El domingo de las tentaciones
Se quedó en el
desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás,
vivía entre alimañas y los ángeles le servían.
Marcos, 1, 13
Contigo en el desierto, Señor,
escucharé al silencio que habla
y la Palabra que resuena.
¿Por qué vas a un desierto, Jesús?
¿Qué te brindan la arena y las montañas
sin alimento ni nada con que sustentarte?
Llévame contigo al
desierto, Señor
porque sin
necesidad de estar
en la aridez de esa
tierra desértica,
también aquí y
ahora soy tentado:
por el afán de
tener
por el deseo del
poder
por la ambición de
ser adorado.
Contigo en el
desierto, Señor
me prepararé a la dureza de la cruz,
romperé con aquella tentación
que me persigue
como si fuera
mi misma sombra.
Quiero estar
contigo en el desierto, Señor.
Javier Leoz, betania.es
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