15 de diciembre de 2010

EL ÚLTIMO FRACASO

Por Tania Díaz Castro

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) – No se sabe cuándo desapareció el ejército de trabajadores sociales, compuesto por 30 mil jóvenes que estaban desvinculados del estudio y el trabajo, y fundado el 1ro. de septiembre de 2000, por iniciativa directa de Fidel Castro.

Para preparar a estos chicos para que se enfrentaran a la grave problemática social cubana y “pusieran orden” , se invirtió un jugoso presupuesto destinado a salarios, acondicionamiento de locales de estudio, profesores, computadoras, videos, televisores, libros de texto, tabloides, ropa, calzado, mochilas, relojes de pulsera, alimentación, etc. “Ellos se merecen todas las prebendas”, dictaminó el Comandante.

La idea de manipular y adoctrinar a la juventud no fue original de Castro, algo parecido trató de hacer Adolfo Hitler con los jóvenes alemanes.

Fidel Castro calificó a su nuevo ejército de jóvenes “médicos del alma”, cuando en 2001 recibieron la primera tarea a cumplir: pesar y medir a todos los niños que nacieran en nuestros campos y ciudades. Se quería saber por qué estaba naciendo en Cuba una generación de niños cuyo peso y talla era muy inferior a lo normal.

Bajo la consigna de llevar la justicia social a los sectores más vulnerables de la sociedad, los jóvenes trabajadores sociales comenzaron a campear por sus respetos y tomaron atribuciones que no les pertenecían. En 2005 y 2006, los jóvenes trabajadores sociales comenzaron a sentirse dueños de los efectos electrodomésticos chinos que vendían a la población, previa entrega de los viejos equipos norteamericanos, consumidores de mucha energía, pero de mejor calidad a pesar de su vejez. Ni tontos, ni perezosos, hicieron todo tipo de negocios ilegales, lo mismo con los electrodomésticos que cuando fueron encargados de mantener el control de las gasolineras, para evitar el escandaloso desvío de combustible.

Convertido en una peligrosa fuerza difícil de controlar por el régimen, el ejército de los jóvenes descarriados, que resultaron ser más corruptos que los que corruptos que debían vigilar, fue desintegrado. Como mismo le otorgaron poder, alguien los borró del mapa, sin hacer mucho alboroto.

El ejerció de jóvenes trabajadores sociales que supuestamente acabaría con la corrupción, es uno de los más recientes en la interminable lista de fracasos de Fidel Castro, que ya son demasiados.

El Comandante, próximo ya a los noventa años, como mismo no pudo hacer que la leche corriera por tuberías y producir más queso que Holanda, tener ocho millones de vacas, convertir en tierra productiva la Ciénaga de Zapata, vender al pueblo 60 millones de huevos al mes, producir diez millones de toneladas de azúcar, producir café en el célebre Cordón de La Habana, lograr uno, dos, tres Viet Nam en América Latina, y mucho menos, “vencer al imperialismos yanqui”, tampoco pudo controlar a los jóvenes delincuentes del ejercito de trabajadores sociales. Pero, de eso, como de su multitud de fracasos a lo largo de medio siglo, no se habla.


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