9 de marzo de 2013

NO QUEDA TEMA



NO QUEDA TEMA

Por Elsa M. Rodríguez

La verdad es que Hugo Chávez no ha sido una persona de la cual se puedan decir cosas buenas, ni fue buen presidente, ni buen esposo, ni como ciudadano nativo de Venezuela se le puede otorgar algún mérito puesto que todo lo que hizo desde que tomó el poder en su país fue destruirlo y acabar con el patrimonio nacional invirtiéndolo en comprar conciencias tan absurdas y tan obsoletas que aún después del terrible chasco que fue la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas que se desmoronó por su propio peso, tal como el muro de Berlín, quieren seguir imponiendo estas ideas en el diario vivir de naciones que hasta la fecha han sido si no democráticas del todo, al menos libres de hacer elecciones, de opinar, de hacer cada cual con su vida lo que le apetezca.

No, no he podido nunca decir nada a favor de la figura del ya fallecido presidente-dictador de Venezuela, pero confieso que le voy a echar de menos. Sí, porque gracias a su figura controversial, gracias a los insultos fuera de lugar con los que obsequiaba los oídos de todos sus enemigos, gracias a que actuaba como un dictador con patente de Corso para robarle a su país, con sus idas y venidas a La Habana para entrevistarse con su padre putativo Fidel Castro, con las amistades "peligrosas" que adquirió en los últimos tiempos, daba mucho para hablar, sobre todo mucho para escribir.

Es que, la verdad, este Nicolás Maduro que nos ha dejado al frente de Venezuela no da más que para un par de renglones. Tal es su falta de carisma, es que ni siquiera sabe actuar como los malos de las películas. Ni su cara con el tremendo bigotón estilo Stalin, solo que muy negro porque así corresponde a su carácter de Latino-americano, con ese corpachón más propio de un estibador de los muelles que de un presidente de un país, con esa lloradera más acorde con una mujercita que con un hombrón de su tamaño, la verdad, solamente produce risa.

Aunque pensándolo bien, y no con esta frase intento imitar a nadie, lo mejor sería no tener que escribir las cosas malas que hacen los presidentes de nuestra América Latina y que de una buena vez podamos dedicarnos a otro tipo de artículos, por ejemplo, hablar del tiempo y de las buenas obras de estos personajes, aunque desde ya supongo que no va a ser fácil. No, a la vista del material humano que tenemos a mano.

Elsa M. Rodríguez
Hialeah,FL

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