecen eran antes mas comunes. Entre estas, el balcón desde donde Pilato
pronunció Ecce Homo (he aquí al hombre).
Peregrinos del siglo XXI recorren la Vía Dolorosa en Jerusalén
Comprendiendo la
dificultad de peregrinar a la Tierra Santa, el papa Inocente XI en 1686
concedió a los franciscanos el derecho de erigir Estaciones en sus iglesias y
declaró que todas las indulgencias obtenidas por devotamente visitar los
lugares de la Pasión del Señor en Tierra Santa las podían en adelante ganar los
franciscanos y otros afiliados a la orden haciendo las Estaciones de la Cruz en
sus propias iglesias según la forma acostumbrada.
Por la dificultad
creciente de visitar la Tierra Santa bajo dominio musulmán, las Estaciones de
la Cruz y diferentes manuales para rezar en ellas se difundieron por Europa.
Las Estaciones tal como las conocemos hoy fueron aparentemente influenciadas
por el libro "Jerusalen sicut Christi tempore floruit" escrito
por un tal Adrichomius en 1584. En este libro el Vía Crucis tiene doce
estaciones y estas corresponden exactamente a nuestras primeras doce. Parece
entonces que el Vía Crucis, como lo conocemos hoy surge de las representaciones
procedentes de Europa.
Pocas de las Estaciones
en los tiempos medievales mencionan la segunda (Jesús carga con la cruz) ni la
décima (Jesús es despojado de sus vestiduras). Por otro lado algunas que hoy no
aparecen eran antes mas comunes. Entre estas, el balcón desde donde Pilato
pronunció Ecce Homo (he aquí al hombre).
Comprendiendo la
dificultad de peregrinar a la Tierra Santa, el papa Inocente XI en 1686
concedió a los franciscanos el derecho de erigir Estaciones en sus iglesias y
declaró que todas las indulgencias obtenidas por devotamente visitar los
lugares de la Pasión del Señor en Tierra Santa las podían en adelante ganar los
franciscanos y otros afiliados a la orden haciendo las Estaciones de la Cruz en
sus propias iglesias según la forma acostumbrada.
Ilustración: Cristo carga su cruz. Óleo de El Greco
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