El amor y yo
Dulce María Loynaz
Dicen que el amor es fuente
donde apaga el alma ardiente
su sed jamás extinguida;
donde son verdad los sueños
que con ingenuos empeños
nos forjamos en la vida.
Que es la sola flor que existe
en este camino triste
lleno de zarzas y abrojos...
¡Y que no hay gloria en la Tierra
igual a la que se encierra
en el fondo de unos ojos...!
Dicen que es algo sublime,
que es lo que al hombre redime
y que es lo que el hombre ensalma.
Dicen que amar es vivir...
Dicen que amar es sentir
el cielo dentro del alma...!
Dicen... ¡Dicen tantas cosas!
Con frases tan luminosas
nos presentan al amor...
¡Que no quiero conocerlo!
Tal vez mis ojos al verlo
se cieguen con su fulgor...
Renuncio a todas sus glorias
verdaderas o ilusorias
porque sé por experiencia
que no se encuentra en el mundo
un deleite más profundo
que la paz de la inocencia.
Sentir que reposa el alma
sin que se turbe su calma
ni se empañe su candor,
esa es dicha verdadera...
Y si he de seros sincera:
le tengo miedo al amor...
Me decís que aunque no quiera
el brillo de la quimera
deslumbrará mi razón;
y a pesar de mis enojos
bajo el fulgor de unos ojos
¿Temblará mi corazón... ?
Lo dudo... Porque aunque sé
que ya mi infancia se fue
y el amor se me aparece
con su tentador aliño...
¡Mi corazón es un niño...
Un niño que nunca crece...!
Dulce María Loynaz, a los 18 años
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