Por Amelia María Doval
“Viajar es la victoria”, así
reza un antiguo proverbio árabe (Al-safar zafar), una frase que puede describir
las esperanzas que se han sembrado en Cuba con la certeza que cada ciudadano,
dentro o fuera de la isla, le dará un significado muy personal, aunque en todos
los casos será equivalente a una posible tregua con vistas al futuro. Estos
reajustes de la ley no representan grandes logros sociales, no visualizan
cambios de gobiernos, no le devuelven la dignidad al pueblo; son una barrera de contención mental.
La inminente cercanía de la desaparición física
del símbolo que durante más de medio siglo ha mantenido el sistema de gobierno
dentro de la isla, ha provocado una respuesta del gobierno sustituto. Nuevas
concesiones que abren una posibilidad de viajar a la población que sostiene sus
hipotéticos sueños de libertad a través de un pasaporte. Un pueblo entretenido
en sus miserias y eufórico ante las banalidades, es incapaz de pensar en
cambios que generen sacrificios. Este juego le concede, al gobierno, un tiempo
en el tablero.
Con la autorización de los viajes, el pueblo
reprimido y aquellos que representan la
posible fuerza de pensamiento en contra del régimen planifican su futuro
lejos de la isla. Los Castro y sus seguidores eliminan del camino a los que aún
tienen aspiraciones. Se abre una ventana de posibilidades para los que han
acumulado el dinero suficiente y prefieren continuar siendo negociantes fuera
de las reglas de intercambio impuestas por el gobierno.
Los familiares ansiosos por la reunificación
descuentan de los gastos aquellos que se han eliminado, y aunque en la
ambigüedad queda el suspenso del reclamo de propiedades, al menos ya pueden
regalar un poco de felicidad. A partir de ahora la culpa caerá sobre las visas
negadas desde el país receptor. Cuba se vuelve a lavar sus manos y voltear la
espalda.
Esta tregua es un reloj de arena que deja
caer cada grano en el espacio vacío, así piensan los que están a favor del
cambio pacífico. La mente del cubano puede variar después que observe el mundo
desde una perspectiva más abierta económica y socialmente. En esto se asienta
la teoría. Estos rebeldes mentales podrían crear una fuerza de resistencia que
tiene aspiraciones sociales, económicas y políticas desde sus trincheras de
pensamiento.
Los herederos, temerosos y poderosos, abren las
puertas a sus prisioneros. Prefieren mantener el poder aunque pierdan, en
apariencia, el control total.
Desde cualquier punto que se analice, “viajar es
la victoria”, aunque la realidad es cruel y diferente; por ahora esta es una
válvula de escape, no es la solución a los graves problemas dentro de Cuba, pues
según una frase de la Revolución Francesa: ... el fuego que destruye no puede
construir.
Amelia
Maria Doval
“La vida no se vive por las veces
que respiras, sino por los momentos que te dejan sin aliento”
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