Clones patrioteros
LA HABANA, Cuba,
noviembre, www.cubanet.org -Cuando a los cubanos nos da por ser
ridículos, perdemos la brújula. Y nunca resultamos tan ridículos como cuando
nos hacemos pasar por lo que no somos. Si aparentamos ser muy cultos y etéreos,
siempre, por algún resquicio, asoma la chancleta. Si alardeamos de opulencia
económica, no hay que esperar mucho para descubrir que apenas llegamos a ser
pobres con plata. Y ni hablar de cuando nos da por vendernos como guapos o como
bombas sexuales.
Sin embargo, por algún
milagro salvador -consecuencia quizá del ajiaco en que nos cocinaron- nunca
somos tan simpáticos como cuando nos ponemos ridículos.
Hay una sola excepción,
la de los políticos, más ridículos cuanto más se esfuerzan por venderse como
panacea del pueblo, y más repulsivos cuanto más ridículos.
Las palmas se las llevan
hoy, por supuesto, los dirigentes del régimen, con la comparsa de sus adláteres
que tan ridículamente se autocalifican como revolucionarios.
Pero aún hay un
colmo dentro de ellos mismos, y es el de los cubanos simpatizantes de la
dictadura que, no obstante, prefieren vivir en el extranjero.
En esa fauna sobresalen
dos subespecies: la de los agentes o colaboradores de la Seguridad del Estado
en misión oficial, y la de los pancistas del llamado exilio de terciopelo, que
también cobran, bien sea en efectivo o en especias, así que igual califican
como miserables esbirros, en el sentido más estricto del término.
¿Es posible imaginar
otra cosa tan grotesca como esas asociaciones de la denominada emigración
cubana patriótica y revolucionaria, que ahora están medrando en Europa? Luego,
para más inri, a los sujetos que las conforman les ha dado por presentarse como
una especie de continuación histórica de aquellos honrados y sufridos
emigrantes que aclamaron a José Martí en los Estados Unidos. Es el non plus
ultra de la ridiculez, en la variante repulsiva, claro.
Por su talante malévolo,
es de suponer que esto de hacerse pasar por clones de los emigrantes
revolucionarios cubanos del siglo XIX, que, luego de una larga hibernación
fidelista, han despertado en París o en Estocolmo o en Madrid… debe responder a
una estrategia de los ideólogos del régimen. Pues, del mismo modo que resulta
ingenuo creer en la naturaleza inopinada y espontánea de tales organizaciones,
habría que ser bobo para no darse cuenta de que responden a un plan, fríamente
diseñado y puesto en marcha desde La Habana.
Hace pocos días, tuvo
lugar en Madrid el “VII Encuentro de Cubanos y Cubanas en Europa”, ocasión en
la que muchos de estos gozadores de la papeleta se dieron cita, dicen, para
“defender el legado de la revolución”, mientras la gente de a pie en la Isla ya
no puede más con la carga de ese legado, que es la tiranía más empobrecedora y
represiva de toda nuestra historia.
No ganaríamos mucho (ni
poco) recreando detalles de la cascarita que hablaron aquellos infelices en su
aquelarre madrileño. Pero tal vez valga la pena insistir en la utilidad de no
perder de vista el alza que actualmente registra esta tendencia. Y no sólo en Europa.
El régimen cubano recoge el abono que logró producir, dedicándose durante
décadas a regar estiércol por medio mundo.
Primero, fue en los
Estados Unidos, bien en las más diversas universidades, o bien en todos los
barrios y rincones de Miami, donde, como conocemos de sobra, debajo de cada
piedra hay un majá. Después, fue en el viejo continente. Sólo en la época en
que Abel Prieto era ministro de cultura, en algunas de las más connotadas
ciudades europeas fueron infiltrados montones de policías disfrazados y de
vaciladores del socialismo en misión de propagandistas del régimen.
Hoy, el objetivo
prioritario parece ser América Latina, muy particularmente algunas naciones que
han estado en el foco de interés para esa dantesca (pero también ridícula)
pesadilla chavista que es la unión de repúblicas soviético-bolivarianas:
Ecuador, México, Colombia, Argentina, Chile… Como ya ocurrió antes con las
guerrillas, se reeditan ahora las invasiones de cubanos comisionados para regar
en el área el bacilo del fidelismo-leninismo en fase de fermentación.
Es impredecible hasta
qué límite seguirá extendiéndose esta epidemia, luego de la aplicación, en
enero, de las nuevas medidas migratorias aprobadas por la dictadura.
Y no se trata sólo de la
influencia que físicamente pueden ejercer en el exterior cientos de miles de
emisarios castristas, más y menos alevosos, más y menos pagados.
Viviendo fuera de Cuba,
también tienen las más amplias posibilidades de divulgar a través de Internet
la política manipuladora del régimen, algo que les resulta imposible desde
aquí. De tal manera sacan un doble provecho (psicológico y práctico) a su
condición de emigrantes. No en balde uno de los principales puntos en la agenda
del susodicho “VII Encuentro de Cubanos y Cubanas en Europa”, fue “los medios
informativos y el uso de las redes sociales al servicio de los cubanos
residentes en el exterior en defensa de la revolución”.
De modo que, por muy
ridícula que parezca (ya que en verdad lo es), la estrategia de clonar
patrioteros martianos como productos de exportación, no debe motivar únicamente
nuestros sarcasmos, en tanto representa un renglón estrella de la única línea
productiva en la que el castrismo ha demostrado ser eficiente.
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autor pueden ser adquiridos en la siguiente dirección:
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