26 de febrero de 2012

REFLEXIÓN


El domingo de las tentaciones

Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás,
 vivía entre alimañas y los ángeles le servían.
Marcos, 1, 13

Contigo en el desierto, Señor,
escucharé al silencio que habla
y la Palabra que resuena.

¿Por qué vas a un desierto, Jesús?
¿Qué te brindan la arena y las montañas
sin alimento ni nada con que sustentarte?

Llévame contigo al desierto, Señor
porque sin necesidad de estar
en la aridez de esa tierra desértica,
también aquí y ahora soy tentado:
por el afán de tener
por el deseo del poder
por la ambición de ser adorado.

Contigo en el desierto, Señor
 me prepararé a la dureza de la cruz,
 romperé con aquella tentación
que me persigue como si fuera
mi misma sombra.
Quiero estar contigo en el desierto, Señor.

 Javier Leoz, betania.es

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