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Bernabé de Varona (Bembeta)
y la expedición del Virginius
- Por Frank
de Varona
Uno de los valerosos y legendarios héroes camagüeyanos de
la Guerra de los Diez Años de 1868 a 1878 fue Bernabé de Varona Borrero, más
conocido por su apodo, Bembeta. Nació este insigne patriota en Santa María del
Puerto del Príncipe, hoy Camagüey, el 23 de noviembre de 1845 y murió fusilado
por los españoles el 4 de noviembre de 1873 en Santiago de Cuba.
Bembeta llegó a ser general del Ejército Libertador y
logró mucho en su corta vida. Se destacaba este apuesto camagüeyano por su
elevada estatura y porte marcial. Desde muy joven comenzó a conspirar contra el
yugo español que oprimía a Cuba.
Bembeta quedó huérfano de padre el 24 de diciembre de
1852 a la edad de siete años. ¡Debió haber sido muy duro perder a su padre el
día de Nochebuena!
Un amigo de su padre ofreció educar a Bembeta en los
Estados Unidos y partió el joven a Nueva York en mayo de 1853. Estudió hasta
septiembre de 1856, unos tres años, y regresó a Puerto Príncipe. De nuevo en
los Estados Unidos en abril de 1859 estudió unos meses más. A los 15 años
regresó a Camagüey habiendo aprendido inglés. El haber estudiado en los Estados
Unidos y haber observado un gobierno democrático hizo que Bembeta escribiera en
su autobiografía que fue desde joven un “enemigo acérrimo de España”. Se hizo
un hábil mecánico y trabajó en ingenios azucareros ganándose la simpatía de los
negros esclavos por su prédica de igualdad y libertad.
Bembeta era alto, bien parecido y corpulento. Por sus
ideas separatistas tuvo muchos problemas y altercados con los españoles. Según
nos explica Bembeta en su autobiografía, en 1865 cayó preso en Santiago de Cuba
por haber provocado un duelo con el administrador de la aduana en esa ciudad. Al
año siguiente volvió a ser arrestado en Santiago de Cuba por “haber ocasionado
algunas heridas y contusiones a españoles que no respetaban a los criollos”.
En 1867 Bernabé de Varona viajó a Nueva York y contactó
al futuro General en Jefe del Ejército Libertador, el camagüeyano Manuel de
Quesada. Ambos trabajaron en los preparativos de la lucha armada contra España.
De regreso a Camagüey, Bembeta fue líder del movimiento
armado conocido como la “Conspiración de los Caleseros” de la que formaban
parte negros libres y esclavos. Fue arrestado el 26 de julio de 1868 en su
ciudad natal. Nos cuenta Bembeta “cinco días estuve en capilla sin tener otro
mueble que el infamante garrote donde descansar mi cuerpo”. Tenía entonces
Bembeta 22 años. Bembeta también participó en la logia Tínima No. 16 fundada en
1866. La logia planeaba un levantamiento armado en unión a Salvador Cisneros
Betancourt, Marqués de Santa Lucía. Ignacio Agramonte y Loynaz, Augusto Arango
y Agüero, Carlos Loret de Mola de Varona, Eduardo Agramonte, Manuel Ramón Silva
y otros camagüeyanos.
El Capitán General y Gobernador de Cuba Francisco de
Lersundi ordenó que trasladaran a Bembeta y a los otros prisioneros a La Habana
para entrevistarlos. Al ser conducido ante el gobernador español de Cuba,
Bembeta le hizo a Lersundi los signos masónicos de auxilio y ayuda. Lersundi,
quien era maestro masón, ordenó que se llevaran al resto de los prisioneros y
lo dejaran solo con Bembeta. Lersundi le dijo: “Abandone usted a los negros a
su propio destino, no sirven sino para moler caña. Lástima es que un
joven con inteligencia y tan buena presencia se mezcle en conspiración con esa
raza”. Lersundi trató sin éxito de convencer a Bembeta que dejara de conspirar
contra España y ordenó ponerlo en libertad. Bembeta estuvo 56 días preso en esa
ocasión.
Bembeta regresó a Nuevitas el 1 de octubre de 1868 a
continuar su trabajo de maquinista. Los españoles volvieron a arrestarlo el 3
de octubre y el 10 de octubre escapó con la ayuda de varios amigos y se alzó en
la manigua. Ese mismo día Carlos Manuel de Céspedes se alzó en La Demajagua y
comenzó la lucha por la independencia de Cuba.
El 4 de noviembre de 1868 Bembeta formó parte del grupo
de 76 patriotas camagüeyanos, los cuales secundaron al Padre de la Patria
Carlos Manuel de Céspedes, acudiendo al Paso de las Clavelinas y comenzaron la
guerra en Camagüey. Los insurrectos camagüeyanos eran casi todos miembros de la
logia Tínima No. 16 (72 de los 76 patriotas).
Las tropas españolas quedaron pronto sitiadas en Puerto
Príncipe mientras los mambises camagüeyanos se adueñaron del campo. Los
españoles levantaron trincheras en las vías de acceso a Puerto Príncipe. Bembeta
se distinguió atacando valientemente una de ellas. Los españoles se rindieron
ante el audaz ataque. Bembeta les respetó la vida a los prisioneros y los dejó
en libertad pidiéndoles su palabra de no hacer armas contra los insurgentes. Ante
este acto de generosidad los españoles gritaron ¡Viva Bembeta! Años más tarde
los españoles no respetarían su vida al caer prisionero.
Un día Bembeta, quien ya era un coronel, recibió la
noticia que una columna española de unos 300 soldados habían sacado a su novia
y a su familia de su hacienda y los llevaban hacia Puerto Príncipe. Varona solo
tenía 13 soldados en ese momento y el resto de su tropa estaba fuera buscando
comida. Bembeta ordenó a su pequeño grupo “¡A caballo!” y les dijo:
“¡Muchachos, si esos pícaros nos llevan la familia, mi honor esta perdido para
siempre y prefiero morir! ¿Seríais capaces de acompañarme arrancándosela a la
columna?”
Sus trece soldados respondieron: “¡Estamos dispuesto a
morir con el coronel!” La caballería mambisa atacó a la tropa española por
ambos flancos y Bembeta por la retaguardia mientras su corneta tocaba ¡A
degüello! El jefe de la columna creyó que lo atacaba una gran caballería y
ordenó tocar la retirada y Bembeta rescató a su novia y a su familia. Este
brillante y audaz rescate hizo crecer la fama de Bernabé de Varona.
Bembeta participó en numerosas batallas y fue hecho jefe
de la escolta del Cuartel General del Ejército Libertador. Después de la
Asamblea de Guáimaro se proclamó la Constitución y se organizó el nuevo
gobierno con Carlos Manuel de Céspedes como presidente de la República en
Armas. Al enterarse, los españoles mandaron un gran ejército para capturar a
Guáimaro y poner fin a la revolución.
Manuel de Quesada, General en Jefe del Ejército
Libertador, no teniendo suficiente soldados para defender a Guáimaro, ordenó al
Coronel Bernabé de Varona que incendiara la ciudad el 10 de mayo de 1869. Ya
los patriotas orientales habían quemado la cuna de la Revolución, la ciudad de
Bayamo, unos meses antes. El fuego era preferible a rendir ciudades.
En junio de 1869 participó el Coronel Bembeta en el
ataque a Las Tunas y más adelante en el asalto del fuerte San José. Fue
ascendido al grado de general de brigada en julio de 1869. En abril de 1871 fue
enviado a los Estados Unidos para organizar expediciones de apoyo a la
Revolución. En esa nación Bembeta trabajó con el General Manuel de Quesada. Con
dinero de la Junta Cubana radicada en Nueva York, Quesada compró un vapor con
dos palos llamado Virgen. Este barco fue construído en Escocia para el
gobierno de los confederados sureños en 1864 durante la guerra civil entre el
Norte y el Sur de los Estados Unidos.
El Virgen tenía 200 pies y cargaba 491 toneladas. Era de
poco calado ideal para desembarcar soldados y pertrechos de guerra en la costa
de Cuba y ayudar a los mambises. En la venta de 1870 apareció como dueño el
estadounidense John F. Patterson para así ocultar la participación de la Junta
Cubana. El vapor fue rebautizado con el nombre de Virginius.
Entre 1870 y 1873 el Virginius llevó hombres, armas y
municiones de los Estados Unidos a Cuba. El buque estuvo a punto de ser
capturado en Aspinwall (hoy Colón), Panamá, por el barco de guerra español Bazán,
pero fue salvado por la intervención del barco de guerra USS Kansas,
argumentando que el Virginius era estadounidense.
El general Bernabé de Varona fue nombrado a dirigir una
nueva expedición del Virginius y el 23 de octubre de 1873 salió el buque de
Kingston, Jamaica. A bordo del Virginius se encontraban 102 mambises y el barco
se dirigió primero a la isla de Jeremie en Haití y después a Port-au-Prince, la
capital de esa nación, donde Bembeta compró el armamento a llevar a Cuba.
El Virginius navegó hacia la provincia de
Oriente y estando cerca de Guantánamo fue visto por la corbeta española Tornado,
un barco de tres palos más veloz y más poderoso que el barco de los mambises. Comenzó
la persecución del Virginius por el Tornado, bajo las órdenes del capitán
español Dionisio Costilla.
El capitán del Virginius, el norteamericano Joseph Fry y
los cubanos echaron al mar todo el armamento y equipo para quitar peso al
barco y poder escapar. Por ocho horas navegaron hacia Jamaica mientras veían al
Tornado que se acercaba más y más y que le disparaba cañonazos. El motor de
vapor que iba a toda máquina explotó y el Virginius comenzó a hundirse. Fry
dijo: “Siento que tengamos que rendirnos porque nos vamos a hundir”. El Virginius
fue capturado a seis millas de la costa de Jamaica en aguas territoriales
británicas, ya que Jamaica era una colonia de Gran Bretaña. El 31 de octubre de
1873 los españoles abordaron el Virginius y bajaron la bandera estadounidense
al piso y la pisotearon y la escupieron. El Virginius con su tripulación de
marineros y soldados, unos 155 hombres en total, fueron llevados a Santiago de
Cuba.
A pesar de que el Virginius llevaba bandera de los
Estados Unidos, toda la tripulación era estadounidense y británica y su captura
fue en agua territoriales de Inglaterra, el comandante de Santiago de Cuba el
brigadier Juan Nepomuceno Burriel decidió fusilar a casi toda la tripulación y
soldados.
Contó Burriel con el apoyo del Círculo Español el Club
San Carlos y los oficiales de los Voluntarios. Una serie de consejos de guerra
se celebraron en la fortaleza de Dolores en Santiago de Cuba.
El 4 de noviembre de 1873 fueron fusilados los cuatro
altos oficiales del Ejército Libertador: el General Bernabé (Bembeta) de Varona
Borrero, el General Pedro de Céspedes de Castillo, hermano del Padre de la
Patria Carlos Manuel de Céspedes, el General Jesús del Sol y el General George
Washington Ryan
Ese día a las 6:45 de la mañana los cuatro prisioneros
fueron sacados de sus celdas mientras un soldado tocaba en el tambor la marcha
de la muerte. Ryan le dijo a sus compañeros: “Creo que es la muerte esta vez. Adiós
muchachos y buena suerte”. A Bembeta y del Sol los arrodillaron mirando a un
muro y los fusilaron por la espalda. Ryan y Céspedes presenciaron el fusilamiento
de sus dos compañeros. Cuando les tocó su turno protestaron la forma de su
ejecución y los arrodillaron a la fuerza pero le permitieron que miraran de
frente al pelotón de fusilamiento. Los cuatro patriotas se portaron muy
valientes. Así lo escribió Burriel en su informe.
José Martí escribió de Bembeta:
“Bernabé Varona,
el que de un vuelco de la muñeca derribaba un toro, y de un salto del corazón libertaba a
cientos de prisioneros españoles. Luego España deshizo a balazos aquella
hermosa cabeza. ¿A qué? Los héroes renacen…”
Reproducido
de eichikawa.com
El relato de la conclusión de este
desafortunado hecho de nuestras luchas emancipadoras continuará en una próxima
edición.
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