NO
QUEDA TEMA
Por Elsa M. Rodríguez
La verdad es que Hugo Chávez no ha sido una
persona de la cual se puedan decir cosas buenas, ni fue buen presidente, ni
buen esposo, ni como ciudadano nativo de Venezuela se le puede otorgar algún
mérito puesto que todo lo que hizo desde que tomó el poder en su país fue
destruirlo y acabar con el patrimonio nacional invirtiéndolo en comprar
conciencias tan absurdas y tan obsoletas que aún después del terrible chasco
que fue la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas que se desmoronó por su
propio peso, tal como el muro de Berlín, quieren seguir imponiendo estas ideas
en el diario vivir de naciones que hasta la fecha han sido si no democráticas
del todo, al menos libres de hacer elecciones, de opinar, de hacer cada cual
con su vida lo que le apetezca.
No, no he podido nunca decir nada a favor de la
figura del ya fallecido presidente-dictador de Venezuela, pero confieso que le
voy a echar de menos. Sí, porque gracias a su figura controversial, gracias a
los insultos fuera de lugar con los que obsequiaba los oídos de todos sus
enemigos, gracias a que actuaba como un dictador con patente de Corso para
robarle a su país, con sus idas y venidas a La Habana para entrevistarse con su
padre putativo Fidel Castro, con las amistades "peligrosas" que
adquirió en los últimos tiempos, daba mucho para hablar, sobre todo mucho para
escribir.
Es que, la verdad, este Nicolás Maduro que nos ha
dejado al frente de Venezuela no da más que para un par de renglones. Tal es su
falta de carisma, es que ni siquiera sabe actuar como los malos de las
películas. Ni su cara con el tremendo bigotón estilo Stalin, solo que muy negro
porque así corresponde a su carácter de Latino-americano, con ese corpachón más
propio de un estibador de los muelles que de un presidente de un país, con esa
lloradera más acorde con una mujercita que con un hombrón de su tamaño, la
verdad, solamente produce risa.
Aunque pensándolo bien, y no con esta frase
intento imitar a nadie, lo mejor sería no tener que escribir las cosas malas
que hacen los presidentes de nuestra América Latina y que de una buena vez
podamos dedicarnos a otro tipo de artículos, por ejemplo, hablar del tiempo y
de las buenas obras de estos personajes, aunque desde ya supongo que no va a ser
fácil. No, a la vista del material humano que tenemos a mano.
Elsa M. Rodríguez
Hialeah,FL
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