La Madonna de Stalingrado
Marlene María Pérez Mateo
“Madre e Hijo están inclinados el
uno hacia el otro, envueltos en un gran manto, que protege a ambos. Me vinieron
a la mente las palabras de San Juan: Luz, Vida, Amor. Contempla en el niño al
niño primerizo de una nueva humanidad, que nacido con dolor, relumbra sobre
toda oscuridad y tristeza. Que sea para nosotros el símbolo de una vida
triunfante y de feliz futuro que tras tanta experiencia con la muerte, amaremos
aún con más ardor y autenticidad, una vida que sólo merece ser vivida si es
pura como los rayos de la luz y cálida como el amor…”
El que así escribía una misiva a su esposa, en los primeros días de 1943, era Kurt Reuber. Un pastor evangélico, teólogo, pintor y médico alemán; miembro por entonces de la división 16 de blindados del ejército nazi, que a sus 36 años se ocupaba de un hospital de guerra en un frío bunker durante la Batalla de Stalingrado (agosto 1942- febrero 1943)
Era Navidad. Y Reuber, un hacedor de
retratos y dibujos a la luz de una mustia lámpara, tomó por base el reverso de
un mapa soviético pintado en una tabla quemada de unos 105 por 80 centímetros
para trazar la obra que le inmortalizó: la Madonna de Stalingrado, con el
subtitulo: “Mujer sentada, cobija y protege a un niño”. Los heridos se
reunieron frente al icono; incluso los de otros campamentos vecinos, quienes se
arriesgaron para cobijarse cerca de la recién creada obra.
Wilhem Grosse, oficial alemán
herido y evacuado poco antes del fin del cerco de la vieja ciudad rusa, el 13
de enero de 1943, llevó la imagen y la carta a la familia del autor. Las tropas
soviéticas tomaron 300,000 soldados del VI ejército y 90,000 supervivientes,
todos prisioneros al Campo de Oranki.
Allí Reuber reprodujo a la Madonna en el campo de prisioneros que bajo
el poderío de Stalin era el Campo de Presos de Jelaboga, por lo cual llevó el
nombre de “La madonna de los prisioneros”, entregada posteriormente a la esposa
del autor por un sobreviviente con el
recuento de los últimos momentos de existencia del pintor. Reuber murió por fiebre tifoidea el 20 de
enero de 1944 en el confinamiento bajo el poder soviético. Dos lustros después
su familia, al conocer y verificar la veracidad de su muerte celebró sus
funerales en su ciudad natal, Wichmannhausen.
Hacia 1983, el presidente de
Alemania Federal Karl Carstens, solicitó la imagen a sus albaceas, quienes
gustosamente la entregaron a la Iglesia Kaiser-Wilhelm Gedichtniskirche
(Iglesia del Kaiser Guillermo). Hoy la Madonna es el emblema del Regimiento Sanitario
del ejército alemán. El gobierno germánico envió copias al Reino Unido, Rusia y
Austria. Hoy la Madonna de Stalingrado se encuentra en infinidad de litografías,
tallas, esculturas, bordados, tapices y dibujos que le reproducen. En 1995, los
veteranos de guerra austriacos de la
segunda Guerra Mundial regalaron una
preciosa talla en madera a una parroquia católica (es la que encabeza este
articulo).
La ciudad de Stalingrado
tuvo ese nombre entre 1925 al 1961; hoy Volgogrado, se encuentra en la
confluencia de los ríos Volga y Tsaritza (del tártaro amarillo). Allí, en el fragor
de una de las batallas mas cruentas registradas por la historia, hubo a través
de las manos de un dibujante un maternal reflejo de luz.
Nota: Conocí la existencia de esta historia en este fin del 2016.
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