7 de noviembre de 2010


EL DOMINGO DE LA VIDA

* Los saduceos, que no creían en la resurrección de los muertos, se sacan de la manga este ejemplo de una viuda con pluriempleo de viuda, como nosotros creemos a medias en la resurrección  y hacemos bromas del lío que será el día de la resurrección el saber de quien será el riñón transplantado o, peor aún, el corazón que no hay más que uno.

Jesús, que sabe que vivimos más de la imaginación que de la cabeza, no quiere meterse en el cómo será, sino simplemente en que la resurrección es una realidad fundamentada nada menos que en la misma veracidad de Dios. Dios es Dios de vivos no de muertos. Y, por tanto, si ha hecho un pacto con Abrahán, Isaac y Jacob, lo ha hecho con seres vivos y que a pesar de la muerte van a seguir siendo ellos mismos.

No es el hombre que muere, son las cosas las que se le mueren al hombre. Se le acaban los éxitos, la salud, las facultades, los amigos, los familiares, pero queda debajo lo que el hombre siempre fue, brasas de su encina salida de la manos de Dios, todo lo demás es como ceniza que al soplo de Dios que llama se desprende y queda limpia, pura y brillante, esa brasa que toma Dios en sus manos divinas para hacerla brasa inmortal de vida eterna.

José María Maruri SJ
www.betania.es

No hay comentarios:

Publicar un comentario