es ya Basílica
Menor
Homilía de Mons.
Wilfredo Pino, Obispo de Guantánamo-Baracoa, en la fiesta de la Asunción de
María en Baracoa.
Queridos hijos e
hijas: Una vez más, la Iglesia elogia, en su
liturgia, a una mujer de carne y hueso como todas, la Virgen María, pero que fue
escogida por Dios “entre todas las mujeres”. Cada vez que celebramos la fiesta de la Asunción de María a los
cielos, se nos presenta ante los ojos la grandiosa señal de la que nos habla la
primera lectura de la Misa
de este día: una mujer revestida por el Sol, o sea, inmersa en la luz de Dios
porque Ella habita en Él, y que tiene la luna por debajo de sus pies, como
señal de que lo temporal, lo mortal, ha sido superado. Una mujer que lleva
sobre su cabeza una corona de doce estrellas, que significa la salvación de
toda la familia nueva de Dios, anticipada por los doce hijos de Jacob y los
doce apóstoles de Jesucristo.
El evangelio nos
presenta a María como la criatura a la que han llamado dichosa todas las
generaciones y que, sin embargo, no busca el aparecer en primer plano. Su
presencia está siempre marcada por la discreción. Ella está convencida de que
quien debe hablar es su hijo Jesucristo, no ella. Ella no nos dice: “hagan lo
que yo les diga”, sino “hagan lo que él les diga”. Ella no nos dice “escúchenme
a mí” sino “escúchenlo a él”.
A la Virgen María le gusta ayudar. Y,
además, hacerlo rápido. El evangelio nos dice que María caminó “aprisa” los 150
kilómetros de montaña para darle una mano a su prima Isabel.
Ella, como sabemos,
también llegó aprisa a nuestra tierra cubana. A este lugar, en 1492, llegó el
gran almirante Cristóbal Colón capitaneando una nave llamada ¡vaya sorpresa! “La Santa María”. Y esta villa, para orgullo de todos
nosotros, y especialmente de los baracoesos, lleva por nombre el de Nuestra
Señora de la Asunción
de Baracoa. Si Maria se quedó con Isabel tres meses, con Baracoa, con Cuba, ella
lleva ya más de 500 años.
Hace pocos días,
durante el vuelo de regreso a Roma desde Brasil, el Papa Francisco habló sobre
la mujer con las más bellas palabras
dichas en su breve tiempo como Papa. Más que comparar a la mujer con la Iglesia, comparó a la Iglesia con la mujer, y
resaltó el papel protagónico de la mujer en la Iglesia, que es, dijo,
“femenina, porque es esposa y madre”. Añadió que “no se puede
entender una Iglesia sin mujeres activas en ella”. Y a la pregunta de los
periodistas de por qué la
Iglesia no llamaba a las mujeres a ser sacerdotes, el Papa
les recordaba a todos que en la
Iglesia era precisamente una mujer, la Virgen María, alguien
más importante que los doce apóstoles, que todos los Papas de la historia, que
los obispos y que cualquier sacerdote.
Y los invitó a
todos a hacer una teología de la mujer.
Alegra saber que, entre los 33 doctores de la Iglesia, haya 4 mujeres: la
española Santa Teresa de Jesús, la italiana Santa Catalina de Siena, la
francesa Santa Teresita del Niño Jesús y recientemente la alemana Santa
Hildegarda. ¡Ojalá que algún día haya una Doctora de la Iglesia nacida en Cuba!
Hace dos años celebramos esta misma fiesta conmemorando los cinco
siglos de la fundación de Baracoa. El año pasado reinauguramos y dedicamos esta
Iglesia Parroquial. Y en este 15 de agosto del 2013, celebramos esta Misa en la
ahora BASÍLICA MENOR de nuestra Diócesis de Guantánamo-Baracoa. ¡Son muchos los
regalos que Dios nos ha estado brindando en todo este tiempo! Y debemos
hacernos merecedores de ellos. Este nombramiento recibido debe notarse aún más
en nuestro comportamiento diario, porque amor con amor se paga. Si Dios no deja
de hacernos el bien, nosotros tendremos que hacer lo mismo. Debemos abandonar
nuestra vida de pecado para empezar a vivir la vida cristiana. Habiendo dejado
a un lado los robos, los adulterios, los abortos, el alcoholismo, los suicidios,
los chismes, las mentiras, los divorcios y la vida pagana, comencemos a vivir
la vida cristiana a plenitud, dediquémonos a hacer el bien, comencemos a
practicar la misericordia y llenemos Baracoa de amor. No olvidemos lo que nos
enseña el apóstol Santiago: “Habrá un
juicio sin misericordia para quien no practicó la misericordia” (St.
2, 12)
Los cristianos seguimos las enseñanzas de Jesucristo. Los cristianos
estamos llamados a vivir una religión
completa y auténtica, interior y exterior, de fe y obras, de culto y vida,
de fe y
conducta. Jesús dice no a una religión que pase por
alto al hombre y el amor al hermano.
Se equivoca quien
piensa que la Iglesia
es sólo para el culto, que un título de Basílica es sólo para lo
relacionado con el culto, olvidando su dimensión misionera y caritativa o de
misericordia. Una cosa, por ejemplo, es tener libertad de culto y otra el tener
libertad de religión. Libertad de culto es poder reunirnos para celebrar la Misa, rezar el rosario,
recibir la comunión, confesarnos, etc. Libertad de religión es poder educar a
los hijos en la escuela religiosa que los padres deseen, es poder anunciar el
evangelio por la prensa, la radio y la televisión, es poder manifestar
públicamente la fe sin temor a represalias, desconfianzas o a que se considere
al creyente como alguien no-confiable o sospechoso. La libertad de religión no
es un privilegio sino un derecho de los creyentes que todo país debe
garantizar.
Lo que nos
corresponderá a los cristianos es ser coherentes entre lo que creemos y lo que
hacemos, entre liturgia y vida, entre fe
y vida.
Pongamos un ejemplo: Supongamos que mañana se distribuye en Baracoa una copia del Código
del Tránsito para cada baracoeso. Pero resulta que, al final del año, los
accidentes del tránsito, en vez de disminuir, aumentaron.
Conclusión: los baracoesos sabíamos lo que teníamos que cumplir, pero
no lo cumplimos. A eso se le llama ser incoherentes. También hoy día hay muchas, muchísimas biblias en
Baracoa. ¡Nunca ha habido tantas Biblias en Cuba como hoy día! Y eso tendría
que notarse en nuestras actuaciones
diarias. Por eso les cuento esta anécdota, especial para quienes creemos
en Dios, tenemos una Biblia en nuestra casa y debemos seguir sus
enseñanzas.
Queridos hijos e hijas: Nuestra Iglesia de Baracoa es ya una Basílica
Menor. Y nuestra respuesta agradecida debe ser muy clara: si tenemos fe, ¡que
se nos note! Si decimos que Dios debe ser el primero, ¡que se nos note! Si
predicamos el amor al prójimo, ¡que se nos note! Si queremos que la gente
aprenda a perdonar, ¡que seamos los primeros en
hacerlo! ¡Enseñemos a las nuevas generaciones que
la grandeza de una mujer no se mide por el número de abortos, o por la cantidad de vestidos
y zapatos que tenga, o por la belleza de
su rostro! ¡Unamos a una Basílica Menor, un Amor Mayor!
Queridos baracoesos
todos: Quiero recordarles, una vez más, lo que les dije, en aquella preciosa tarde
como ésta cuando nos visitó la imagen peregrina de la Virgen de la Caridad:
·
Los cubanos necesitamos de Baracoa
para recordar nuestras raíces y para que no nos avergoncemos de nuestros
orígenes, de nuestros caciques Hatuey y Guamá.
·
Cuba necesita de la Asunción de Baracoa para
no olvidar cómo debe ser un pueblo de sencillo, humilde, cordial, cortés,
hospitalario y apegado a la familia. Y de cómo un pueblo debe saber
sobreponerse a las mil vicisitudes por las que ha pasado en su larga historia.
·
Cuba necesita de la naturaleza
virgen, los limpios ríos y frondosos árboles de la Asunción de Baracoa,
única en animales y plantas, para que el resto de Cuba pida perdón por haber
contaminado tanta agua y arrasado tantos bosques.
·
Cuba necesita conservar su
originalidad y sus tradiciones, como las ha sabido conservar la Asunción de Baracoa, con
su devoción a la Virgen,
su café, sus cocos y su cacao, sus cucuruchos, sus tetíes, su bacán, su
frangollo, su tulanga y sus polimitas. Es muy importante que el turismo
extranjero ayude, pero no corrompa a Baracoa. Que los jóvenes baracoesos nunca
negocien su dignidad y sean ejemplo ante todos.
·
Cuba necesita que Baracoa cuide
celosamente esta Cruz de la
Parra, única que se conserva de las 29 cruces que plantó
Colón en sus cuatro viajes a través de América. Esta Cruz de la Parra que debe recordar a
cada cubano nuestras raíces cristianas.
Que la Virgen María de la Asunción vele celosamente
por cada uno de los que aquí viven, por sus autoridades aquí presentes y por
los que trabajan por este pueblo de Baracoa.
Baracoa, como dice
su escudo, es la “más pequeña de las ciudades de Cuba, pero la primera en el
tiempo”.
Rezamos para que
Baracoa, la ciudad primada de Cuba, sea también la primera en la fe, la
esperanza y el amor.
Que así sea.
Remitido por Ramón Ramos
No hay comentarios:
Publicar un comentario