Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más,
pero ni
pan ni alforja, ni dinero suelto en la faja;
que llevasen sandalias,
pero no, túnica de repuesto...
Ilumíname, Señor, y envíame
con tu Espíritu para que ofrezca y cante
tu plan de salvación, tu locura por la humanidad,
Con tu presencia para que lejos de sentirme solo,
en la tribulación seas mi consuelo
en las dificultades un cayado donde apoyarme
y en los fracasos un aliento para seguir adelante
Envíame, Señor con tu Palabra,
para que las mías nunca sean las más importantes,
ni mi persona sea un muro entre el hombre y el Misterio,
ni mis ideas eclipsen la grandeza del evangelio.
Envíame, Señor, con tu mirada,
para que vea al mundo con amor y no con pena,
para que observe los acontecimientos con esperanza,
para que cerrando mis ojos
sienta que, los tuyos, miran por donde yo avanzo.
Envíame, Señor, con tus brazos,
para que, con ellos, mantenga alzada la luz de la fe,
ayude a quien necesite una palabra o un amigo,
levante al que la vida lo ha dejado arrastrado
ame a los que, incluso, rechazan mi misión.
Para que sin juzgar y trabajando,
sepa que no soy yo el que siembro
sino tu mano poderosa quien sostiene la mía.
Javier Leoz, betania.es
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