17 de abril de 2014

El Vía Crucis




El Vía Crucis


Al Vía Crucis (en latín), o "Camino de la Cruz", también se le llama Estaciones de la Cruz y Vía Dolorosa. Se trata de un camino de oración que busca adentrarnos en la meditación de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo en su camino al Calvario.  



La costumbre de rezar el Vía Crucis o Estaciones de la Cruz posiblemente comenzó en Jerusalén. Ciertos lugares de La Vía Dolorosa (aunque no se llamó así antes del siglo XVI), fueron reverentemente marcados desde los primeros siglos.  Hacer allí las Estaciones de la Cruz se convirtió en la meta de muchos peregrinos desde la época del emperador Constantino (Siglo IV).



Según la tradición, la Santísima Virgen visitaba diariamente las Estaciones originales y el Padre de la Iglesia, San Jerónimo, nos habla ya de multitud de peregrinos de todos los países que visitaban los lugares santos en su tiempo. Sin embargo, no existe prueba de una forma fija para esta devoción en los primeros siglos.




Desde el siglo XII los peregrinos escriben sobre la "Vía Sacra", como una ruta por la que pasaban recordando la Pasión. No sabemos cuándo surgieron las Estaciones según las conocemos hoy.  Tampoco está claro en qué dirección se recorrían ya que, según parece, hasta el siglo XV muchos lo hacían comenzando en el Monte Calvario y retrocediendo hasta la casa de Pilato.
Por la dificultad creciente de visitar la Tierra Santa bajo dominio musulmán, las Estaciones de la Cruz y diferentes manuales para rezar en ellas se difundieron por Europa. Las Estaciones tal como las conocemos hoy fueron aparentemente influenciadas por el libro "Jerusalen sicut Christi tempore floruit" escrito por un tal Adrichomius en 1584. En este libro el Vía Crucis tiene doce estaciones y estas corresponden exactamente a nuestras primeras doce. Parece entonces que el Vía Crucis, como lo conocemos hoy surge de las representaciones procedentes de Europa.

Pocas de las Estaciones en los tiempos medievales mencionan la segunda (Jesús carga con la cruz) ni la décima (Jesús es despojado de sus vestiduras). Por otro lado algunas que hoy no aparecen eran antes mas comunes. Entre estas, el balcón desde donde Pilato pronunció Ecce Homo (he aquí al hombre).

Peregrinos del siglo XXI recorren la Vía Dolorosa en Jerusalén


Comprendiendo la dificultad de peregrinar a la Tierra Santa, el papa Inocente XI en 1686 concedió a los franciscanos el derecho de erigir Estaciones en sus iglesias y declaró que todas las indulgencias obtenidas por devotamente visitar los lugares de la Pasión del Señor en Tierra Santa las podían en adelante ganar los franciscanos y otros afiliados a la orden haciendo las Estaciones de la Cruz en sus propias iglesias según la forma acostumbrada.

Desde el siglo XII los peregrinos escriben sobre la "Vía Sacra", como una ruta por la que pasaban recordando la Pasión. No sabemos cuándo surgieron las Estaciones según las conocemos hoy.  Tampoco está claro en qué dirección se recorrían ya que, según parece, hasta el siglo XV muchos lo hacían comenzando en el Monte Calvario y retrocediendo hasta la casa de Pilato.



Por la dificultad creciente de visitar la Tierra Santa bajo dominio musulmán, las Estaciones de la Cruz y diferentes manuales para rezar en ellas se difundieron por Europa. Las Estaciones tal como las conocemos hoy fueron aparentemente influenciadas por el libro "Jerusalen sicut Christi tempore floruit" escrito por un tal Adrichomius en 1584. En este libro el Vía Crucis tiene doce estaciones y estas corresponden exactamente a nuestras primeras doce. Parece entonces que el Vía Crucis, como lo conocemos hoy surge de las representaciones procedentes de Europa.



Pocas de las Estaciones en los tiempos medievales mencionan la segunda (Jesús carga con la cruz) ni la décima (Jesús es despojado de sus vestiduras). Por otro lado algunas que hoy no aparecen eran antes mas comunes. Entre estas, el balcón desde donde Pilato pronunció Ecce Homo (he aquí al hombre).



Comprendiendo la dificultad de peregrinar a la Tierra Santa, el papa Inocente XI en 1686 concedió a los franciscanos el derecho de erigir Estaciones en sus iglesias y declaró que todas las indulgencias obtenidas por devotamente visitar los lugares de la Pasión del Señor en Tierra Santa las podían en adelante ganar los franciscanos y otros afiliados a la orden haciendo las Estaciones de la Cruz en sus propias iglesias según la forma acostumbrada.

Ilustración: Cristo carga su cruz. Óleo de El Greco

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