La vida cristiana es
simple,
pero no fácil
VATICANO, 23 Sep. 14 / 06:25 pm (ACI/EWTN Noticias).-
La vida cristiana es “simple”, escuchar
la Palabra de Dios y ponerla en práctica, no limitándose a “leer” el Evangelio,
sino preguntándose de qué modo sus palabras hablan a la propia vida. Lo dijo el
Papa Francisco en la homilía de la Misa de la mañana celebrada en la capilla de la
Casa de Santa Marta.
Las palabras que decía sonaban nuevas, como
“nueva” aparecía la autoridad de quien las pronunciaba. Palabras que tocaban el
corazón y en las cuales tantos percibían “la fuerza de la salvación” que
anunciaban. Por esta razón, observó Francisco, las muchedumbres seguían a
Jesús. Pero también estaban aquellos que lo seguían “por conveniencia”, sin
demasiada pureza de corazón, tal vez sólo por las “ganas de ser más buenos”.
El Santo Padre, señala la nota de Radio Vaticano,
explicó luego que en dos mil años no es que este escenario haya cambiado mucho.
También hoy muchos escuchan a Jesús como aquellos nuevos leprosos del Evangelio
que, “felices” con su nueva salud, “se olvidaron de Jesús” que se las había
devuelto.
“Pero Jesús seguía hablando a la gente y amaba a
la gente, amaba a la muchedumbre hasta tal punto que dice: ‘Estos que me
siguen, esa muchedumbre inmensa, son mi madre y mis hermanos, son éstos’. Y
explica: ‘Quienes escuchan la Palabra de Dios, la ponen en práctica’. Estas son
las dos condiciones para seguir a Jesús: escuchar la Palabra de Dios y ponerla
en práctica. Esta es la vida cristiana, nada más, ¡eh! Simple, simple. Tal vez
nosotros la hayamos hecho un poco difícil, con tantas explicaciones que nadie
entiende, pero la vida cristiana es así: escuchar la Palabra de Dios y ponerla
en práctica”.
He aquí porqué –como lo describe el pasaje del
Evangelio de Lucas– Jesús replica a quien le refería que sus parientes lo
estaban buscando: “Mi madre y mis hermanos son aquellos que escuchan la palabra
de Dios y la ponen en práctica”.
Y para escuchar la Palabra de Dios, la Palabra de
Jesús –dijo el Papa– basta abrir la Biblia, el
Evangelio. Pero estas páginas – afirmó – no deben ser leídas, sino escuchadas.
“Escuchar la Palabra de Dios – indicó Francisco – es leer eso y decir: ‘¿Pero
qué me dice a mí esto, a mi corazón? ¿Qué me está diciendo Dios a mí, con esta
palabra?”. Y nuestra vida cambia”.
“Cada vez que nosotros hacemos esto – abrimos el
Evangelio, leemos un pasaje y nos preguntamos: ‘Con esto Dios me habla, ¿me
dice algo a mí? Y si dice algo, ¿qué cosa me dice?’ – esto es escuchar la
Palabra de Dios, escucharla con los oídos y escucharla con el corazón. Abrir el
corazón a la Palabra de Dios”.
“Los enemigos de Jesús escuchaban la Palabra de
Jesús, pero estaban cerca de él para tratar de encontrar una equivocación, para
hacerlo patinar, y para que perdiera autoridad. Pero jamás se preguntaban:
“¿Qué cosa me dice Dios a mí en esta Palabra?”. Y Dios no habla sólo a todos;
sí, habla a todos, pero habla a cada uno de nosotros. “El Evangelio ha sido
escrito para cada uno de nosotros”.
Ciertamente, prosiguió el Santo Padre, poner
después en práctica lo que se ha escuchado “no es fácil”, porque “es más fácil
vivir tranquilamente sin preocuparse de las exigencias de la Palabra de Dios”.
Pistas concretas para hacerlo –recordó– son los Mandamientos, las
Bienaventuranzas. Contando siempre con la ayuda de Jesús, incluso cuando
nuestro corazón escucha y hace de cuenta que no comprende. Él, dijo el Papa,
“es misericordioso y perdona a todos”, “espera a todos, porque es paciente”.
“Jesús recibe a todos, también a aquellos que van
a escuchar la Palabra de Dios y que después lo traicionan. Pensemos en Judas:
‘Amigo’, le dice, en aquel momento en que Judas lo traiciona. El Señor siempre
siembra su Palabra, sólo pide un corazón abierto para escucharla y buena
voluntad para ponerla en práctica”.
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