8 de enero de 2014

La Causa de Beatificación de Mons Boza Masvidal




Comité Pro Beatificación 
de Mons. Eduardo Boza Masvidal

NOTA DE PRENSA

El Comité Pro Beatificación de Monseñor Eduardo Boza Masvidal de Miami invita a todos a participar en una Misa en Acción de Gracias por la reciente proclamación oficial del inicio de su Causa de Santidad en la ciudad de Los Teques en Venezuela.

La Misa tendrá lugar en la Ermita de la Caridad el viernes 10 de enero de 2014 a las 8:00pm.

Mons. Boza, con su santidad, tocó muchas vidas: sus feligreses de la Parroquia de la Caridad en La Habana; antiguos alumnos de los colegios De La Salle de Cuba así como de la Universidad de Villanueva de La Habana; ex miembros de la Acción Católica Cubana; miembros de la Unión de Cubanos en el Exilio; cientos de expresos políticos cubanos llegados a Venezuela y miles de fieles en Cuba, Venezuela, España y EEUU.

Remitido por Sylvia Sariol Cabañas



En 1913... Vivien Leigh




En 1913...

Vivien Leigh...Scarlett O'Hara

Marlene María Pérez Mateo

En 1913, nació en Dajeeling, India (entonces colonia británica) Vivien Mary Hartley un 5 de noviembre. Hasta el momento no he dicho mucho o quizás suficiente para reconocer en tal hecho la llegada al mundo de una de las mujeres mas bellas y reconocidas del séptimo arte, hablamos de Vivien Leigh. 

Hija de actor subió a la escena a los tres años de edad y por las manos de su madre llegó al mundo de los libros donde le esperaban Christian Andersen, Lewis Carroll y Rupyard Kipling. Inicia sus estudios en un Convento el del Sagrado Corazón en Roehampton, Inglaterra y mas tarde ingresa en la Royal Academy of Dramatic Art. Llegó al cine y de nuevo al teatro en los años treinta, donde conoce a su segundo esposo y al amor de su vida el también actor Laurence Olivier. Su exagerado hábito de fumar y su difícil personalidad la llevaron a una muerte temprana. Los teatros de Inglaterra apagaron sus luces por una hora por respeto a su memoria el día de su deceso. Le sobreviven su hija, nietos y bisnietos quienes permanecen en el anonimato.

Merecedora de dos Oscar por sus papeles protagónicos en “Lo que el viento se llevó” y “Un tranvía llamado deseo”, dos piezas maravillosas tan distantes como vitales de la literatura y el cine norteamericanos. Políglota, con una formación dramática y cultural impresionante y envidiable; acompañó su hacer histriónico con una belleza enigmática de ojos verdes y expresivos; un aire romántico y cautivador. Manejó su carrera artística con gran tino y equilibrio no dejando lugar al deslumbramiento ni la desmesura, algo inusual pero cierto. Protegió su intimidad y vida privada, en la medida que respetó la de sus compañeros de reparto
                 
Tenesse Williams se deshizo en elogios por la personificación de Vivian en el rol central de Blanche, de la mas conocida de sus obras. Pero sin dudas es Scarlett O'Hara  quien le inmortalizara. Manejó el papel de sureña casi de forma inmaculada. No solo el  acento también se dejó llevar por la época y el conflicto histórico sobradamente difícil en que se desenvolvía la trama de la conocida obra.
               
Hace una semana vio la luz la primera biografía en español de la artista; del escritor y periodista  José Madrid. Un repaso en semblanzas, no en cronología de la actriz que bien invita a la lectura.

 Marlene María Pérez Mateo
Noviembre 12, 2013  


7 de enero de 2014

Preocupación por tergiveración cotinua de las palabras del Papa Francisco


El uso partidista e interesado que algunos medios de comunicación hacen de las declaraciones del Papa Francisco es un hecho que preocupa a la Santa Sede y que probablemente será abordado por el Vaticano en consideración.

P. Federico Lombardi, Portavoz de la Santa Sede 

Platero y él



Platero y él
Ana Dolores García

Platero

Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro. Lo dejo suelto y se va al prado y acaricia tibiamente, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente: ¿Platero?, y viene a mí con un trotecillo alegre, que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal...

Así es Platero, el pequeño burro idealizado por Juan Ramón Jiménez y hecho inmortal por la poesía que brota de la prosa que lo describe.  Tan inmortal, que sus trotes ya centenarios continúan deleitando a quienes siguen sus travesuras, subyugados por el encanto de la sencillez con que Juan Ramón las narra.    

El poeta publicó la primera edición en 1914. Luego hubo otras con más aventuras de Platero, las que llegaron a llenar 138 capítulos, mas tres últimos que se agregaron en la década de 1920. Quedaron en sueños otros proyectos como el de una segunda parte que se llamaría Otra vida de Platero. Al cabo, la vida y muerte de Platero quedaron encerradas en los breves capítulos de Platero y yo.  Ellos bastaron para hacer más brillante aun la aureola de poeta grande que alcanzó Juan Ramón Jiménez.  

Platero, más que para niños, fue escrito para adultos, a los que no escaparía la sensibilidad del autor.  Juan Ramón lo advertía  «Yo nunca he escrito ni escribiré nada para niños, porque creo que el niño puede leer los libros que lee el hombre, con determinadas excepciones que a todos se le ocurren».

En el libro dedicado «a la memoria de Aguedilla, la pobre loca de la calle del Sol, que me regalaba moras y claveles», Juan Ramón escribe este prologuillo:

Advertencia a los hombres que lean este libro para niños:

Este breve libro, en donde la alegría y la pena son gemelas, cual las orejas de Platero, estaba escrito para… ¡qué sé yo para quién!... para quien escribimos los poetas líricos. Ahora que va á los niños, no le quito ni le pongo una coma. ¡Qué bien!

«Donde quiera que haya niños –dice Novalis-, existe una edad de oro, que es como una isla espiritual caída del cielo, anda el corazón de poeta, y se encuentra allí tan á su gusto, que su mejor deseo sería no tener que abandonarla nunca».

¡Isla de gracia, de frescura y de dicha, edad de oro de los niños; siempre te halle yo en mi vida, mar de duelo; y que tu brisa me dé su lira, alta y, á veces, sin sentido, igual que el trino de la alondra en un sol blanco del amanecer!
El poeta


Él

«Nací en Moguer, la noche de Navidad de 1881. Mi padre era castellano y tenía los ojos azules; y mi madre, andaluza, con los ojos negros. La blanca maravilla de mi pueblo guardó mi infancia en una casa vieja de grandes salones y verdes patios. De estos dulces años recuerdo que jugaba muy poco, y que era gran amigo de la soledad…»


Óleo de Joaquín Sorolla
Fue depresivo y taciturno gran parte de su vida, por lo que se vio internado varias veces en sanatorios y clínicas para enfermos mentales. Aun así, no fue nunca ajeno a reuniones con otros poetas y escritores. En 1911 se decide a vivir en Madrid y poco tiempo después conoce a Zenobia, con quien contrae matrimonio y comparte el resto de su vida.  

Durante los convulsos años de la Guerra Civil española se traslada a Washington, y allí se desempeña como Agregado Cultural de la Embajada de la República Española. Al finalizar la Guerra Civil no considera el regreso a España y opta por el exilio. Vive en Puerto Rico hasta su muerte en 1958, totalmente desolado a partir  del fallecimiento de su amada Zenobia, ocurrida en 1956, el mismo año en que le fuera otorgado el Premio Nobel de Literatura.

"...Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando,
y se quedará mi huerto con su verde árbol
y con su pozo blanco.
Todas las tardes el cielo será azul y plácido,
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las esquilas del campanario.
Se morirán los que me amaron
y el pueblo se hará nuevo cada año;..."

La máquina de escribir cumple hoy 300 años


Máquina ideada por Sholes en 1872

La  máquina
que  desbancó  a  la  pluma
cumple  hoy  tres  siglos



Borja Bergareche / Londres
 abc.es

Entre la concesión de la primera patente de la máquina de escribir hace 300 años y su fabricación a escala industrial a comienzos del siglo XX pasaron casi dos siglos.

No puede decirse que la máquina de escribir tenga un único inventor,  pues    fueron varias las personas que contribuyeron con sus ideas e invenciones quienes terminaron llevando a las primeras máquinas comercializadas con éxito. De hecho, los historiadores estiman que varias formas de máquina de escribir fueron diseñadas al menos 52 veces por mecánicos que intentaban conseguir un producto final y útil.  La innovación que condujo a la máquina para que a la postre pudiera escribir  sobre papel mas rápidamente que el puño humano, fue considerable. Y sirvió para optimizar las posibilidades de otro invento clave de la Humanidad, la imprenta ideada por John Gutenberg a mediados del siglo XV.

Aunque no se conservan ni dibujos ni maquetas de aquel primer intento, el 7 de enero de 1714 la Reina Ana Estuardo concedió en su último año en el trono una patente para lo que los historiadores consideran como el aparato precursor de la máquina de escribir.

Según consta en los archivos de la época, la soberana reconoció a Henry Mill, un inventor inglés, el haber llevado a la perfección «una máquina artificial o método para la impresión o transcripción de letras de forma individual o progresiva una detrás de la otra, como al escribir, por medio de la cual todos los escritos quedan fijados en papel o pergamino de forma tan clara y exacta que no se distingue de la imprenta, con lo que la citada máquina o método podría ser de gran utilidad en los asentamientos y en los archivos públicos…». Así describía la patente real el invento de Henry Mill, un ingeniero hidráulico inglés.     

Mas de un siglo después se produce la patente registrada en 1829 por el estadounidense William Austin Burt para un «tipógrafo», un aparato tosco con aspecto de mesa de carnicero cuya única maqueta ardió en el incendio de la oficina de patentes de 1836.

Por su parte, el italiano Pellegrino Turri ya había concebido un aparato con esa función en 1808 con la idea de ayudar a los ciegos, el mismo afán que guiaba a otros de los padres de la criatura, el norteamericano Charles Thurber, que en 1843 patentó la primera máquina con carro móvil.

No sería hasta 1872 cuando el “tipógrafo” alcanzó su éxito comercial con el modelo desarrollado por los estadounidenses Christopher Sholes -inventor también del teclado QWERTY empleado para escribir en él, Carlos Glidden -con quien Sholes ya había inventado una máquina para contar billetes- y Samuel W. Soulé. El invento fue adquirido por Remington and Sons, fabricantes de armas y de máquinas de coser todavía activos. En 1873, lanzaron en Nueva York la primera línea de producción industrial de máquinas de escribir, montadas, claro, sobre mesas de coser.
 
Uno de los primeros y más entusiastas adeptos fue el escritor Mark Twain, que en una carta a su hermano en 1875 describía así las ventajas del aparato con el que escribiría, por ejemplo, el «manuscrito» de "Vida en el Misisipi". «La máquina tiene varias virtudes: creo que imprimirá más rápido de lo que yo puedo escribir, uno puede reclinarse en su silla y trabajar con ella, permite apilar un montón de palabras en una sola página, y no ensucia ni esparce manchas de tinta. Por supuesto, permite ahorrar papel».

Para 1909 existían en EE.UU. 89 fabricantes de máquinas de escribir, según se recoge en la historia de la compañía IBM. Y su presencia era ya imprescindible en las oficinas y espacios laborales del país, entonces una economía emergente en un mundo ya mecanizado.

El sonido de las teclas marcaba el ritmo de su crecimiento económico. Un ta-ca-ta-ca-ta-ca-ta-ca que amenizaría luego comedias de Hollywood como la de Jack Lemmon de disciplinado oficinista, y clásicos del cine  de terror como el filme de Jack Nicholson y su obsesiva y psicopática escritura repetitiva.

En la misma época de la carta de Twain a su hermano, otra de las grandes mentes prácticas de la época, Thomas Edison, había comenzado ya a idear la aplicación de la electricidad al funcionamiento de la máquina de escribir. Tras varios modelos eléctricos desarrollados en los años 20, se hizo finalmente la luz cuando en 1933 la empresa International Business Machines (IBM)  adquirió las patentes y herramientas necesarias para desarrollar el Modelo IBM 01, la primera máquina de escribir eléctrica tal y como la conocíamos… antes del fulgurante advenimiento del ordenador personal y la consiguiente conversión de la máquina de escribir en objeto de museo y culto en blogs especializados.