19 de julio de 2012

UNA CAPILLA NUEVA PARA UN VIEJO BARRIO

 
Una capilla nueva para un viejo barrio: La Mosca


De las iglesias que conforman el centro urbano de la ciudad de Camagüey, de su belleza y significación cultural, se ha escrito una y otra vez; pero las capillas pertenecientes a un sistema parroquial no son abordadas con frecuencia, máxime si se ubican en los repartos. Mas allá del interés que puedan tener los feligreses de una comunidad, resulta válido mostrar el aporte cultural de estos edificios, y su historia contribuye a ello.

En este trabajo no pretendemos tratar los resultados de una investigación exhaustiva, sino una aproximación a una obra del pasado reciente, erigida en el barrio de La Mosca: la Capilla "San Vicente de Paúl". Si bien no es una capilla tan antigua como las del área declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad, sin dudas es portadora de una gran importancia cultural.

Los orígenes del barrio habría que buscarlos en 1912, cuando el capitán del Ejército Libertador de Cuba, Carlos Mueke Bertel, contrató al agrimensor Rogelio Rodríguez para que parcelase su finca "La Caridad" (La Mosca). Este agrimensor  arremete la tarea siguiendo los patrones de la época, es decir, en solares de 10 metros de frente por 40 de largo, a los que el dueño les asignaría un valor de 200 pesos, con la facilidad del pago de 2.00 pesos mensuales. 

Ya fuera por lo asequible del precio o porque se concibiese como un reparto que auguraba un ambiente de modernidad, muy pronto se comenzó a consolidar el vecindario, al punto de que una década después ya requerían los vecinos de un nuevo edificio para recibir el pan espiritual.  

La gestión del centro religioso para facilitar el cumplimiento de los moradores de La Mosca con su Iglesia, estuvo a cargo de la Asociación de Señoras de San Vicente de Paúl, que en 1924 radicaba en la iglesia de La Caridad bajo la presidencia de Teonomina de la Torre viuda de Praga, y contaba como vicepresidentas a las señoras Ángela de Varona viuda de Miranda y Defina Bacallao de Hotsman; secretaria, Sofía Prada viuda de Cisneros; tesorera, Isabel Amador Sifontes y, como Presidentes de Honor, Mons. Dr. Enrique Pérez Serantes, Obispo de Camagüey, el Rev.  P. Felipe de la Cruz y las señoras Consuelo Rey de Villena y Alicia Lima de Santos.

El 16 de octubre de 1925 se solicitaba al alcalde de la ciudad "permiso para la construcción de una capilla y taller para niñas pobres  que llevarían como nombre San Vicente de Paul". La solicitud fue aprobada en diciembre del propio año. A esto siguió el desarrollo de una serie de acciones para recaudar fondos.

Siguiendo el ejemplo del Padre Valencia, acudieron a la caridad del pueblo y no solo recibieron dinero para la compra del solar en la calle Comandante Osgood entre Carretera Central y Brigadier General  Reeve,   sino además donaciones de materiales para la construcción del edificio.

Se contrató al arquitecto José Luis Acosta, quien proyectó un elegante edificio ecléctico, rico en detalles propios de la época. Pero un estudio comparativo entre el proyecto y la obra ejecutada indica que entre las aspiraciones y la realidad surgieron serios inconvenientes. Vale señalar que desde el punto de vista estético no fue colocado en la fachada del edificio el reloj que aparece en el diseño y, desde el punto de vista funcional, quedó sin terminar el taller para niñas pobres que se debía construir en un área aledaña a la capilla.

La primera piedra fue colocada el 25 de julio de 1924 y se culminó la construcción en 1928. La primera misa se celebró el domingo 22 de julio de 1928. Para la inauguración llevada a cabo ese día se repartieron postales conmemorativas con la imagen de san Vicente de Paúl. Los grabados de la fecha de inauguración que se pueden observar en la pared principal de la entrada fueron creados y puestos en este lugar por el P. salesiano Juan Ballary.

Los primeros sacerdotes designados para la capilla de san Vicente de Paúl fueron Felipe de la Cruz, Joaquín Torres y Roberto Laurentis hasta el año 1933, en que arribó a Camagüey el P. Pedro Pescatore Debermardi, de origen italiano, incansable misionero de la evangelización. Todos ellos sacertodes salesianos que asumieron la labor pastoral de la comunidad, conformada por entonces por los repartos La Mosca, Marquesado y Salomé. 

Destacada fue también la presencia de las Hermanas Salesianas con su excelente trabajo catequético: sor Aurora, sor Lidia, sor Lupe y sor Antonia Millares, que ejercieron su apostolado en la capilla san Vicente durante muchos años. Igualmente, sor Isabel Martínez, sor Elsa y nuestra muy querida sor Severina, formaron parte importante de la historia de la capilla. 

Entre las familias de la comunidad se destacaron la familia Martínez de la Cruz y la familia Velarde por sus aportes en los años 40 y 50, y los esposos Maribel y Gregorio desde 1968 hasta 1992, que durante este tiempo atendieron la capilla con gran abnegación.

Hoy nuestra comunidad cuenta con una gran feligresía de niños, jóvenes y adultos, comprometidos en las distintas labores pastorales tanto en el orden religioso como en el orden social. Todas estas personas hacen de esta capilla el centro de sus vidas; una verdadera razón para considerarsele como una pieza importante dentro del patrimonio cultural del Camagüey.  

Editado de "La Mosca: un nuevo barrio, una nueva capilla", por Yolanda Barrera Salas, Boletín Diocesano Camagüey, Nº 102, según datos de los archivos oficiales de la ciudad. 
Fotos y testimonio personal de la Sra. Pilar Mourelo.

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