13 de septiembre de 2013

Para reir, para cantar, para llorar...




…Para reír, para cantar, para llorar

Por Marlene María Pérez Mateo

En una de las escenas casi finales de la película cubana (1991) “Fresa y Chocolate” el personaje de Diego (Jorge Perrugorria) comenta con su vecina la posible prohibición de la canción infantil “El ratoncito Miguel”,  según su opinión por aquello de “… la cosa está que horripila y mete miedo de verdad..”  En no pocos de los convocados a las salas de cine bajo la expectativa casi lograda de estar frente al primer film nacional ganador de un Oscar, llegó la evocación en la memoria del dúo de Olga y Tony.

Aunque increíblemente ya ha llovido sobre lo mojado, Olga y Tony son para las generaciones que me precedieron un matrimonio en lo artístico y en lo personal que llenó teatros, grabó discos, robó en innumerables ocasiones la pantalla chica; esos que como tantos otros se cargaba en el recuerdo de la memoria colectiva tan silente como luminosa. Para los mas jóvenes eran los suegros de Willy Chirino, el que nos hacia bailar sin levantarnos de los asientos mientras a bajo volumen escuchábamos alguna emisora de onda corta y que soñábamos (soñamos) ver algún día cantando en vivo “..en la Glorieta de Consolación”.

Asomarse al hecho musical que represento, digo mejor que representan Olga y Tony en el cancionero cubano, no es mi empeño esta vez. Siendo alta la tentación,  voy por otros derroteros y reservo otros párrafos para el conocido dúo en próximas ediciones; prometo será una espera merecida.

El ratoncito Miguel me ha llevado a hacer un salto, un giro de 180 grados casi  increíble. A continuación explico. Aunque Félix Benjamín Caignet es figura de obligada mención siempre que se hable de mucho de lo bueno en Cuba,  es la novela “El derecho de nacer” por antonomasia su mas conocida bandera. Mas ahora me llevaron mis pasos al Caignet músico. Conocía del “Frutas del Caney”, “Canción de Cuna” y nada más. No fue poca mi sorpresa al saberle autor de muchas otras obras y muy en especial de esta, estrenada en el Teatro Rialto en 1932, durante el gobierno de Gerardo Machado. Gracias a ello su autor fue llevado preso al Cuartel Moncada por 72 horas. De igual manera su canción fue prohibida. No hace falta mucha imaginación para saber cómo cayó tal cosa en el pueblo cubano; por supuesto se avivó la llama. Un año después concluyó dicha presidencia.

Claramente que estamos ante una obra infantil para los chicos, mas no es de dudar que tiene su mensaje. Dejemos a la pareja Álvarez-Chorens que nos lo recuerde.

Marlene María Pérez Mateo
Serie Música cubana
Junio 21, 2013

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