El domingo del Anuncio
Envía, oh Señor, tu Ángel con palabras de amor
que, no siempre mi vida, está colmada de paz.
Hoy, cuando siento ya tus pisadas en el horizonte,
siento que te necesito, que te espero,
que no puedo vivir sin un mensaje del cielo.
Vienes por nosotros, Señor, y te damos las gracias.
Siendo Dios, te harás hombre
para que entendamos que en la humanidad
está el camino para llegarnos hasta Ti.
¡Dinos, María, qué responderle a Dios!
¿Qué tenemos que hacer para no perderle?
¿A dónde acudir para sentir su presencia?
¿Cuándo asomarnos a la ventana de nuestro hogar
y decirle: ¡No pases de largo, Jesús!
Manda, Señor, tu Ángel con recados de fe,
que no siempre, nuestra vida, es campo abierto a tu gracia,
que no siempre, nuestros labios, proclaman tu Nombre,
que no siempre, nuestro corazón, está apoyado en Ti.
Entra, oh Señor, por la ventana de nuestros días,
derrama tu poder y tus dones
sobre la debilidad y la frialdad de nuestras respuestas.
Entra, oh Señor, por la ventana de nuestras inquietudes
Entra, oh Señor, por la ventana de nuestras inquietudes
y transfórmalas en deseo de servirte a Ti,
de amarte y esperarte a Ti.
Como lo hizo María.
Como lo sintió María.
Como lo recibió María.
Como te respondió María:
Aquí estamos, Señor.
¡Te esperamos con las ventanas abiertas!
Javier Leoz, Betania.es
Ilustración: La anunciación, Bartolomé Esteban Murillo.
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