Gárgola, San Juan de los Reyes, Toledo |
GÁRGOLAS
Cada vez que contemplamos una iglesia gótica, de esas cuyas torres parece se quieren adentrar en las nubes, nos llaman la
atención las figuras grotescas que a veces sobresalen de sus techos. Son las gárgolas. Su
función es la de servir de grifos, de desagüe a las aguas de los tejados,
expulsándolas por sus bocas.
El origen de esas gárgolas se remonta a la Edad Media y se relaciona con el auge de los bestiarios
(libros con ilustraciones de toda clase de animales) y los
tormentos del infierno. La imaginación de los artistas medievales estaba
abonada por mitos aún más antiguos que provenían de la antigua Grecia. Por ello
las gárgolas no se limitaban a la mera representación de grifos, sino que sus
artífices plasmaban, además, otros seres fabulosos que podían tomar la forma de
animales, seres humanos o una mezcla de ambos, pero siempre representados de
manera más o menos monstruosa.
El mito de la gárgola nace en la antigua Grecia. Eran criaturas con cuerpo
de león, y alas y cabeza de águila (grifos) que proporcionaban ayuda y amparo a
los hombres. Se les otorgaban poderes fantásticos y misteriosos. El mito
explica que fueron creadas para socorrer al hombre en las horas en las que
éste era más indefenso, en la noche, cuando no brillaba el sol. Por eso, cuando
aparecía el sol las gárgolas se quedaban quietas, inertes, hasta que anochecía;
entonces cobraban vida y volaban vigilando y dando ayuda a los hombres
necesitados. Pero las gárgolas también necesitaban del hombre para protegerse
ya que, al salir el sol, quedaban totalmente indefensas, y podían ser derribadas.
Otra interpretación, diferente a la que nos presenta la mitología griega, es
que son las almas de los pecadores a los que no se les ha permitido entrar en
las catedrales por sus pecados, por eso están siempre en las puertas de las
iglesias y catedrales sin poder entrar en ellas. Así se justifica su aspecto
terrorífico. Otros opinan que las gárgolas de piedra eran guardianes o protectores
de la iglesia. Su función era protegerla del diablo, alejando las influencias
oscuras y malévolas.
Quimera, Catedral Notre Dame, París |
Es un error muy común el llamar gárgola a cualquier
figura grotesca o monstruosa contenida en iglesias medievales, porque sólo se
deben considerar gárgolas las que
realizan la función específica de grifos o desagüe. Así, por ejemplo, las famosas figuras
monstruosas de función puramente decorativa instaladas por Violet-le-Duc en la
catedral de Notre Dame de París deben
ser denominadas quimeras y no gárgolas.
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