Dudas
sobre el futuro de los “Tablets”
José Manuel Nieves/ABC, Madrid
Hace apenas unos días, Bill Gates,
fundador de Microsoft, aseguraba que los usuarios de los iPad de Apple estaban “frustrados”
porque con ese dispositivo no podían utilizar el paquete de Office y
porque, además, carecían de un teclado físico. Es decir, que con un iPad
no se puede trabajar como lo hacemos con un ordenador. Defectos que, destacaba
el magnate, los iPad no comparten con Surface, el «tablet» que la compañía de
Redmond ha puesto recientemente en el mercado.
Otras opiniones apuntan a que no sólo los iPads,
sino los «tablets» en general, no tardarán mucho en empezar a dar muestras
de debilidad. Demasiadas clases de dispositivos con funciones muy parecidas
(“smartphones”, “tablets”,
portátiles) hacen que este mercado, el de la movilidad, tenga que estar
preparado para grandes cambios en un futuro cercano. Los «tablets», en efecto, ocupan un lugar intermedio entre los móviles y
los ordenadores portátiles, y para muchos ese espacio se está reduciendo a
medida que las pantallas (y las capacidades) de los «smartphones» crecen y, también, a medida que surgen nuevos
dispositivos híbridos que ofrecen la potencia de un ordenador completo sin
renunciar a las ventajas y la ligereza de un tablet con pantalla táctil.
Dentro de esta forma de ver las cosas, las
declaraciones de Gates podrían considerarse como el último episodio de una
larga guerra entre Apple y Microsoft. Una contienda que dura ya varias
décadas y en la que ambas compañías han ganado y perdido cruentas batallas. Microsoft,
por ejemplo, ganó por goleada en el segmento de los ordenadores personales,
pero Apple le devolvió el golpe en el terreno de los dispositivos móviles, esto
es, “smartphones” y tabletas. Y
también venció a los de Redmond en el terreno de la música, un negocio en el
que Microsoft no ha conseguido aún despegar pese a los denodados esfuerzos de
la compañía.
La animadversión de Gates en este campo ha
llegado hasta el punto de negar a sus propios hijos el iPod que le pidieron
como regalo las navidades pasadas… «Claro que han lo han pedido —declaró
Melinda Gates al 'Telegraph'— Pero obtendrán tecnología con Windows».
Dispositivos
táctiles y personalizados
Apple popularizó, eso nadie lo niega, las
pantallas táctiles y un modelo de negocio basado en la capacidad de los propios
usuarios de personalizar los dispositivos móviles mediante la compra y descarga
de aplicaciones en una tienda virtual (Appstore). El modelo se impuso y fue
rápidamente adoptado por todos sus competidores, incluido Microsoft, que fue de
los últimos en incorporarse y cuya intención manifiesta es exportarlo también
al terreno de los ordenadores. Hoy, la tienda de Apple sigue siendo la que
tiene una mayor oferta, con 850.000 «apps» diferentes (350.000 específicas
para el iPad), seguida de cerca por la Play Store de Google (con 700.000) y muy
de lejos por Microsoft, que ofrece casi 50.000 «apps» en su propia tienda
virtual.
Sin embargo, y para desgracia de la manzana, el
efecto sorpresa de los primeros años y la ventaja del «quien da primero, da dos
veces», parecen estarse disipando, especialmente desde la muerte de Steve Jobs.
El resto de los fabricantes, en efecto, y
cuando ya han pasado seis años largos del primer iPhone (que se anunció en
2007),
y más de
tres del primer iPad (2010) son hoy perfectamente capaces de poner en la
calle productos de igual o superior nivel a los que fabrican los de Cupertino.
Ahí tenemos, por ejemplo, el caso de Samsung, que en ese mismo periodo (seis
años) ha pasado de simple actor secundario a ser protagonista indiscutido
del mercado de la movilidad.
A pesar de este futuro lleno de sombras, lo
cierto es que, hoy por hoy, la demanda de «tablets» sigue creciendo de forma
imparable. La consultora IDC, por ejemplo, ha tenido que revisar dos veces al
alza sus previsiones para este año, dejándolas en un total de 190,9 millones de
dispositivos (un 140% más que el año pasado). Una cifra que, además, crecerá
hasta los 350 millones de unidades en 2017.
Y también es cierto que en este campo Apple
sigue reinando en el primer puesto, y con unas cifras formidables. Sólo
durante el último trimestre, por ejemplo, vendió 75 millones de dispositivos
basados en su sistema operativo móvil (iOS), 19,5 millones de los cuales fueron
iPads (frente a los 11,8 millones del mismo trimestre del año anterior). Lo
cual supone, según el último informe de Strategy Analytics, un 48,2% de todos
los tablets que se vendieron durante ese periodo. Impresionante. Lo malo es
que, en el mismo trimestre del año anterior, esa cuota era del 63,1%.
¿Significa eso que el iPad de Apple se está
desplomando? Los analistas no terminan de ponerse de acuerdo sobre este
punto. Por un lado, hay que tener en cuenta que la compañía de la manzana ya no
está sola, que su competencia ha aprendido muy bien la lección y no está
dispuesta a seguir dejándose comer el terreno. La plataforma Android, por
ejemplo, a la que se han sumado la mayoría de los fabricantes, es la que ha
capitalizado la caída porcentual de Apple, y ha pasado de tener el 34,2% de
cuota de tablets en el primer trimestre de 2012 al 43,4% en el mismo periodo de
este año. Por no hablar de Microsoft, que se ha hecho con el 7,5% de cuota
apenas un año después de haber introducido su producto.
Por otra parte, y para defender su valía no solo
en el campo del entretenimiento y el consumo, sino también en el ámbito
profesional, Apple asegura que el 95% de las empresas de la lista Fortune 500 han
desplegado ya el iPad como herramienta de trabajo o están en la fase final de
pruebas para incorporarlo. Y que el 89% de las empresas de la lista Global 500
ya usan el iPad de manera habitual.
Así las cosas, los leales de la marca de la
manzana esperan que, igual que hizo en el pasado con los lanzamientos del iPod,
el iPhone y el iPad, Apple vuelva a sorprender con la siguiente «big thing»,
un nuevo y revolucionario lanzamiento que le permita recuperar y mantener la
distancia a la que está acostumbrada desde hace años. La gran duda es si, sin
el empuje creador de Steve Jobs, será capaz de hacerlo frente a una competencia
que ya no se conforma con segundos puestos.
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