El Arca de No-Él
- Por José Hugo Fernández
LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) – Disimuladamente,
como quien no quiere la cosa, van desapareciendo de la jerga oficial en Cuba
las palabras “cambio”, “reformas” y similares al uso en meses atrás. En breve,
pocos recordaremos que alguna vez se habló aquí del asunto.
Era de esperar, por las muchas veces que ha ocurrido con
otras palabras, si no iguales, al menos con igual función: envaguecer los
hechos. Llámese “rectificación de errores”, “perfeccionamiento” o “ajustes en
el modelo”, jamás nuestros caciques utilizaron las palabras para revelar sus
verdaderas intenciones.
Ni aun en este caso, hundidos en el pantanal y con el
fango ya en la boca, introdujeron cambios en su clásica manera de cambiar,
siempre para peor. Ahora, eso sí, al margen de las palabras, esta vez parecen
estar manejando una intención que si bien no pregonan abiertamente, según su
estilo, sí demuestran interés porque se la adivinemos y hasta que la comentemos
sotto voce.
Persuadidos de que detrás o delante de cada metida de
pata que les llevó a la ruina está la vesania y el absolutismo individual de
Fidel Castro, parece que estuvieran apostando por dar a entender (sin
reconocerlo por lo claro, nunca lo harían) que la oportunidad de perfeccionar
el socialismo ha llegado al fin para ellos, puesto que cada día es más evidente
que el cacique mayor no podrá impedirlo.
Al final se trata de una nueva actuación para el público,
puesto que si algo quieren y necesitan ellos es precisamente conservar intacto
lo que les legó el máximo líder. Pero en el aparentar que ahora sí se puede
porque él ha depuesto el control, radica el nervio de su actual estrategia,
llámese como se llame.
El resto es tarea para los medios oficiales de información,
los que, como siempre, pero ahora con un énfasis que raya la desmesura, se
esfuerzan por aguzar los temores del pueblo saturando la televisión con
imágenes de cuánta catástrofe social ocurre en el mundo, y recargando los
noticiarios con las teorías de cualquier tarúpido (preferiblemente los que
hablan el español con acento extranjero) dado a profetizar que el capitalismo
boquea, que su fin se encuentra al doblar de la esquina, y que ha convertido a
la civilización occidental en un agujero negro por el que no debemos permitir
que nos arrastren.
En su delirio no reparan siquiera en la posibilidad que
están ofreciendo a nuestra gente para que compare lo que ve en televisión con
la pesadilla que vive a diario.
Da grima verlos dedicándole la mayor parte del tiempo del
noticiero de la televisión nacional a huelgas de obreros, marchas de protestas
ciudadanas, caravanas por la paz, demandantes todos de reformas y derechos que
nunca hemos disfrutado aquí y que ni en sueños podríamos lanzarnos a la calle a
reclamar.
Qué remedio, es su juego: hacernos creer que llegó la
hora del diluvio universal, pero aquí somos privilegiados, pues los caciques
convierten la Isla en un nuevo Arca de Noé. Tanto más segura por cuanto para el
caso tiene un nombre particular, a tono con la manera en que ellos utilizaron
siempre las palabras: El Arca de No Él, o sea, sin Fidel Castro al mando, pero
que en definitiva únicamente persigue salvarlo a él y a los aguerridos
capitanes de su tripulación.
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