Soy de los tuyos, Señor,
desde el día de mi Bautismo
en el que Dios me hizo hijo suyo.
Cuando hago algo por los demás
y no sólo miro por mi mismo.
Cuando escucho tu Palabra
y siento que Dios me habla con palabras de amor.
Cuando, sabiendo que soy débil,
miro al cielo para que Dios me ayude.
Soy de los tuyos, Señor,
si no dejo que nada ni nadie
me aleje de Ti.
Si hago el bien a los que me rodean
aunque a algunos les parezca poco o nada.
Si, como Tú, Señor,
me dejo llevar de la mano del Padre.
Si allá donde hablo y camino,
soy semilla de verdad, de justicia y de perdón.
¿Soy de los tuyos, Señor?
Dame tu Espíritu para que
no se apague en mí
lo que Dios en el día de mi bautismo
me regaló con tanta fuerza y amor:
su presencia.
Javier Leoz, Betania.es
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