Otra muerte sobre la conciencia colectiva
Por Amelia M. Doval
La muerte de Laura Pollán no fue el resultado de una enfermedad congénita, una epidemia o las consecuencias propias de la existencia. La vida de Laura fue un ejemplo de valentía femenina, de oposición a un gobierno que irrespeta al ser humano. La muerte de Laura Pollán, es un duelo para la humanidad. Una víctima de una tiranía con bases teóricamente comunistas, otra mártir que se oponía a los últimos bastiones de poder de un régimen que nació asesino.
La inflexibilidad de la secta gobernante en Cuba se sustenta sobre la base de un despotismo comunista que ha sido perfeccionado con técnicas nuevas y una inversión de capital que ha permitido tergiversar la historia. Los opositores cubanos son luchadores por la libertad, son hombres y mujeres que se enfrentan a favor de un pueblo sumergido en la barbarie. Golpear, matar, engañar, subestimar, oprimir, son sinónimos para quienes se hicieron del poder dejando una alfombra de cuerpos inertes por el único delito de pensar diferente.
Stalin y Hitler fueron dos puntas de la misma soga, que ahorcaba al mundo con la teoría de la superioridad de un hombre “científicamente” creado para vivir en una sociedad nueva, acaso no es el mismo discurso del hombre nuevo que describía Fidel desde sus primeros años de gobierno. La eliminación de un porciento de la población con el fin de reestructurar la sociedad, ha sido la variable constante en esta sumatoria de muertes que los tres han producido.
La hambruna como otro de los métodos posibles, devastando los campos, vendiendo y regalando la alimentación de los pueblos mientras transformaban las áreas productivas en desiertos infértiles, ha sido utilizada para crear sumisión y eliminar a los débiles, menos enemigos a combatir. ¿Puede haber alguna duda de la similitud de los métodos cuando nos referimos al genocidio de Ucrania (1932-33), de los judíos y la anticipación a una posible rebelión cuando en el 1990 se decreta el periodo especial en Cuba, conjuntamente con la ruina total del país?
La supremacía de los incondicionales, la violencia como hábito de vida, delaciones. El sentido de la injustificada presencia en el mundo de la clase obrera, demostrándole con acciones que no es imprescindible su participación porque son inferiores, eliminando su autoestima, todas son variantes de una sicología para someter a las masas.
La creencia de la honorabilidad de trabajar en el campo como método de agradecer el existir, es la justificación para enviar a la población a un trabajo forzado que los debilita. Es imposible negar que la presencia de la UMAP no es similar a los campos de concentración alemanes y rusos o la eliminación del 10% de la población, comenzando por los supuestos vagos, ineptos o parásitos no es una expresión semejante a la supuesta ley del vago en Cuba.
Los programas en Alemania o Rusia poco difieren de los que se vienen realizando desde 1959 en la isla. No importa si el exterminio, es a golpe, con gases sin dolor, con inyecciones letales o por hambre, lo realmente humillante es matar por pensar diferente. Laura Pollán es otra de las víctimas de este siniestro régimen que ha creado su maléfico poder sustentado en las más burdas y criminales teorías. No estamos ante la presencia de un tirano de poder, ególatra y avaricioso sino ante un clan de asesinos despiadados, con un ejército de kamikazes comprometidos con la cúpula.
El pueblo de Cuba necesita el apoyo de la humanidad con el reconocimiento internacional de un régimen tiránico. El pueblo no pide migajas, solicita que la humanidad no se desentienda de quienes sufren. Somos un pueblo con un extendido sincretismo religioso, una voluntad de trabajar y triunfar que nos hace crear comunidades grandiosas. Somos un país que ha sido destruido por la maléfica mano de un criterio de supremacía mal intencionado. Cómplice de genocidio serán quienes hoy no levantan la voz para denunciar los crímenes cometidos y en su abstinencia incluyen la aprobación y la subordinación a los asesinos.
Amelia M. Doval
Una ovación de pie para la escritora.
ResponderEliminarMaggie Guaty Marrero