LOS DOS MARES
En Palestina hay dos mares:
Uno de ellos es fresco y lleno de peces. Prados, bosques, y huertos adornan sus orillas, los árboles extienden sus ramas sobre él, y alargan sus sedientas raíces para beber sus saludables aguas. En sus playas juegan grupos de niños, como jugaban cuando Jesús solía venir aquí. Él amaba este mar. Contemplando su plateada superficie predicó muchas veces sus parábolas. Y en un valle cercano dio de comer a cinco mil personas con unos pocos panes y peces.
Las cristalinas aguas espumantes de un brazo del Jordán, que llegan a él saltando los cerros, forman este mar que ríe y canta bajo la caricia del sol. Los hombres edifican sus casas cerca de él y los pájaros sus nidos. Y todo cuanto vive es dichoso con sólo estar a su orilla.
El Jordán también desemboca al sur en otro mar. Allí no hay chapoteo de peces, ni susurro de hojas, ni canto de pájaros, ni risa de niños. Los viajeros evitan esa ruta, a menos que la urgencia de sus negocios les obligue a seguirla. Una atmósfera densa pesa sobre las aguas de este mar que ni el hombre, ni la bestia, ni el ave beben nunca.
¿A que se debe tan enorme diferencia entre dos mares vecinos? No se debe al Jordán, porque tan buena es el agua que vierte en uno, como la que vierte en el otro. Tampoco se debe al suelo que les sirve de lecho, ni a las tierras que lo circundan.
La diferencia se debe a esto: el mar de Galilea recibe las aguas del Jordán, pero no las retiene, por cada gota que entra, sale una gota. El dar y el recibir se cumplen allí en idéntica medida. En cambio, el otro mar es avaro y atesora celosamente lo que recibe. Nunca es tentado por un impulso generoso. Cada gota que allí cae, allí se queda.
El mar de Galilea da y vive. El otro, el que no da nada, se llama mar Muerto. Hay dos mares en Palestina. Hay dos clases de gente en el mundo.
Escrito por Sadhu Sundar Singh.
Fotos: adg
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