2 de mayo de 2013

LOS ALTARES DE CRUZ


Los Altares de Cruz

Ana Dolores García

Una de las tradiciones más arraigadas en el Puerto Príncipe de los siglos XVIII y XIX fue la de los Altares de Cruz. Como casi todas nuestras costumbres y tradiciones, llegó a nuestra villa y a otras del interior de la Isla a través de los colonizadores españoles, sobre todo los canarios, que también la llevaron a distintos pueblos de Hispanoamérica. En la República de El Salvador, por ejemplo, aún se sigue celebrando con mucha participación popular: bailes, fiesta y derroche de comida, al igual que en muchas ciudades y pueblos de Andalucía. Lo mismo en Venezuela y sobre todo en México, y en general en muchos países de la América hispana, donde al igual que en España los festejos de prolongan durante todo el mes de mayo.

Hoy, más que de “altares de cruz” oímos hablar de “cruces de mayo”. Y más que altares hechos dentro de las casas vemos hermosas cruces de flores levantadas en medio de las avenidas. También en España, en las Islas Canarias, y en la comunidad de Murcia, concretamente en Caravaca de la Cruz, se celebran grandes festividades en los primeros días de mayo, con la particularidad especial de venerar en este último lugar el que según se dice es un fragmento de la “Vera” Cruz. En Cuba se conserva igualmente esta tradición en lugares como Gibara y Holguín con bailes populares y la ausencia de cruces. En Camagüey, es ya sólo cosa del pasado.

Para entender el origen de esta fiesta, tan popular en España y que canarios y andaluces se encargaron de trasplantar a Cuba, hay que remontarse a los tiempos del emperador romano Constantino (siglo IV d.C.). La tradición nos cuenta que el emperador –no cristiano- tuvo una visión en la que aparecía una cruz y sobre ella unas palabras en latín: “In hoc signo vincis”, o sea, “Con este signo vencerás”. Constantino mandó que se hiciera una cruz y puso al ejército bajo su protección, con lo que logró triunfar sobre sus enemigos. Se hizo bautizar en la fe cristiana y envió a su madre, Santa Elena, a Jerusalén en busca de la verdadera cruz de Cristo. Ella encontró tres cruces en donde la tradición situaba el lugar del suplicio de Cristo e hizo colocar cada una de las cruces sobre el cadáver de un joven. Al colocar la tercera de las cruces el joven resucitó y Santa Elena rogó a su hijo que se conmemorara el 3 de mayo como el día en que fue encontrada la cruz de Cristo.

Por otra parte, y a la hora de establecer los orígenes de la celebración popular de la Cruz, hay que referirse necesariamente a las fiestas paganas que se celebraban desde muy antiguo en el mes de mayo. Desde los tiempos del renacimiento se comenzó a relacionarlas, entre otras, con la fiesta romana de las Floralias en honor a la diosa Flora, que representaba el eterno renacer de la primavera y que se celebraba precisamente del 28 de abril al 3 de mayo.

La Iglesia no demoró en eliminar antiguas prácticas paganas, escandalosas y contrarias a su moral. Así, estas fiestas naturalistas de mayo se fueron transformando y agrupando en torno a un nuevo motivo: la Cruz, que pasó a ser el centro de las fiestas y que se colocaba sobre un altar, en la calle o en el interior de una casa, adornada con flores, plantas, pañuelos, colchas, cuadros, candelabros, etc. A su alrededor se practicaban bailes típicos, se realizaban juegos y se entonaban coplas alusivas.

El paso de la celebración pagana a la religiosa, popular en ambos casos, fue favorecido por el culto litúrgico a la Cruz y la leyenda sobre el descubrimiento de la auténtica cruz de Cristo. Así, las fiestas populares fueron teniendo un sentido religioso con la adoración de la Cruz, pero sin abandonar los elementos profanos constituidos por bailes, música y degustación de alimentos.

Los Altares de Cruz que se recuerdan de Camagüey tenían más bien un eminente carácter profano, en los que sobresalían la diversión y la alegría de la juventud, y se bebía y se comían golosinas y platos típicos, como nuestro acreditado pastelón.

Antonio Bachiller y Morales, (1812-1889), notable bibliógrafo cubano y testigo de excepción de ellos, nos ha legado sus impresiones sobre lo que para nuestros antepasados principeños constituían aquellas fiestas del mes de mayo. Dejemos que él nos lo explique:

«Una de las diversiones más populares de Puerto Príncipe son los Altares de Cruz. Al decir Altares de Cruz, creerá usted se que se trata de altares en que brillará el signo de nuestra Redención ante el cual se postran los hijos de Cristo: no señor.

Siguiendo en las suposiciones del primer párrafo, el que llegue a Puerto Príncipe en mayo se dirigirá después del paseo a la primer casa donde oiga música, que allí hay un Altar de Cruz. Redúcese éste a colocar en el lienzo de una pared, ya en agrupadas pirámides, ya en largas y paralelas gradas, cuanta loza y cuanto espejo y cuadro puedan reunir: adornar el todo con multitud de flores, frutos y objetos iluminados con profusión de bugías de cera, resultando así un conjunto que agrada por la brillantez, reflejándose las llamas en los espejos y doraduras. No creo sea necesario anterior conocimiento ni presentación en las casas donde hay altar, habiendo visto uno en la plazuela de Paula que tenía la música en la calle tocando hasta muy entrada la noche.

Por lo regular en pieza próxima al citado aparato se reúnen a bailar los jóvenes; ora se canta a la guitarra; ora se entretiene el concurso con baratijas de preguntas y respuestas. Así pasan alegremente las horas de la noche; así en estos cuadros de animación y ventura brilla sin trabas la amabilidad del cubano nato……Yo pasé el mes de mayo en Puerto Príncipe y participé de las tumultuosas y agitadas noches en que se celebran las reuniones de los Altares de Cruz, y recibí impresiones de gratísimo recuerdo…… Diversión es muy antigua ésta de que hablo: en un artículo de la Sínodo Diocesana, allá por los años 1681 se prohibió poner cruces y santos en altares de esta especie; pero parece se continuaron poniendo en el Príncipe, pues ni hablar de prohibiciones más recientes y aún de los últimos años.

Es para mí incontrovertible que las reuniones de los Altares de Cruz es la diversión más grata que ofrece el país, porque en ella lucen más las personas que las cosas…… Pocos caracteres llevarán ventaja a la sociabilidad camagüeyana. Tan apreciable prenda se percibe y reconoce en los bailes. La afición a bailar es extraordinaria en Puerto Príncipe….»

Por su parte, Don Abel Marrero Companioni, también ya fallecido, en su libro “Tradiciones Camagüeyanas” nos explica a su vez con más detalle cómo fueron aquellos Altares de Cruz:

«Reseñamos los altares de cruz que conocimos en la segunda mitad siglo XIX. Suponemos que en los siglos anteriores serían menos suntuosos debido a la escasa civilización y recursos en que se vivía en Cuba. En nuestro viejo Puerto Príncipe era esperado ese mes con verdadera ansiedad por la juventud, que era sólo un motivo de reunión de los familiares, vecinos y amistades; en fin, una fiesta, más o menos íntima, para divertirse algunas horas cada domingo en la noche. De antemano se hacían las invitaciones, suponemos que por medio de recaditos o alguna nota a guisa de tarjeta, porque debemos recordar que no había teléfonos, no había telégrafos, ni bicicletas, para el envío de un mensajero montado en ella.

El Altar se levantaba casi siempre en la gran sala de la casa debido a que en ese lugar había electricidad, o que las familias que sólo se alumbraban con lámparas de petróleo, tendrían uno de los quinqués en la sala, dando siempre una luz amarilla y mortecina. Esto quiere decir que había en las residencias de personas acomodadas alguna que otra lámpara de cristal comprada en Europa, de rico cristal de Bohemia que habría costado cientos de pesos, pero que también era de petróleo.

Vamos a describir un Altar de la clase media pudiente. Ya dijimos que en la sala amplia y con sus dos enormes ventanas de hierro, se ponía primero una mesa grande, después encima otra más pequeña y para tercer piso una caja grande de madera, así quedaba construida una pirámide de tres pisos que se cubría con una cortina de colores, o a veces con sábanas blancas. Se alumbraba este altar con gran cantidad de cirios, en candelabros más o menos valiosos, según podían recoger en el vecindario o con los familiares, y había siempre el deseo de que la sala estuviese lo más alumbrada posible, todo lo contrario de estos días en los que se baila a media luz.

El adorno de este túmulo consistía principalmente en flores. Flores, muchas flores bellísimas de los patios principeños, que en el mes de mayo son muy abundantes. También frutas del país, cuatro o más salvillas en las que se hacían pirámides de exquisitos marañones, rojos y amarillos, los que con su fragancia llenaban la sala de un cálido y especial perfume; también naranjas, nísperos, mameyes colorados, canisteles, jaguas, y cuanta fruta criolla y escogida servía de adorno.

Igualmente, búcaros, porcelana, estatuillas y cuanto había en la casa y se escogía para llenar todos los espacios. Debemos hacer constar que esto que llamamos altar nunca estaba adornado ni con la cruz cristiana ni con ninguna imagen o estampa religiosa: era una fiesta social sin matiz religioso. Si había piano en la casa, se contrataba un pianista y algún violinista y hasta a un músico con clarinete, a veces una pequeña orquesta, pero nunca más de tres o cuatro músicos. El baile comenzaba exactamente a las ocho de la noche para terminar invariablemente a las doce, hora en que se apagaban las pocas farolas del alumbrado público.

El baile se abría con un vals, se escogía el más reciente, después danzones, alguna polka y si se había ensayado, un minué o rigodón.

No es necesario repetir que sólo eran invitados familiares, vecinos y amigos. Antes de la media noche era servido en el comedor de la casa un obsequio, hoy “buffet”, consistente en sendas bandejas que contenían dulces “finos”, es decir, yemitas de huevo cristalizadas, quesitos de almendra, rosquetes hechos de almidón, pequeñas panetelas…

Como bebida, algún vino dulce a las señoras y damas que no bailaban, pues no se hacía olvido de la vieja. Para los jóvenes mistela o algún anís, y para los feos su poquito de aguardiente. Ya en los últimos años del siglo que reseñamos había alguna cerveza de la “T”, que se guardaba para madres con sueño. Se tenía especial cuidado en la atención de la vieja.

Poco antes de terminar el baile una joven escogida de antemano salía un momento de la sala, y reaparecía seguidamente portando una linda moña de costosa cinta de color morado o rojo, con dos cintas colgantes de medio metro cada una y la pendía sorpresivamente a la solapa de uno de los jóvenes bailadores, el que sorprendido del gesto lo agradecía, pero no podía ocultar su sorpresa por la distinción que le traía consigo la obligación de organizar la próxima fiesta, es decir, buscar la casa, costear la música, alumbrado y todos los gastos; era padrino del nuevo baile, y que como es consiguiente, trataría de superar y mejorar al que se estaba efectuando. Esto daba motivo a grandes aplausos y alegrías. Todo se hacía por sorpresa, estaba prohibido anunciar al nuevo padrino antes de “enmoñarlo”.

Sanas diversiones de nuestros abuelos, recuerdos de un Camagüey que se aleja, que se va, que con nuevas costumbres y nuevas influencias de las modernas civilizaciones nos distancia de aquellos de nuestros días.»

Hermosa crónica de Don Albel Marrero, que ha salvado para nuestras generaciones el conocer cómo era la celebración de los Altares de Cruz en el Camagüey del siglo XIX.

Crónicas sobre los Altares de Cruz camagüeyanos:
Antonio Bachiller y Morales
Abel Marrero Companioni
Introducción: Ana Dolores García
Foto: Google, Altar de Cruz contemporáneo, México.

OH LA TECNOLOGÍA QUE NOS AVASALLA !


¡OH, LA TECNOLOGÍA
QUE NOS AVASALLA!


El autor es desconocido, pero podría ser alguno de nosotros o alguien que haya nacido en los años 40, 50, 60 e, incluso, en los 70. ¿Por qué no?


¿Tu Pendrive tiene Blutufe?


Osvaldo sacó el papel de su bolsillo, confirmó lo que leía y preguntó a la dependienta:  

          - Hola, ¿tiene pendrive? 
- Si, tenemos.
          - ¿Qué es un pendrive? ¿Puedes explicármelo? Mi hijo me pidió que comprara uno. 
- Bueno, un pendrive es un aparatito en el que se guarda todo lo que hay en el PC..

          - Ah, es como un disquete...
 
- No. En el pendrive Vd. puede salvar textos, imágenes y películas. El disquete, que ya ni existe, sólo guardaba texto. 
           - Ah, entiendo, quiero uno... 
- ¿De cuántas gigas? 
          - ¿Qué me dices?
- ¿Qué de cuantas gigas quiere el pendrive?
           - ¿Y… qué es una giga?
-  Es el tamaño del pen. 
          - Ah, entiendo. Quería uno pequeño, que dé        para llevar en el bolsillo, no muy grande... 
- Todos son pequeños, señor. El tamaño se refiere a la cantidad de cosas que puede guardar...
          - Ah, ya veo ¿Y cuántos tamaños tienen?
- Puede tener 2; 4; 8; 16 gigas... 
    - Hmmmm, mi hijo no me dijo cuántos gigas   necesita...  
- En ese caso, lo mejor es llevar el mayor. 
          - Sí, bueno, creo que sí... ¿cuánto cuesta?  
- Bueno, el precio varía conforme el tamaño. - ¿Su entrada es USB? 
          - ¿Cómo?
 - Es que para acoplar el pen en el PC debe haber una entrada compatible...
          - ¿USB no es la potencia del aire acondicionado? 
- No, eso es BTU. 
          - Ah! si, es eso... Confundí las iniciales... Y yo qué sé si la entrada del PC es USB... 
- USB tiene unos dientes que se encajan en los orificios del PC. El otro tipo de USB es el P2, más tradicional, y aquí Vd. sólo tiene que meter el pino en el agujero redondito... ¿Su PC es nuevo o antiguo? Si es de los nuevos es USB, pero si es algo más viejo es P2. 

          - Creo que el mío tiene 2 años. El anterior aún tenía disquete. ¿Te acuerdas del disquete? Cuadradito, negro, fácil de cargar, casi no tenía   peso. Mi primer PC funcionaba con esos  disquetes que había, tipo           galleta, grandones y cuadrados. Era bien más simple... ¿No crees? Los de        hoy ni tienen entrada para disquete. O es CD o pendrive. ¡Qué cosa!           Bien, no sé que hacer. Mejor le voy a preguntar a mi hijo. 
- Claro, porque no le llama? 
          - Bien que me gustaría pero mi móvil es nuevo y tiene tantas cosas que ni          aprendí aún a marcar... 
- Déjeme ver... Guau! Es un Smarthphone! Este es bien bueno... Tiene Bluetooth, woofle, brufle, trifle, banda larga, teclado touchpad, cámara fotográfica, flash, vídeo, radio AM/FM, TV digital... también puede enviar y recibir e-mail, torpedo direccional, micro-ondas y conexión wireless....
 
          - Blu... Blu... Blutufe? Y micro-ondas? Entonces, da para cocinar? 
- No, no señor. Es que Vd. me hace gracia.... Es que éste funciona en el sub-padrón y por ello es mucho más rápido... 
          - Y... ¿para qué sirve el blutufe ese? 
- Es para poder comunicar un móvil con otro, sin cables.... 
          - ¡Qué maravilla! ¡Qué gran novedad! Pero, vamos a ver, ¿los celulares no    se comunican unos con otros sin cable? Yo nunca he necesitado de un        cable para llamar a otro celular... Cable, en un celular, que yo sepa, es solo para cargar la batería... 
- No, ya veo que Vd. no entiende mucho de esto. Mire, con el Bluetooth Vd. pasa los datos de su móvil a otro móvil... Por ejemplo, su guía de teléfonos... 
          - Ah! ¿Y antes necesitaba un cable? 
- No, tenía que cambiar el chip. 
          - ¿Queé? Ah, sí, el chip... Entonces, hoy, ya no es necesario el chip? 
- Si, es necesario, pero el Bluetooth es bastante mejor...  
          - Que bien esto del chip... ¿Mi celular tiene chip? 
- Momentito, déjeme ver... Si, tiene chip.
           - ¿Y yo que hago con el chip? 
- Si Vd. necesita o quiere cambiar de operador, portabilidad, eso...  
          - Si lo sé... Claro que lo sé. ¿No iba yo a saber una cosa de esas, tan...      simple???? Entonces, imagino, para conectar todo eso y después de un     curso de dos meses, sólo necesito clicar en unos doscientos botones, ¿no?
 - Noooooo! Es todo muy simple... es fácil de aprender! ¿Quiere llamar a su hijo? Escriba aquí su número, teclée y apriete el botón verde... ya está llamando...

(Osvaldo sujeta el celular con la punta de los dedos, temiendo ser llevado por los aires... hacia otro planeta!!!)
          - Hola, hijo, soy papá... Si, dime, hijo, tu pendrive es de cuantas... ay,        cómo es el nombre? Ah, gracias, cuántas gigas?  ¿4 gigas? Vale, y hay otra         cosa... ¿cómo era?  Ah, ¿nuestra conexión es USB? ¿Si?  Vale...¡que locura!!! Bien, hijo, te llevo el pendrive... 
- ¿Qué edad tiene su hijo? 
          - ¿Va cumplir 10 en Marzo...
- ¡Oh, que rico!!! 
          - Pues sí, señorita, me llevo uno de 4 gigas con conexión USB...
- Ok, señor... lo quiere para regalo? 

Más tarde, en su oficina, Osvaldo examinó el pendrive, un minúsculo objeto, menor que un encendedor, capaz de grabar películas... Pero... ¿dónde iremos a parar? Mira con cierto recelo su celular que está sobre la mesa. "Máquina infernal", piensa. Todo lo que él necesita es  un teléfono capaz de marcar números y recibir llamadas. En este momento, tiene en sus manos un dispositivo sofisticado, tan complejo que nadie que no sea especialista sabrá comprender. 

En casa, entrega el pendrive a su hijo y le pide  ver cómo funciona. El niño inserta el dispositivo en el PC y se abre una ventana en la pantalla... Seguidamente, con el ratón, abre una página de Internet en inglés. Selecciona unas palabras y un “heavy metal” infernal invade la habitación y los oídos de Osvaldo. Otro click y se acaba la música y el niño comenta: 

-Bueno, papá, bajé la música. Ahora, me llevo el pendrive a cualquier sitio y donde haya una entrada USB, lo inserto y puedo escuchar la música. En mi móvil, por ejemplo.
          - AH... ¿tu celular tiene entrada USB? 
-  Claro... el tuyo también.... 
          - ¿Ah, si? Eso quiere decir que puedo grabar músicas en un pendrive y   escucharlas en mi celular
- Si, claro... 

Aquella noche, antes de dormir, le dio un beso a su mujer, y dijo:

          - Sabes que tengo Blutufe? 
- ¿Cómo es eso? 
          - Blutufe. No me vas a decir que no sabes que es, ¿no? 
- No fastidies, Osvaldo, dejame dormir. 
          - Cariño, te acuerdas de cómo era la buena vida, cuando un teléfono era          un teléfono, un grabador era un grabador y un toca-discos solo tocaba   discos?  Y sólo había que pulsar un botón! 
- Claro que me acuerdo, Osvaldo. Hoy es bastante mejor, ¿no? Varias cosas en una sola... Hasta tienes Blutufe y conexión USB también... Que bárbaro, Osvaldo...
          - Pero, vieja, con tanta tecnología envejecemos más rápido. Me siento mal sólo de pensar cuántas cosas hay por ahí que nunca usaré..
- Ah!!!!!  ¿Y por qué? 
          - Porque  yo aprendí a usar el PC y el celular y todo lo que aprendí ya  está sobrepasado...  
- Hablando de eso, tenemos que cambiar de TV. 
          - ¿Qué? ¿Se estropeó la nuestra? 
- No, pero la nuestra no tiene HD, bluray, tecla SAP, slowmotion y reset.
          - ¿Todo eso?  
- Todo.... 
          - ¿Y la nueva, va a tener blutufe?
- Buenas noches, Osvaldo, duérmete que no te aguanto más... 

Y así es la cosa ahora, amigos......


2 comentarios:

  1. Anónimo    6/01/2013
    Jajaja que entretenido que está el texto, y bastante cómico. Esto de la tecnología la verdad que está avanzando tan rápido que ya nos imagino en un futuro con un super pendrive de 2, 4, 6 u 8 terabytes(TB) (1024 gigabytes(GB), que son 1024 megabytes(MB), y los disket tenían 1.44 de estos últimos) y bluetooth/wi-fi y hologramas :P.
    Pero la verdad que la tecnología ya nos avasalla incluso a nosotros mismos, yo tengo 16 años y a veces me salen con algunas de esas cosas que "!como no podés saber que es!" y al final te explican rápido, no entendés nada y te hacen sentir viejo XD. La verdad que a veces pienso que tendría que haber nacido en otra época yo....
    Un ejemplo de lo que acabo de decir es que aparte de anónimo, no entendí ninguna de las otras cosas que había como opción de comentario (excepto cuenta de google que no tengo :P).
     
  2. Amigo, si tú con dieciséís años te sientes perdido, ¿qué quedará para los de la tercera edad? No queda otro remedio: aprender o perecer....

FRASE DE SABIDURÍA

Quien da pan a perro ajeno, pierde el pan y pierde el perro.  
-Refrán
 

1 de mayo de 2013

CUBA, PRISIONES QUE SE OLVIDARON



Cuba:
prisiones que se olvidaron

Por Omar Ruiz Matoses*

En pocas horas, el gobierno cubano será sometido al Examen Periódico Universal del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas en Ginebra, con pronósticos mayoritarios de que el largo historial de violaciones y atropellos del régimen implantado por Fidel Castro hace 54 años pase la prueba sin una condena efectiva.

El contenido del informe cubano ya es conocido. Lo divulgó la pasada semana el Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX) y forma parte de la estrategia propagandística que hemos visto desgranar en estos años en los foros internacionales, atestada de alteraciones, silencios, medias verdades y burdas mentiras sobre la realidad en Cuba, en la vida pública y en sus cárceles.

Con el tradicional maquiavelismo de los personeros del régimen, la presentación del informe estuvo precedida por una inusual gira por las prisiones habaneras, a la que el Ministerio del Interior (MININT) convocó a los periodistas oficiales y corresponsales extranjeros para presentarles una imagen maquillada de la realidad penitenciaria del país.

En mayo del pasado año, el régimen cubano fue sometido a un examen similar ante la Comisión contra la Tortura (CAT) de Naciones Unidas, en Ginebra, y la respuesta del representante castrista a preguntas sobre la situación de las prisiones  se recordarán por largo tiempo como un ejemplar ejercicio de cinismo. El vicefiscal general Rafael Pino no tuvo mejor ocurrencia que aseverar que todos los casos de malos tratos en centros de detención son perseguidos penalmente en el país.

Tortura e impunidad
“En Cuba no hay, ni habrá espacio para la impunidad”, dijo entonces el fiscal Pino. Y agregó una frase que sólo un demente o un extraterrestre (y Pino no es ninguna de las dos cosas) podría lanzar sin ruborizarse: "Los actos de tortura y malos tratos están totalmente prohibidos y constituyen delitos en Cuba”.

Este es el mismo discurso del informe cubano que escucharemos hoy en Ginebra. Porque evidentemente los funcionarios castristas no hablan al parecer de las cárceles donde cumplí 17 de una condena de 20 años. Entre el sistema penitenciario que alaba el cuento de hadas del MINREX y la infamia cotidiana de las cárceles cubanas hay un abismo de contradicciones que no podrá dilucidarse en esta anunciada sesión de Ginebra.

El único recurso que tenemos las víctimas cubanas no parece ser encomendarnos hoy a Naciones Unidas, sino recordarles que tenemos la memoria intacta. Por crudos que parezcan los detalles.

Yo recuerdo en mis largos años de prisión que nunca me dieron alguna sábana, funda o almohada para taparme en las noches. Ni a mis compañeros de infortunio, tanto en la prisión de la Condesa, el área especial de Guanajay y por último en Guaicanamar.

Recuerdo que nunca me dieron colcha, mosquitero, ropa para contrarrestar el frío y la humedad de las celdas, ni a mí ni a mis compañeros de infortunio.

Once años en celda tapiada
Recuerdo que en 17 años y medio de cautiverio, 11 de ellos en una celda tapiada, apenas recibí dos o tres veces aseo personal.

Recuerdo a algunos presos comunes benéficos (los que no reciben visitas por diversos motivos) a quienes en algún momento tuve acceso. Los recuerdo con los dientes podridos y un aspecto totalmente deplorable, clamando por un poco de pasta dental para tratar de conservar las pocas piezas que les quedaban, o por un pedazo de jabón para asearse, aunque fuese una vez en largo tiempo. Los recuerdo rogando un cigarrillo.

Recuerdo también cuando se me reventó una úlcera en el área especial de Guanajay, donde permanecí casi 24 horas hasta que me pudiesen trasladar de urgencia al Hospital Nacional de Reclusos. Porque si bien existía la ambulancia, faltaban dos patrullas para poderme conducir y hasta que no vinieron, no pudieron enviarme rumbo al hospital.

Recuerdo las donaciones de sangre de los presos en La Condesa y las colas que se formaban para hacer el donativo, porque era la forma de recibir un permiso de 24-48 horas, en violación de las más elementales normas de seguridad sanitaria.

Recuerdo que si querías alumbrarte en tu celda por las noches, tus familiares tenían que proporcionarte las bombillas adecuadas.

Recuerdo las magras, fétidas raciones de alimentos que consumía la población penal; la harina de maíz con gusanos, en proporciones tan pequeñas que hasta un niño se quedaría con hambre. Un invariable desayuno que consistía en una delgada rodaja de pan, confeccionado con harina de naturaleza desconocida y agua con azúcar caliente.

Dolores sin remedio
Recuerdo que en 17 años la única proteína que consumí en la prisión me la proporcionaba la familia durante las esporádicas visitas.

Recuerdo la falta de médicos, enfermeros o personal de la salud en las prisiones, y la notoria falta de medicamentos. Daba pena ver rabiar a hombres recluidos, en condiciones totalmente infrahumanas, por un dolor de muelas, un ataque de asma, un simple dolor de cabeza, una fiebre, y que no apareciera una aspirina o el medicamento necesario en todo el recinto penitenciario.

Recuerdo los apagones en las prisiones, frecuentes y de larga duración con las consabidas vendettas, insultos y peleas entre los reos.

Recuerdo la inexistencia de grasas comestibles, pues la poca que se suministraba se la  robaba el personal de cárceles y prisiones.

Recuerdo que la familia se las agenciaba para llevarme alimentos, que era robados descaradamente en las requisas por el personal carcelario. Se llevaban también pertenencias suministradas por las familias, así como libros, revistas, periódicos, no precisamente para leerlos, sino con el mezquino afán de luego venderlos y tratar de compensar sus míseros salarios.

Recuerdo también el maltrato de obra y de palabra a los reclusos, injustificados en su inmensa mayoría.

Entre ratas y otras alimañas
Recuerdo las oprobiosas celdas de castigo donde se confunde el día con la noche, y donde se duerme en un tétrico pedazo de concreto que hace las veces de cama, esquivando ratas, ratones, mosquitos y moscas en cantidades industriales, así como otros vectores y alimañas portadoras de infecciones de todo tipo.

Recuerdo que esas magras celdas de castigo no distan mucho en condiciones de las celdas regulares.

Recuerdo las frecuentes diarreas colectivas, producidas por la ingestión de comida en mal estado, y la falta de medicamentos para contrarrestarlas.

Recuerdo que la aritmética de 53,000 presos que declara el gobierno cubano necesita ser revisada.

Solo en el Combinado del Este había albergados hasta mi salida de Cuba cerca de 9,000 reclusos y en Cuba existen decenas de cárceles de máxima seguridad con capacidades de entre 600 y 6,000  reclusos, todas con hacinamiento extremo.

En el área especial de Guanajay, donde pasé la mayor parte de mi condena en aislamiento, llegó a haber más de 150 presos entre militares, comunes y políticos, y hablamos de un recinto con capacidad de no más de 30 reclusos, según las normas mínimas internacionalmente aceptadas. Considero que el número de prisioneros oscila entre 90,000 y 10,0000 prisioneros, incluyendo las prisiones militares que regularmente se obvian, tan insalubres y con tan pésimos tratos y alimentación como las civiles.

Mentiras oficiales

Recuerdo las mentiras de funcionarios y fiscales con respecto a la presentación de las peticiones de cambio de régimen penitenciario o de libertad condicional. Una situación generalizada para los presos de carácter político. Los tribunales, en contubernio con la contrainteligencia detienen, frenan y deniegan injustificadamente las libertades a los reclusos.
Recuerdo los malos tratos a los familiares cuando van a exigir los derechos de sus seres queridos recluidos. Mi esposa reclamó alguna vez mi expediente científico, que nunca supe por qué se lo llevaron cuando requisaron ilegalmente mi casa, y estuvo a punto de recibir bofetadas.

Recuerdo la insolente conducta del teniente coronel Fernando Fernández, presidente del tribunal inquisidor que me juzgó sin la presencia de un abogado defensor. Menciono su nombre porque creo que sería oportuno que las víctimas comiencen a reunir los nombres de los funcionarios del aparato de cárceles y prisiones, de los tribunales y de la policía política o de cualquier funcionario de conducta reprobable, porque nuestra misión es impedir la desmemoria del futuro cubano.

Recuerdo que algunos de esos victimarios del castrismo están hoy paseando impunemente por España, Estados Unidos, Gran Bretaña y otros paises democráticos, algunos ya retiro en mano, visitando a los hijos o parientes, sin recordar el pasado reciente que protagonizaron como represores.

Recuerdo que algunos gobiernos democráticos otorgan fácilmente visas a estos energúmenos y deben al menos conocer a quiénes le dan refugio y alberge. Si Naciones Unidas me permite insistir, los delitos por violaciones flagrantes de derechos humanos no prescriben, y los violadores pueden ser detenidos y juzgados en los países signatarios de tratados internacionales en este rubro.

Recuerdo que estoy disponible para cualquier testimonio o verificación sobre estos hechos que describo.

Todo esto he querido recordarlo con la esperanza de que el escarnio del régimen cubano no llegue a convertirse en la única palabra válida y dolorosamente aceptada ante el ilustre Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas.

*Ingeniero eléctrico y ex teniente coronel de las FAR y el MININT. En 1991 fue condenado a 20 años de prisión por un tribunal militar, acusado de salida ilegal del país, desacato, conducta deshonrosa, espionaje y deserción. Actualmente reside en Madrid.

Reproducido de cafefuerte.com