22 de noviembre de 2012
ACCIÓN DE GRACIAS
ACCIÓN DE GRACIAS
Arístides Sosa de Quesada
Gracias te doy, Señor, por tus bondades,
porque trabajo y gano mi sustento,
porque puedo vivir entre los libres,
porque puedo expresar mi pensamiento.
Mas te olvidas, Señor, de los que andan
sumidos entre sombras y tormentos,
de los que gimen en silencio y callan,
de los que ríen sin estar contentos.
¡Ah, los que tienen que aplaudir por fuerza,
los que se hielan bajo un sol de fuego,
los que les cortan, al nacer, las alas,
los que viven sin Dios, sin fe, sin sueños!
Por ellos es mi ruego, que yo tengo
bastante con mi taza y mi librero,
una bufanda que me cubre el pecho,
y un ventanal para mirar el cielo.
Arístides Sosa de Quesada,
poeta y ex militar cubano
Refrescando los Archivos con motivo del día de Dar Gracias al Señor.
Refrescando los Archivos con motivo del día de Dar Gracias al Señor.
SE COSECHA LO QUE SE SIEMBRA
Se cosecha lo
que se siembra
Esta historia
pudo haber sucedido porque los milagros existen. De todos modos, es
apropiada para este Día de dar Gracias al Señor por todo lo que nos da en
nuestras vidas.
Una mañana una
mujer bien vestida
se paró frente
a un hombre desamparado, quien lentamente levantó la vista y miró claramente a aquella mujer que parecía acostumbrada a las cosas buenas de la vida. Su abrigo era
nuevo y seguro que nunca se había perdido de una comida en su vida. Su primer
pensamiento fue: “Sólo se quiere burlar de mi", como tantos otros ya lo habían
hecho".
-“Por favor, ¡déjeme en paz!”- gruñó el indigente.
Para su sorpresa, la mujer siguió enfrente de él. Sonreía y sus dientes blancos mostraban destellos deslumbrantes.
-“¿Tienes hambre?”, le preguntó. –“No, -contestó sarcásticamente- acabo de cenar con el presidente. Ahora vete.”
La sonrisa de la mujer se hizo aún más grande.
De pronto el hombre sintió una mano suave bajo el brazo. -"¿Qué hace usted, señora?" -preguntó el hombre enojado. -“¡Le digo que me deje en paz!”
Justo en ese momento un policía se acercó.
-“¿Hay algún problema, señora?” -le preguntó el oficial.
-“No hay problema aquí, oficial, -contestó la mujer-, sólo estoy tratando de ayudarle para que se ponga de pie. ¿Me ayudaría?”
El oficial se
rascó la cabeza. -"Sí, el viejo Juan ha sido un estorbo por aquí por los
últimos años ¿Qué quiere usted con él?”, le reguntó el oficial.
-“Ve la cafetería de allí? -preguntó ella- voy a darle algo de comer y sacarlo del frío por un ratito”.
-“¿Está loca, señora? -el pobre desamparado se resistió- yo no quiero ir ahí!"
Entonces sintió
dos fuertes manos agarrándolo de los brazos y lo levantaron.
-"Déjame ir oficial, yo no he hecho nada”.
-“Vamos, viejo, esta es una buena oportunidad para ti,”- el oficial le susurró al oído.
Finalmente, y con cierta dificultad, la mujer y el agente de policía llevaron al viejo Juan a la cafetería y lo sentaron en una mesa en un rincón. Era casi mediodía, la mayoría de la gente ya había almorzado y el grupo para la comida aún no había llegado aún.
El gerente de la cafetería se acercó y les preguntó: “¿Qué está pasando aquí, oficial? ¿Qué es todo esto?” ¿Y este hombre está en problemas?”
-"Esta señora lo trajo aquí para que coma algo,” respondió el policía.
“¡Oh no, aquí no!” -el gerente respondió airadamente. “¡Tener una persona como éste aquí es malo para mi negocio!!!”
El viejo Juan esbozó una sonrisa con sus pocos dientes: -“Señora, se lo dije. Ahora, ¿sí van a dejarme ir? Yo no quería venir aquí desde un principio.”
La mujer se dirigió al gerente de la cafetería y sonrió: -“Señor, ¿está usted familiarizado con Hernández y Asociados?, la firma bancaria que está a dos calles de aquí?”
-“Por supuesto que los conozco”, respondió el administrador con impaciencia. “Ellos tienen sus reuniones semanales en una de mis salas para banquetes”.
-“Y, ¿Además se gana usted una buena cantidad de dinero con el suministro de alimentos en estas reuniones semanales?”, preguntó la señora.
-“¿Y eso que le importa a usted?”
-“Yo, señor, soy Penélope Hernández, presidenta y dueña de la compañía”.
-“¡Oh, perdón!!”,
dijo el gerente.
La mujer sonrió de nuevo: -“Pensé que esto podría hacer una diferencia en su trato”
Y le dijo al
policía, (que fuertemente trataba de contener una carcajada): “¿Le gustaría tomar
con nosotros una taza de café o tal vez una comida, oficial?”
-“No, gracias,
señora”, replicó el oficial, “estoy en servicio”.
-“Entonces, ¿quizá una taza de café para llevar?”
-“Sí, señora. Eso estaría mejor”.
El gerente de la cafetería giró sobre sus talones como recibiendo una orden:
-“Voy a traer el café para usted de inmediato, señor oficial”.
El oficial lo vio alejarse. Y opinó: -“Ciertamente lo ha puesto en su lugar", dijo.
-“Esa no fue mi
intención. –le respondió la señora- Lo crea o no, tengo una buena razón para
todo esto”.
Se sentó a la mesa frente a su invitado a cenar y lo miró fijamente.
-“Juan ¿te acuerdas de mí?”
El viejo Juan miró su rostro con los ojos lagañosos, -“Creo que sí, digo, se me hace familiar".
-“Mira Juan, quizá estoy un poco distinta, pero mírame bien, -dijo la Señora- Tal vez me veo más llenita ahora, pero cuando tú trabajabas aquí hace muchos años vine una vez, y por esa misma puerta, muerta de hambre y frio.
-“¿¡Señora!?” dijo el Oficial, que no podía creer lo que estaba presenciando, ni siquiera pensar que aquella mujer hubiera podido llegar a tener hambre.
-“Yo acababa de graduarme en la universidad de mi pueblo-, la mujer comentó- y había llegado a la ciudad en busca de un trabajo, pero no pude encontrar nada”. Con la voz quebrantada la mujer continuaba: “Pero cuando me quedaban mis últimos centavos y me habían corrido de mi apartamento, deambulé por las calles. Era febrero y hacía frío y estaba casi muerta de hambre, entonces vi este lugar y entre con la mínima posibilidad de poder conseguir algo de comer, y Juan me recibió con una sonrisa”.
-“¡Ahora me
acuerdo! -dijo Juan-, yo estaba detrás del mostrador de servicio. Usted se
acercó y me preguntó si podría trabajar por algo de comer”.
-“Me dijiste
que estaba en contra de la política de la empresa, -continuó la mujer- y
entonces me hiciste el sándwich más grande que había visto nunca, me diste una taza de café, y me fui a un
rincón a disfrutar de mi comida. Tenía miedo de que te metieras en problemas.
Luego, cuando miré y te vi poner de tu
bolsillo el precio de la comida en la caja registradora, supe que todo iba a
estar bien”.
-“¿Así que usted comenzó su propio negocio?”, dijo el viejo Juan.
-“Si, encontré un trabajo esa misma tarde. Trabajé muy duro y me fui hacia arriba con la ayuda de mi Padre Dios. Posteriormente empecé mi propio negocio, el cual, con la ayuda de Dios, prosperó.” Abrió su bolso y sacó una tarjeta.
-“Cuando
termines aquí, quiero que vayas a hacer una visita al señor Martínez, que es el
director de personal de mi empresa. Iré a hablar con él y estoy segura de que encontrará
algo para que puedas trabajar en la oficina”.
Ella sonrió. -“Creo que incluso podría darte un adelanto, lo suficiente para que puedas comprar algo de ropa y conseguir un lugar para vivir hasta que te recuperes. Si alguna vez necesitas algo, mi puerta está siempre abierta para ti, Juan.”
Hubo lágrimas en los ojos del anciano. “¿Cómo le puedo agradecer?”, preguntó.
“No me des las gracias, -respondió la mujer- A Dios dale la gloria. Él me trajo a ti."
Fuera de la cafetería, el oficial y la mujer se detuvieron y se despidieron antes de irse cada uno por su lado. –“Gracias por toda su ayuda, oficial”, dijo la señora Hernández.
-“Al contrario, -dijo el oficial-, gracias a usted: hoy vi un milagro, algo que nunca voy a olvidar. ¡Y… y gracias por el café!”
La historia, naturalmente, trae moraleja:
No olvidemos que
cuando tiramos el pan sobre las aguas, nunca sabemos cuándo nos será devuelto.
Dios es tan grande que puede cubrir todo el mundo con su amor.
Cuando Dios nos lleva al borde del acantilado, sólo una de dos cosas va a suceder: ¡o Él te sostiene cuando te caes, o te va a enseñar a volar!
Editado de un mensaje electrónico recibido de Sylvia Sariol-Cabañas
FRASE DE SABIDURÍA
Cuando Dios creó el mundo vio que era bueno. ¿Qué dirá ahora?
- Geroge Bernard Shaw, 1856-1950, escritor irlandés
21 de noviembre de 2012
Pescadores valencianos, de sorolla, vendido en mas de 5 millones de euros
“Pescadores
Valencianos”,
de Joaquín Sorolla,
de Joaquín Sorolla,
vendido en Sotheby´s
“Pescadores valencianos”, uno de los primeros
óleos que Joaquín Sorolla pintó en el exterior, ha sido vendido hoy por 3,73
millones de libras (4,65 millones de euros) en la sala de subastas londinense
Sotheby's, batiendo su récord en libras. El óleo superó el récord de cotización
en libras del artista español, por delante de "La hora del baño"
(1904), que se remató en 2003 en la misma sala de Londres por 3,7 millones de
libras, si bien entonces la cotización en euros fue mayor (5,32 millones de
euros al cambio de entonces).
La obra, adquirida por una fundación europea,
superó en la subasta su precio estimado, que se había situado entre 1 y 1,5
millones de libras (de 1,25 a 1,87 millones de euros) y fue la estrella de una
venta de 124 lotes de pintura europea de los siglos XIX y XX. El cuadro que
Sorolla (1863-1923) pintó en la playa de su Valencia natal, en 1895, resultaría
clave para su posterior reconocimiento internacional.
Un año antes, el español había creado 'Vuelta a
la pesca', una pintura de gran formato que exhibió en el Salón de París de 1895
y fue adquirida después por el Museo de Luxemburgo (en la actualidad se
encuentra en el Museo D'Orsay de la capital francesa). Tras ese éxito, Sorolla
mostró en la Exposición Internacional de Arte de Berlín, en 1896, "Pescadores
valencianos", uno de los primeros cuadros que pintaba en el exterior y que
resultó galardonado por unanimidad con una medalla de oro.
El comprador
La obra fue adquirida por la Nationalgalerie de
Berlín, en cuyas paredes colgó durante 34 años junto a obras de Manet, Renoir y
Monet, entre otros, para pasar después a manos privadas, cuando el consejo del
museo decidió en 1930 deshacerse de todos los trabajos que no fueran de origen
alemán.
Desde entonces, el lienzo, de 65 por 87
centímetros y en un estado de conservación "excelente", según la sala
de subastas, ha sido incluido en diversas exposiciones en Europa y Estados
Unidos, entre ellas la retrospectiva que dedicó al autor el Museo del Prado, en
2009.
El óleo rinde un homenaje al quehacer de los
pescadores de la tierra natal del pintor y capta con destreza el reflejo de un
sol radiante en la espuma del mar, describe Sotheby's. En esa misma subasta
quedó sin comprador el cuadro “La Oterito” del español Ignacio Zuloaga, un
'provocador' desnudo que salía por vez primera al mercado por un precio
estimado de entre 500.000 y 700.000 libras (de 750.000 a 875.000 euros).
Por otra parte, 'Julia', un retrato en el que el
también español Ramón Casas plasmó en 1908 a su musa, amante y finalmente
esposa, Julia Peraire, se remató por 283.250 libras (354.000 euros).
Reproducido de diariovasco.com
20 de noviembre de 2012
EL SON ES LO MÁS SUBLIME PARA EL ALMA DIVERTIR...
se debiera
de morir
quien por bueno no lo estime".
quien por bueno no lo estime".
(Ignacio
Piñeiro)
Por:
Marlene María Pérez Mateo
“Salsa” es definida por la Real Academia de la
Lengua Española como: “Cosa que mueve o excita al gusto,/ género de música,/
composición o mezcla de varias sustancias para aderezar o condimentar la
comida”
Hacia
la octava década del siglo XX la industria musical adoptó la palabra “salsa”
por accidente, conveniencia y con grandes fines de homogenización, para
calificar a un grupo de ritmos musicales
que tenían como denominador común: la cadencia, el tempo, el estilo de las
letras, la nacionalidad de sus intérpretes, bailarines y creadores y su origen
antillano. De esa manera el mercado creó una gigante sombrilla donde cabe todo
lo a veces bueno, lo excelente, lo quizás malo y también lo pésimo. Esta batidora mega-fónica se ha universalizado
y erigido en categoría. “-Yo canto,
bailo o compongo música salsa”- es una expresión muy socorrida en debutantes y
veteranos en el mundo artístico. Resulta
curioso algo que no existe en cierta medida, se le otorga gran referencia.
En 1930, Ignacio Piñeiro notabilísimo artista cubano, en un viaje en
tren a Chicago compuso el archiconocido “Échale salsita”. Algunos han utilizado esta coincidencia de
palabras para achacar a Piñeiro y de cierta manera justificar la existencia del
vocablo y su utilización. La reputación del creador sería suficiente para acuñar
el término pero no fue así. La canción no es mas que un pregón (versificación
de expresiones que popularizan y ayudan a la comercialización de un producto) y
se refiere a un vendedor de longanizas, una especie de embutidos muy populares entonces.
“ no hay butifarra en el
mundo
como las que hace el
Congo.
Congo vive orgullecido,
sus butifarras olorosas
son las mas ricas y
sabrosas
que yo en mi Cuba he
comido”
Guaracha, cha-cha-cha, mambo, mozambique,
conga, guaguancó.... caen en el saco de la identidad perdida entre los que
dicen llamarse expertos. En el medio de tanto desparpajo se sienta plácido y
sereno el son cubano. Tronco matriz y central de la sonoridad caribeña.
Autentico patriarca de extensa y larga estirpe. Definirlo, quererlo y saber un
poco de él es un viaje a la sabia, cultural, social e histórica sincrética de
la identidad cubana.
Cubano, no,
cubanísimo es este señor de salones, solares, patios, cocinas de la abuela y de
cuanto lugar podamos ima ginar. Es que el
cubano tiene ritmo hasta para llamar a la puerta.
El primer son nació hacia el siglo XVI y la
responsable que a su vez se inmortalizo con su creación fue una mujer. Su
nombre Teodora Ginés. Mulata liberta nacida en Santiago de los Caballeros,
República Dominicana (entonces La Hispaniola). Emigra y se radica en otro
Santiago en este caso de Cuba. Allí con su hermana Micaela ejercían juntas la
profesión musical en fiestas e iglesias. Tocaba la bandola, instrumento muy
similar a la bandolina y dentro de la
familia de las cuerdas. Conformaron la orquesta de la
Catedral de Oriente, unidas al sevillano Pascual Ochoa (violinista), el
malagueño Pedro Almanza y el portugués Jacome Viceira, ambos tocadores de pífano.
Así consta en un censo de 1582. La membrecía
de esta agrupación artística que dio lugar a este nacimiento “subgeneris” es en sí misma prueba, y
notifica a una Cuba receptora y acogedora de emigrantes ya desde aquellos
siglos.
En este contexto nace el son de la “Ma'
Teodora” (Mamá Teodora). Breve, sencillo en un compás de 2 por 3, primero de su
tipo hasta ahora conocido. Con todas las características reconocibles en el son:
cadencia, coros y estribillos.
¿Dónde está la Ma'
Teodora?
Rajando la leña
está.
¿Con su palo y su
bandola?
Rajando la leña está.
¿Dónde está que no
la veo?
Rajando la leña
está.
A decir de Don Fernando Ortiz “Cuba es un
ajiaco” y diría yo “…y qué buen ajiaco” (con
el debido respeto).
Marlene María Pérez Mateo
Serie Música Cubana
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