Publicado en La Razón,
Madrid
Oh J. Ors,
18 de enero de 2013
e-books: folletines digitales
La
cinematografía del siglo XIX era un capítulo escrito en papel. Las imágenes
iban y venían envueltas en hojas de diario y los lectores esperaban aquellas
entregas periódicas con una ansiedad algo burguesa, acomodada, de mucho sillón
y pipa reposada. El entretenimiento de esa centuria pasada fue un serial, unos
«Soprano» del momento, pero de la mano de Dickens, Dumas, Stevenson, Balzac, Víctor
Hugo, Flaubert o Salgari. Ellos aportaban imaginación a esa revolución
industrial, que fue un futurismo temprano de fábricas y clases indigentes. Sus
narraciones daban a los lectores las grandes esperanzas que faltaban en una
vida de enormes opulencias y miserias; los espadachines, lobos de mar,
infancias urbanas y Richelieu de diverso calado moral que se necesitan para
romper los corsés que anclan el alma al día a día y sacan la imaginación del
salón.
El arte
del suspense
La única manera que existía de conocer la Luna,
el centro de la Tierra o viajar hasta el fondo del mar era encadenándose a las
fantasías de estos amanuenses de sus propias aventuras. Sus historias sacaban a
la población del enclaustramiento rutinario del té con pastas y del tedioso
paseo dominical en familia. Internet ha recuperado esta forma de consumo
literario. Esta manera de enganchar al lector al suspense del «qué sucederá en
la próxima entrega», porque es en estos puntos suspensivos, en el «continuará»,
es donde asoma nuestra curiosidad ancestral, donde todavía se atisba la
fascinación infantil que siempre han despertado en los hombres el cuento y la
leyenda.
Santiago Roncagliolo ha lanzado el primer
capítulo de su nueva novela, «Óscar y las mujeres» (Alfaguara), recobrando esta
forma de consumo literario. Desde ayer, y a partir de ahora cada miércoles y
viernes, quien lo desee puede descargarse el comienzo de su nuevo libro. «Será
una experiencia diferente, más estimulante, para los que se acerquen a ella.
Podrán tener la novela, que saldrá completa el 20 de febrero, antes de que
llegue. Pero sobre todo se trata de jugar. Y ésta, además, es una obra
juguetona, divertida. Yo he tenido una experiencia anterior haciendo un blog.
Me gusta el contacto con el lector que proporciona la red, esa interactividad»,
asegura el novelista.
Su iniciativa no ha sido la única. En los últimos
meses, en diferentes puntos de España, ya han surgido editoriales y plataformas
literarias que promocionan a escritores y distintas novelas de esta manera. La
idea, para variar, es una influencia exterior, proveniente de Estados Unidos y
Europa, donde comienza a funcionar este consumo serial de las obras literarias.
El lanzamiento de Kindle Serials es una demostración. Se han puesto diversos
títulos. Se bajan a 1,99 euros cada uno. Pero no es el único. En España, B de
Books, el sello digital de Ediciones B, está editando de esta forma
«Apocalipsis», de Mario Giordano, que tuvo 100.000 descargas en Alemania.
«El e-book permite esta clase de publicación
–explica Lucía Luengo, responsable de este sello editorial–, y, también, cierta
experimentación de precios y creaciones literarias que el papel impreso no
permitía. La publicación de ficción por entregas es una de estas iniciativas
que se pueden recuperar ahora. Es una clase de publicación más ágil y rápida
que el libro tradicional. Pensamos que el ebook
le va a dar una oportunidad a la publicación por capítulos. Además, en el
mercado digital, lo que más está triunfando es la ficción, el
"thriller" y las novelas históricas. Este tipo de géneros se prestan
muy bien a la publicación por entregas. Por eso, creo que el público va a estar
interesado en este formato».
Contra el
bloqueo
Roncagliolo ha aprovechado su experiencia
profesional en la televisión para la redacción de este libro, que homenajea el
folletín y que, casualmente, se edita, en un primer momento, como los
folletines (aunque ya la tenía escrita con anterioridad y, al terminar de
publicarse todos los capítulos, saldrá editado en papel, igual que cualquier
libro tradicional). «Yo trabajé durante una temporada en telenovelas. Me
encantaba subir al autobús –comenta el escritor– y escuchar lo que decía la
gente de los personajes sobre los que escribía. Unos los criticaban, pero otros
hablaban bien de ellos. Me gusta que internet me dé esta posibilidad. Las
telenovelas me dieron oficio. Es difícil que tengas bloqueos creativos. Estas
series no son grandes obras porque hay mucha presión, mucho dinero y mucha
rapidez, y hay que escribir rápido. Eso cambia en un libro. Tienes más
ventajas, pero gracias a las redes sociales ya no necesito ir en autobús para
saber qué se piensa de mis libros».
Lucía Luengo insiste en un punto. Leer por
entregas se extenderá en el futuro. Esto es debido, según explica, a la
coyuntura tecnológica en la que todos estamos inmersos en este instante.
«También viene acompañado con una política de precios especial ceñida a una
clase de publicación. La primera entrega es gratuita, porque queremos que el
lector se enganche. Las siguientes costarán 1,49 euros, que es un precio
asequible. Una vez completa, te puedes bajar la novela por 9,99, aunque por
entregas sale más barato», comenta.
Para ella, «es una tendencia que se va a quedar
por el tipo de sociedad que vivimos. La lectura en formato electrónico va a
crecer. Le va ganando poco a poco terreno al papel, que continuará existiendo,
estando ahí. No desaparecerá. Pero ya existe un lector que solamente lee en
formato digital. Y lo hace porque le gusta, no por la crisis. Eso nos indica
que hay un cambio de hábitos».
Una
compañía esperada
Escribir por entregas puede influir en un autor.
Tanto en la concepción de su obra como en la estructura. Algo que parece no
preocupar, sin embargo, a Roncagliolo. «Lo mejor que puedes decir respecto a
una novela es que los lectores siempre esperen más, y en eso da igual si la
redactas de golpe o la divides por capítulos. Si le haces esperar, demoras las
entregas, haces que esas personas se muerdan las uñas. Es igual que cuando
esperas la visita de unos amigos. Quieres verlos y lo deseas.
Las entregas convierten a los personajes en eso,
en la compañía». Pero lo cierto es que sí existen influencias. La historia es
la prueba. En el siglo XIX, los escritores alargaban las historias. Las
prolongaban en el tiempo. En la actualidad, un medio como internet inclina la
balanza hacia los textos breves, de rápida lectura. Eso nos devuelve a las
narraciones y fábulas de corto aliento, pero hondura, que también se publicaban
con anterioridad en los diarios, como «El escarabajo de oro», de Edgar Allan
Poe. La tesis la respalda Claudio López de Lamadrid, director editorial de
Random House Mondadori, quien sostiene un punto de vista diferente sobre los
libros que ahora salen a la venta por entregas. «Internet sí fomenta el formato
corto. La lectura en la red es mucho más fragmentada.
Eso
favorece unos determinados géneros, como el relato y la poesía, que también
tiene ahora su oportunidad. Pero creo que publicar por entregas en la actualidad
es más una herramienta de marketing que otra cosa. Antes, incluso, se daba más
que ahora». López Lamadrid cita «Sin noticias de Gurb», de Eduardo Mendoza, y
«La sombra del águila», de Arturo Pérez-Reverte, que salieron por capítulos en
periódicos. «Había bastantes cosas –prosigue–, sobre todo enmarcadas en el
periodo de vacaciones. Ahora, vuelve. Me parece bien. aunque ya veremos la
repercusión que tendrán. Mi opinión es que no marcará tendencia. Es una forma
de comercializar».
No hay comentarios:
Publicar un comentario